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El gobierno de Azaña y la clase obrera como instrumento político.

Manifestación del 1º de Mayo en Madrid (1931)

Existe una visión histórica muy benevolente del bienio “progresista”, sin embargo, esta perspectiva contrasta con la debacle electoral que sufrieron Azaña y sus socios de Gobierno en la primera ocasión que tuvo el pueblo de votar.

Malestar social.

Cuando Azaña alcanzó la jefatura de Gobierno seis meses después del nacimiento de la República, ya tenía en contra a los monárquicos, a los republicanos liberales, a los republicanos conservadores y a los católicos en general ["gente de orden" en el argot de la época].

Sin embargo, lo más sorprendente es que acabó cabreando también a la clase obrera a la que decía favorecer.

Mientras el trabajo escaseaba y llegaba la crisis a sus hogares, el proletariado veía como los nuevos gobernantes hacían una vida ostentosa, acumulaban cargos bien remunerados y perseguían a las organizaciones proletarias que no les eran afines.

En Febrero de 1932 se desató una campaña de prensa contra el "enchufismo" y el Gobierno se vio obligado a presentar el 2 de Marzo la "Ley de incompatibilidades". (Heraldo de Madrid, 25/02/1932, Portada.)

El giro a la izquierda del Gobierno de las constituyentes.

Las Cortes Constituyentes no se disolvieron después de aprobar la Constitución, la constitución republicana jamás se sometió a referendum popular. Azaña siguió gobernando apoyado en la mayoría socialista.

Recién aprobada la Constitución dimitieron los dos Ministros del partido Radical porque se oponían al papel de comparsa en un Gobierno con preponderancia marxista.

El partido "Acción Republicana" obsequia con un banquete a Manuel Azaña con motivo de su elevación al cargo presidencial.
(Ahora, 18/10/1931. pag 16)

Los republicanos de Lerroux hubieran supuesto una alternativa al ímpetu marxista de los socialistas que era rechazado por amplios sectores sociales.

Pero Lerroux era el más popular de los líderes republicanos y Azaña el jefe de un partidito "llevado en brazos de la revolución popular" (sus propias palabras).

Los dos gallos no cabían en el mismo gallinero.

Azaña prefirió gobernar con los votos prestados de los socialistas que tenían cuatro veces más escaños que él, pero repetían sin cesar que no aspiraban a la Jefatura del Gobierno.

Para los socialistas la República sólo significaba un periodo de transición hacia el auténtico Estado Socialista. Reconocían que el país no estaba todavía preparado para ello y no les convenía desgastarse gobernando una República "burguesa".

Eso si, como lo cortés no quita lo valiente, el P.S.O.E. se quedó con las tres carteras políticamente más influyentes: Obras públicas, Trabajo y Enseñanza.

Azaña se conformó con dos ministerios considerados apolíticos: Marina y Guerra. En la práctica, Azaña se convertía en el testaferro de las políticas socialistas.

Los líderes socialistas copaban los puestos directivos de la todopoderosa U.G.T. y gracias a lo cual se atribuían la representación de la clase obrera, sin embargo en amplias zonas de España el sindicato mayoritario era su histórico contrincante: la Confederación Nacional de Trabajadores (C.N.T.).

Por otro lado, la rápida degradación de la situación económica dejó 500.000 parados en los primeros 8 meses de Gobierno, y puso de manifiesto un creciente malestar entre los trabajadores.

Verás.

El 1º de Mayo. La fiesta del trabajador.

Buena muestra del descontento puede observarse en la celebración del 1º de Mayo de 1932: mientras que el año anterior (solo 15 días después de la proclamación de la República) 150.000 obreros se habían manifestado por la avenida de la Castellana; un año después, el Gobierno tuvo que prohibir la manifestación por temor a las protestas.

¿Eh?

Cabeza de la manifestación del 1º de Mayo de 1931: Pedro Rico (alcalde de Madrid), Largo Caballero (Ministro de Trabajo), Unamuno (Catedrático) e Indalecio Prieto (Ministro de Hacienda).

Los oxpertos en historia me acusan de ser un fascista revisionista carterista que falsea los hechos.

Bien.

Mira lo que escribió Azaña en sus diarios:

“El día 1 paro general absoluto en Madrid. (..) Se temían disturbios con motivo de la acostumbrada manifestación, porque comunistas y sindicalistas prometían agredir a los de UGT. Se acordó en Consejo de Ministros que no hubiese manifestación, y que los gobernadores, cada cual separadamente en su provincia, la prohibiesen. Ese día hice una excursión a Pastrana, que no conocía.”
(Diarios de Azaña, 3 de Mayo de 1932)

Ironías del destino: 39 años antes, Largo Caballero se había dado su primer baño de masas en el mitin del 1º de Mayo de 1893. En aquella ocasión acusó al Gobierno de suspender la manifestación por el miedo que los obreros le infundían...

El 1º de Mayo de 1932 los antidisturbios pasaron el día disolviendo a los obreros que pretendían manifestarse. (Ahora, 3/05/1932, pág. 25)

Indalecio Prieto en Obras públicas.

Nada más entrar Indalecio Prieto como Ministro de Obras públicas, se le presentó un grave problema: las organizaciones ferroviarias creyeron llegado el momento de reclamar las mejoras salariales tantas veces prometidas.

Hay que reconocer que la reacción de Don Indalecio no fue electoralista. Recién estrenado en el cargo, puso el interés general por delante del partidista.

Tras haber ocupado la cartera de Hacienda los primeros 8 meses de República, Prieto sabía mejor que nadie que el Estado no podía asumir la carga.

No sólo se negó. Proclamó lo injusto de la petición alegando que los ferroviarios tenían jornales superiores a la media y eran los que menos podían quejarse.

Sin embargo, los obreros no lo quisieron entender: les habían prometido que subirían sus salarios en cuanto cayera la monarquía opresora.

Se dieron cuenta que las promesas electorales habían sido un engaño, y empezaron a echarse en brazos de los sindicatos "de acción" de anarquistas y comunistas.

Y es que el advenimiento de la República vino acompañado de las más alocadas promesas electorales.

Para que entiendas el desengaño obrero, mira este extracto del discurso que dio Alcalá-Zamora en la manifestación del 1º de Mayo de 1931, solo 15 dias después de procalmarse la República:

“Eso que reclamáis del Gobierno —dijo— no está ya en la “Gaceta" [B.O.E. de la época] por falta material de tiempo para insertarlo en el periódico oficial; pero mucho de ello está ya articulado en cuartillas, esperando turno para la publicación.

Y para el año próximo será preciso que penséis otras cosas, puesto que lo reclamado hoy estará para entonces realizado, en cuanto no sea incompatible con la prudencia que debe presidir toda obra gubernativa.” (El Liberal, 2/05/1931, portada)

Vale.

La U.G.T. rompe con la dirección del P.S.O.E.

El choque de trenes entre las aspiraciones obreras y el Gobierno con preponderancia socialista se resolvió con el divorcio de la U.G.T. y la cúpula dirigente del P.S.O.E..

La ruptura se hizo oficial en los congresos del P.S.O.E. y de la U.G.T., ambos celebrados en Octubre de 1932.

En ambos se hizo visible la pugna entre los partidarios de colaborar con el Poder y los que pretendían un sindicato independiente con libertad de acción.

En el Congreso del PSOE ganaron los colaboracionistas, pero cuando unos días después se plantea la misma cuestión en el congreso de la U.G.T., salió derrotada la candidatura de los afectos al poder y ganaron los anticolaboracionistas.

No fue casualidad el apoyo decisivo del ramo ferroviario.

En el primer año de bieno “progresista”, los Ministros socialistas perdieron el control del sindicato obrero y la U.G.T. dejó de ser un dócil instrumento en manos del P.S.O.E.

*   *   *

Solo un mes después del congreso, la U.G.T. lanzaba a la huelga a los mineros en Asturias.

Teodomiro Menéndez (a la sazón Diputado socialista por Asturias y Subsecretario de Trabajo en Madrid) declaró que la huelga estaba mal planteada y era inoportuna.

No le hicieron puñetero caso. La huelga siguió y al Gobierno no le quedó otra que resolver el conflicto a favor de los obreros.

El 18 de Noviembre decretaron la compra de cien mil toneladas de "menudos" de las minas asturianas para los servicios de los ministerios de Marina, Guerra y Obras públicas.

El diario anarquista "La Tierra" del 15/11/1932 critica la postura del Subsecretario de Trabajo frente a la huelga.

La crisis económica había reducido la demanda energética, el carbón de peor calidad no tenía salida. Las existencias congestionaban los depósitos y paralizaban las minas.

La guerra por la conquista de las masas obreras estaba servida. 

El socialismo oportunista y gubernamental contra el sindicalismo apolítico de significación exclusivamente económica que sufría la competencia de anarquistas y comunistas.

Cuando el P.S.O.E. salió del Gobierno un año después y Largo Caballero se vió fuera del Ministerio de Trabajo, lo primero que hizo fue abrazar la vía revolucionaria de estilo bolchevique y desplazar a Besteiro de la dirección de la U.G.T.

¿Te das cuen?

*   *   *

El proletariado como instrumento político.

Un aspecto poco conocido del bienio progresista es el fomento de la división entre las masas obreras haciendo de ellas instrumento político.

El Gobierno de Azaña impidió el normal funcionamiento del sindicalismo, dando así alas a los obreros que veían como única salida la revolución.

Verás.

Con Prieto en Obras Públicas y Pedro Rico de Alcalde de Madrid [del partido de Azaña] se diseñaron unos planes de estímulo para la economía y fomento del empleo.

Todo en orden.

El problema es que los usaban como arma electoral: para trabajar en el tunel de la risa o la prolongación de la Castellana daban prioridad los obreros afiliados a la U.G.T.

Por su parte, Largo Caballero había puesto en marcha los Jurados Mixtos, versión republicana de los Comités Paritarios. Un instrumento inventado por la dictadura para mangonear en las negociaciones entre trabajadores y patronos, ahora quedaban en manos socialistas.

El Gobierno de Azaña dio sistemáticamente la batalla a los sindicatos que estaban fuera de la órbita socialista.

La C.N.T. se vio perseguida con la misma saña que en tiempos de la dictadura, cuando la U.G.T. colaboraba con Primo de Rivera en detrimento de su histórico competidor.

Por su parte, los comunistas ortodoxos eran cuatro gatos y estaban dirigidos desde la Komintern. Con la vista puesta en la "dictadura del proletariado", tenían orden de sumarse a cualquier movimiento que generara inestabilidad política y ayudara a derrocar la república "burguesa".

La Komintern critica la gestión del PCE acusándolo de no saber aprovechar la coyuntura política española. (La Luz, 12/02/1932)

El destierro de Durruti.

En vez de ejercer el poder con tacto para conquistar al proletariado, la política oportunista del Gobierno solo consiguió elevar el clima de violencia social, y echar a los obreros descontentos en brazos de la CNT.

Cualquiera que ojee la prensa de la época, podrá observar como anarquistas y comunistas conseguían convocar huelgas contra el Gobierno que no tenía fuerza para desconvocarlas.

Amparado en la Ley de Defensa de la República, Azaña convirtió la democracia en un Estado policial que encarcelaba ciudadanos sin orden judicial.

Un ejemplo es la reclusión en las bodegas del carguero “Buenos Aires” de Buenaventura Durruti (junto con 100 anarquistas más) tras los sucesos de la cuenca del Llobregat en los primeros días de 1932.

Después de permanecer atracado varios días en Barcelona, el barco zarpó con destino a Bata [Guinea ecuatorial]. El Gobierno los deportó sin juicio previo.

Con un par.

Portada del periódico anarquista "La Tierra" del 1/02/1932.

En la C.N.T. había sectores que abogaban por una vía posibilista. Figuras como Ángel Pestaña o Joan Peiró adoptaron inicialmente posturas conciliadoras de colaboración con la República.

No era un apoyo incondicional, pero podría haber sido el embrión de una progresiva normalización de la actividad sindical obrera.

Sin embargo, mira como trataba Azaña a estos sindicalistas de talante más moderado:

"Entre otras visitas, la de Pestaña y otros tres miembros de la CNT que vienen a pedir clemencia para los deportados del Buenos Aires. Casi no les he dejado hablar, y aunque la entrevista ha sido larga, me lo he dicho yo todo. (...) Pestaña parece muy quebrantado. Su situación es difícil entre los revolucionarios. Por otra parte estará contento de que se le haya librado del predominio de los pistoleros." (Diarios de Azaña. 27/02/1932.)

Sin embargo el sectarismo del Gobierno de Azaña, lejos de atemorizar, exaltó aún más a los obreros.

Los deportados se convirtieron en mártires. En España las ideas políticas se vigorizan y radicalizan en la adversidad. La represión solo consiguió dar oxígeno a los sectores más extremistas del anarquismo.

—"... y desde la extrema izquierda Bala Roja pasa a Bata..."
—¿Más deportaciones?
—No, hombre; el partido de fútbol de ayer.
(Heraldo de Madrid el 26 de Junio de 1932.)

*   *   *

El control de los trabajadores del campo.

Se generaliza demasiado cuando se habla de la clase obrera de los años 30, suele meterse todo el proletariado en el mismo saco.

Sin embargo, no era equiparable la situación de un conductor de tranvías madrileño, afiliado al sindicato del transporte, con vivienda de protección oficial y descanso dominical, decía, no era nada comparable con la de un mísero temporero de un remoto pueblo andaluz trabajando desde niño, de sol a sol, a cambio de un "salario de hambre".

Bastaba alejarse 30 km de Madrid para encontrar un mundo de miseria, atraso, analfabetismo y hambre.

Fue en la España profunda donde más daño hicieron las propagandas políticas que habían prometido un pronto apoderamiento de la tierra por los jornaleros.

Después de seis meses de Gobierno social-azañista, la reforma agraria de Marcelino Domingo estaba parada en el Parlamento y lo peor de todo: no había dinero para realizarla.

Paradójicamente, el golpe de Estado del general Sanjurjo vino a desatascar la situación: sirvió de excusa para confiscar sin indemnización las tierras de los implicados en la intentona y (ya de paso) los de la nobleza.

Que la mayoría de jornaleros andaluces y extremeños fueran analfabetos no implica que fueran tontos. Pronto se dieron cuenta del engaño: el Gobierno pretendía nacionalizar la poca tierra que había para repartir. Los jornaleros sabían mejor que nadie que las grandes extensiones de tierras de secano no producirían suficiente una vez divididas en fincas pequeñas.

Además, no estaban dispuestos a dejar de trabajar las tierrras del señorito para pasar a trabajar en usufructo las del Estado. Su anhelo era convertirse en auténticos propietarios tal y como les habían prometido.

Guardias de Asalto y Guardia Civil toman al asalto la vivienda de un anarquista en Valencia. (25/01/1933)

Los jornaleros no se fiaban del Gobierno, tenían el precedente de la absurda Ley de Términos Municipales de Largo Caballero, que acabó siendo conocida en Andalucía como "Ley del Hambre".

Al poco de proclamarse la República, y para acaparar el voto bajo influencia de los caciques, Largo Caballero decretó que los jornaleros sólo podían trabajar en las tierras comprendidas en su propio término municipal: los de Villarriba no podían trabajar en Villabajo.

Como la oferta y la demanda de mano de obra no coincidía con la división territorial de los municipios, la medida aumentó el paro donde había más jornaleros que olivos para varear, mientras que las cosechas quedaban sin recoger en los municipios con más tierra que jornaleros. 

La Ley impidió a miles de segadores gallegos y extremeños acudir a la siega del cereal en Castilla, tal y como venían haciendo desde tiempo inmemorial.

Los ministros socialistas siguieron las mismas tácticas caciquiles de la monarquía. La única diferencia es que ahora eran dirigidas desde las casas del pueblo de la U.G.T. Se convirtieron en oficinas de empleo con trato preferente para sus afiliados.

Un dato: el número de afiliados a la U.G.T. pasó de 300.000 a cerca de millón y medio, mientras Largo Caballero fue Ministro de Trabajo.

Los jornaleros que quedaban fuera del reparto empezaron a tomarse la justicia por su mano y —jaleados por la C.N.T.— ocupaban las fincas antes de que fueran los ingenieros del Estado a medir las tierras incautadas a la nobleza.

Los jornaleros se revelaban y el Gobierno contestó con más represión policial: dos años de toma y daca, hasta que ocurrieron los sucesos de Casas Viejas, un gran escándalo político que a la postre acabó con el gobierno de Azaña, poniendo fin al bienio conocido como "progresista".

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