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El ejército tomas las calles en la "Semana Sangrienta Sevillana" |
La economía española durante la II República: tragedia en tres actos (con numeritos y fuegos incluidos)
Siempre resulta cómodo culpar de los males propios a algo lejano y difuso, como la “crisis mundial”. Es el equivalente histórico a decir “yo no fui, fue el mercado”.
Otros, más creativos, prefieren el relato del “boicot corporativo” de terratenientes, curas y militares, como si la economía se hubiera ido al garete por una conspiración de sotanas y sables. La República, pobrecita, habría nacido con talento, pero sin suerte.
Muy romántico todo. Lástima que los números no lean poesía.
Los economistas llevan en su adn no ponerse de acuerdo sobre nada. Si no saben explicar el presente, imagina el pasado.
Apenas voy a entrar en la cuestión macro-económica, pero si quiero explicar una visión más “micro" de lo que supuso la instauración del Régimen republicano para la economía española.
España en 1931: una economía de alpargata y esperanza de vela
El 80% de la población vivía en el campo, la mitad trabajaba con azadas y el 30% no sabía leer.Vamos, un Silicon Valley con bueyes.
La agricultura era el gran motor económico, un tractor sin gasolina, y más allá de las ciudades, España seguía instalada entre el medievo y la resignación.
El crack del 29 fue una catástrofe global… pero su onda llegaba muy mitigada a España, que estaba demasiado atrasada para quebrarse del todo.
Cuando no produces, no puedes tener “superproducción” con baja demanda y si eres neutral, no acumulas deudas de guerra: los dos grandes problemas que asolaban la economía internacional a nosotros nos pillaban de refilón.
Algunos vientos del exterior soplaban a favor. Por ejemplo: la caída del precio de las materias primas afectaba negativamente a la minería, pero favorecía a la industria textil catalana que vivía de abastecer el mercado interno.
En fin... ventajas de la pobreza estructural. El país se salvó por pura irrelevancia.
Política y pesetas: un matrimonio tóxico
Durante la dictadura de Primo de Rivera hubo un poco de crecimiento, y claro, eso se acabó en cuanto se quitó el uniforme. Los anarquistas y comunistas retomaron las algaradas, huelgas y asesinatos que habían motivalo la llegegada de la dictadura.
Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: la peseta empezó a hundirse frente a la libra como si compitiera por un récord Guinness. Indalecio Prieto, nuevo Ministro de Economía y optimista profesional, aseguró que la devaluación era temporal.
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Periódico Ahora del 17/04/1931 |
Dos meses después la moneda seguía cayendo. El pobre Don Inda no tenía ni para apostar contra sí mismo.
La República y su problema con la realidad
La “República burguesa” fue recibida por anarquistas y comunistas con la misma alegría con la que un gato recibe al veterinario.
En vez de abrazar la democracia, se dedicaron a jugar a la revolución. El Gobierno, acomplejado, decidió que usar la fuerza era de reaccionarios, y prefirió el pasteleo con la vista puesta en las elecciones. Nadie quería ser el "represor del pueblo", que nadie les acusara adoptar las mismas tácticas que el defenestrado Alfonso XIII...
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La U.G.T. amenaza con utilizar la fuerza contra anarquistas y comunistas. (El Sol. 13/08/1931) |
Resultado: el orden público se evaporó, la inversión huyó y las huelgas revolucionarias se convirtieron en una forma de ocio nacional. Huelgas de difícil solución porque, lejos de reclamar mejoras laborales, pretendías derrocar a la República «burguesa».
La célebre frase de Azaña —“la vida de un hombre vale más que todas las iglesias de España”— quedó preciosa en los anales de historia, pero era pésima para gobernar un país donde cada semana ardía algo distinto.
Cuando quiso imponer autoridad, a solo le quedaba sacar al ejército y fingir que era decisión propia.
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Gonzalo Queipo de Llano (te sonará el nombre) declara el Estado de Guerra en la Puerta del Sol. (Portada de "Ahora". 12/05/1931) |
Amnistía general: libertad, confusión y pistolas
El mismo día del estreno republicano se declaró una amnistía general que no solo liberó a presos políticos, también salieron sueltos los delincuentes comunes y probablemente algún cuñado con antecedentes. En Sevilla, los recién liberados lo celebraron asaltando armerías. Todo muy “nuevo régimen”.
Un mes después llegaron los incendios de conventos, colegios y periódicos. Azaña, fiel a su frase, dejó arder media ciudad antes de aceptar que la vida humana y la arquitectura religiosa no eran intercambiables.
La Bolsa se hundió, los capitales salieron corriendo y el Gobierno se enteró de que las revoluciones cuestan dinero.
Convento de las Salesianas en la calle Villamil de Cuatro Caminos incendiado por los manifestantes (Nuevo Mundo, 15/05/1931) |
El crédito francés y el oro en París
Mientras la banca Morgan huía a la frontera, Prieto tuvo que recurrir al Banco de Francia que, por primera vez, exigía oro español en prenda. Así inauguramos una larga tradición de hipotecar el futuro para cubrir los incendios del presente. Literal.
Huelgas, cañonazos y contradicciones
La República prometía progreso y entregó caos. Las huelgas “revolucionarias” llenaron de muertos los titulares. Cada semana se declaraba el Estado de Guerra en una provincia distinta.
Las promesas electorales de reforma agraria provocaron que los campesinos dejaran de sembrar —¿para qué, si te iban a expropiar?— y que los industriales paralizaran todo.
Resultado: desempleo, miseria y una clase política discutiendo sobre el color de las banderas mientras el país se caía a pedazos.
De los sermones a los cañones
Sevilla volvió a ser protagonista con su “Semana Sangrienta”. A falta de ideas, el Gobierno resolvió los disturbios a cañonazos, literalmente destruyendo una taberna. Todo muy simbólico: una revolución que acaba bombardeando una tasca.
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"Frente a la ya famosa casa de Cornelio, los soldados emplazan la pieza de artillería que ha de destruirla." (Ahora - 25/07/1931) |
Y aún se preguntan por qué la República perdió prestigio.
La ley del miedo
Azaña, ya más cínico que idealista, tuvo que cambiar su discurso: “si la República no se hace respetar, se hará temer.”
Traducción: lo que no se consigue con carisma, se impone con bayonetas.
La Ley de Defensa de la República sirvió para suspender derechos y encarcelar a media España sin juicio, todo en nombre de la libertad. Un clásico.
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El periódico anarquista "Solidaridad Obrera" cifra en 15.000 el número de obreros encarcelados al terminar el gobierno de Azaña. (11/04/1934) |
Promesas sin presupuesto
Cuando solo seis meses después del estreno republicano, Prieto reconoció un agujero de 500 millones en las cuentas públicas, ya era tarde. Las expropiaciones necesitaban dinero, las cosechas fracasaban, la industria estaba paralizada y los obreros sin trabajo.
La rueda del descontento giraba sin freno, alimentada por discursos encendidos y bolsillos vacíos.
Y así, entre idealismo, incompetencia y violencia, la República cavó su propia tumba económica mucho antes de que se abriera la veda.
Da Risa ver como tu aburrimiento, vuelve a incidir en los "Malos" y "Buenos de "Tu Pelicula" Mientras haya personajillos fachitas, deshaciendo historia en nombre de "su verdad" Lamentable perder el tiempo en pajas mentales de un enfermo social, eres un ser sin empatía con claras ideas fascistoides, que achacan los problemas a los demás y quieren soluciones a "Cañonazos" Mientras existan personas como tu, segiran existiendo personas como el que suscribe. !! Salud y !! Viva la Anarquía !!
ResponderEliminarDándolo todo. Muy bien majete. Anda, acercate a la esquina, a ver si llueve.
Eliminarbuen resumen
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