La semana sangienta sevillana de 1931

Casa Cornelio recién bombardeada

"Mañana van a hundir a cañonazos una casa vieja y vacía, desde la que hoy se ha hecho fuego a la tropa. No sé bien si van a fingir mañana que hay gente dentro. Este programa le entusiasma [al ministro de interior] y llega a decirme que influirá ventajosamente en la cotización de la peseta."

(Manuel Azaña Memorias - 22 julio 1931)

Prepárate para conocer los sucesos de la "semana sangrienta sevillana", un capítulo de la historia de la II República que zanjó el Gobierno ᅳen un alarde de sutilezaᅳ destruyendo a cañonazos una célebre taberna: Casa Cornelio en la Plaza de la Macarena.

No te pierdas uno de los sucesos más surrealistas de nuestra historia.

La demolición de Casa Cornelio en la Semana Sangrienta sevillana

Pero antes de contarte los detalles, conviene conocer el contexto. Creo sinceramente que ayuda a entender el por qué de una dicisión gubernamental que "influiría ventajosamente en el cotización de la peseta". Nada menos.

La guerra entre U.G.T. y C.N.T.

Republicanos y socialistas habían buscado alianzas con la C.N.T. para derrocar a la monarquía. El inconveniente de las alianzas "contra alguien" es que se acaban cuando ese "alguien" desaparece y surge un conflicto de intereses entre los que antes eran amigos.

Verás.

Un rosario de huelgas se extendían a lo largo y ancho de la península. Iban acompañadas de motines, disturbios y enfrentamientos con la fuerza pública.

El climax llegó con la huelga de la de Telefónica. La concesión del monopolio a la International Telephone and Telegraph (ITT)  en tiempos de la dictadura de Miguel Primo de Rivera se convirtió en arma arrojadiza contra la monarquía. Los republicanos acusaban a Alfoso XIII de haberse llevado una buena tajada en acciones por facilitar la operación.

El 25 de abril de 1930, Indalecio Prieto llegó a decir en el Ateneo madrileño que los huelguistas telefónicos eran “los Daoíz y Velarde de nuestros días, los que defienden a la patria de la invasión yanqui.”

El caso es que, una vez proclamada la República, los trabajadores creyeron llegado el momento de hacer realidad sus demandas.

Sin embargo, ahora las tornas habían cambiado.

Me explico:

Con tres Ministros socialistas (Largo Caballero en la cartera de Trabajo), el nuevo Gobierno se puso del lado de compañía y la U.G.T. pasó a considerar las huelgas “inoportunas”. 

Por contra, en la C.N.T. no estaban por sentarse a ver crecer el césped y redoblaron la convocatoria de huelgas, revueltas y sabotajes.

La tensión llegó a tal punto, que el nuevo Director de Seguridad ordenó a las fuerzas de orden público disparar sin previo aviso a los otrora "Daoiz y Velarde de nuestros días".

Periodico informa huelga telefónica
("Ahora" - 17/07/1931)

En definitiva, las huelgas del momento tenían un marcado carácter político:
el enfrentamiento entre la U.G.T. y la C.N.T. por el control de la clase obrera. 

Los anarquistas acusaban a los socialistas de haberse vendido al capitalismo, y a Largo Caballero de beneficiar a su sindicato.

Bien.

La U.G.T. fue la niña mimada de la dictadura, con Largo Caballero ocupando el cargo de "Consejero de Estado" de Miguel Primo de Rivera en política laboral. Mientras la U.G.T. crecía, el espadón reprimió sin contemplaciones a la C.N.T. durante los siete años que duró su dictadura.

Supongo que no te sorprenderás si te digo que anarquistas y socialistas se llevaban a matar en el sentido más literal de la palabra.

Para ver al socialismo arrimándose a comunistas y anarquistas, hay que esperar a la debacle del P.S.O.E. tras las elecciones de noviembre de 1933.

Bailaron pegados por primera vez en el golpe de Estado de 1934, y el proceso culmina en las elecciones de 1936, con socialistas y comunistas compartiendo listas y la C.N.T. pidiendo el voto para el "Frente Popular."

("El Sol" - 13/08/1931)

Sevilla “la Roja”

Ahora pongamos el foco en Sevilla. El sindicalismo hispalense presentaba rasgos propios.

Te cuento.

El P.C.E. no se había comido un colín en las recientes elecciones a Cortes Constituyentes (50.000 votos en toda España). No obstante, tenía su bastión en Sevilla.

En el plano social, las obras de la Exposición Iberoamericana de 1929 habían sido el motor económico de la ciudad en los últimos años de dictadura.

Miles de trabajadores huyeron de los “jornales de hambre” del campo andaluz, atraídos por la abundancia de trabajo. Por desgracia, una vez que acabó la fiesta, quedaron en paro forzoso, hacinados en arrabales, faltos de higiene y sin prestaciones sociales.

Como a can flaco todo son pulgas, la Expo supuso un estrepitoso fracaso económico que dejó vacías las arcas municipales. El ayuntamiento se vio forzado a subir impuestos, convirtiendo Sevilla en una de las ciudades más caras de España.

La miseria se extendía entre las clases más desfavorecidas: caldo de cultivo para reivindicaciones, huelgas y algaradas.

Sevilla era un avispero.

La semana sangrienta sevillana

La mecha prendió un caluroso sábado 18 de julio de 1931, solo cuatro días después de la apertura de las nuevas Cortes Constituyentes. 

Un enfrentamiento entre huelguistas y esquiroles de la cervecera "La Cruz del Campo" (actualmente propiedad de Heineken) derivó en un tirotero y la muerte de un obrero.

El domingo 19 se celebró un mitin con actuación estelar de Ángel Pestaña (Secretario General de la C.N.T.) expresamente llegado de Barcelona.

Esa misma noche, un “frente único de trabajadores” se reunió en asamblea y declaró la huelga general. El “frente” exigía el arresto de los Guardias que habían sofocado la refriega, la dimisión del Gobernador Civil y (ya de paso) la del mismísimo Ministro del Interior en Madrid.

Casi ná.

El Gobernador de Sevilla, don José Bastos, apenas llevaba 11 días en el cargo. No había terminado de deshacer las maletas y le explota la primera movida en las manos:

"—Desde anoche empecé a recibir avisos y telegramas de varios pueblos de la provincia dando cuenta de la declaración de huelga general sin previo aviso. De aquí, de Sevilla—continuó diciendo—, he recibido de la Unión local de Sindicatos el oficio declarando la huelga general, de carácter francamente revolucionario por el contenido de las conclusiones."

(El Tiempo, 21/07/1931)

Acto seguido, el Jefe Militar de Sevilla mandó “enarenar” las calles previniendo que actuaría la caballería al día siguiente.

Lunes 20. Se celebró el entierro del obrero.

Acabada la ceremonia, se organizó una manifa hacia el centro de la ciudad.

El Liberal de Sevilla informa que la plaza de la Macarena se fue llenando de obreros expectantes, haciendo la espera a los que volvían del sepelio. El hecho es que el ambiente se fue cargando y cargando... El Gobernador ordenó desplegar las fuerzas de seguridad del Estado...

...y...

… y se montó un pifostio monumental.

La Macarena y Triana se convirtieron en campo de batalla: sonaban tiros entre obreros y guardias. Se dispara desde azoteas. Tranvías asaltados. Las colas de las panaderías son disueltas a tiros. Los comercios echan el cierre y la gente despavorida se refugia en los soportales.

Los sindicalistas culpaban a los guardias, los guardias alegaban que los primeros agredidos fueron ellos.

No se podía atravesar desde la Campana a la Macarena sin ser cacheado varias veces. Los reporteros aseguran que su misión se volvió peligrosa: la fuerza pública “no conoce a nadie y las órdenes son muy severas.”

El paro en Sevilla era total.

Por la tarde, el Alcalde don José González y Fernández de La Bandera (partido Radical Republicano) publicó un bando:

“si mañana martes, sin causa justificada o debida autorización, faltase alguien a su trabajo, será inmediatamente dado de baja en la plantilla o borrado de las listas de jornaleros, sin posible reingreso."

¿Comorr? ¿Dar de baja? ¿Borrado de las listas?

El bando finalizaba:

“Sevillanos, por la República, por España, por Sevilla, no dejarse engañar por unos cuantos malvados a sueldo (..) Vuestro alcalde espera defendáis el orden, garantía indispensable para el trabajo y el ejercicio de los derechos ciudadanos, única forma de mantener la gloriosa República española.

Sevillanos: ¡Viva la República! ¡Viva España! ¡Viva Sevilla!”

A última hora de la noche el gobernador notificó a la prensa que la ciudad había recuperado la tranquilidad.

Todo en orden.

Martes 21.

Sevilla amaneció en calma. Volvieron las colas a las panaderías y tiendas de comestibles.

Sin embargo, el aspecto de la población era triste: los tranvías eran conducidos por soldados. Los taxistas no acudieron a las paradas. Muchos comercios no abrieron y otros lo hacían con los cierres echados.

Tranvias conducidos por soldados
"A la amenaza constante de los revoltosos ha respondido la autoridad reestableciendo cuantos servicios permiten las circunstancias" (Ahora - 23/07/1931)

El gobernador y el alcalde dedicaron la mañana a pasear por el centro de Sevilla ordenando abrir a los "comercios medrosos” y amenazando "con imponer multas a quienes se resistieran." Poca broma con esto.

Grupos de sevillanos ofrecieron voluntariamente sus coches y camiones para asegurar el abastecimiento de la ciudad.

Según la prensa, las autoridades les dieron los correspondientes permisos y… ojo al dato: pistolas automáticas.

¿Cómo lo ves?

“La ciudad parece que reacciona merced a las enérgicas medidas adoptadas por las autoridades. Esta noche la población tiene un aspecto más normal que la anterior, aparecen abiertos mayor número de bares y cafés”.

A pesar de todo, el Gobernador J. Bastos siguió recibiendo informes preocupantes. En Dos Hermanas unos huelguistas intentaron incendiar el edificio de Telefónica con las telefonistas dentro. En Utrera asaltaron una fábrica textil. Los disturbios se extendían por la provincia.

Miércoles 22.

El centro de Sevilla amaneció materialmente ocupado por fuerzas de Policía, Ejército y Guardia Civil. Cachean y piden la documentación a "cuantos individuos infunden sospechas”. La situación parecía controlada.

No obstante, la calma era solo aparente.

“A media mañana, como obedeciendo a una consigna, en distintos puntos de la ciudad se dispara sobre la fuerza pública desde azoteas y casas deshabitadas. Esta contestó con gran energía”.

(El Liberal de Sevilla - 23/07/2023)

Los pistoleros hacían fuego contra los tranvías, los soldados que los custodiaban repelían las agresiones.

“La bellísima señorita María Pepa Jimeno González [hija del exalcalde], muerta ayer al ser alcanzada por un proyectil cuando cerraba uno de los balcones de su casa” (El Liberal - 24/07/1931)

Por la tarde, el ejército emplazó ametralladoras en las calles estratégicas del centro de la ciudad.

Ante semejante panorama, el Gobernador Civil se vió obligado a declarar el estado de guerra. El acto suponía ceder el mango de la sartén al Jefe Militar de Sevilla, el general Leopoldo Ruiz Trillo:

“por no haber sido suficientes las enérgicas medidas tomadas por las autoridades para la pacificación moral y material de Sevilla y su provincia”.

El ejército emplaza ametralladoras en el centro de Sevilla

Así estaban las cosas, cuando en la noche del miércoles al jueves, aconteció un suceso de suma gravedad. Tan chungo, que fue el motivante de la primera Comisión de investigación Parlamentaria de la historia de la II República.

Te cuento.

Cuatro comunistas muertos en el Parque de María Luisa

Jueves 23

A lo largo de la mañana empezó a correr un rumor: se habían escuchado tiros en los jardines de la Expo a las 4:00 de la madrugada.

Habían fallecido cuatro presos mientras eran conducidos a los sótanos de la Plaza de España. Se habían habilitado como cárcel provisional porque los detenidos ya no cabían en los calabozos de la ciudad.

Se rumoreaban extrañas circunstancias:

— Raro por la hora.

— Raro que transportaran los presos en una camioneta particular escoltada por dos turismos.

— Raro por los escoltas: cuatro guardias de seguridad (policía local) y cuatro guardias civiles, acompañados por cuatro "guardias cívicos" (voluntarios civiles armados).

La camioneta sufrió un pinchazo en la zona más oscura del parque. Como estaban a solo 15 minutos andando, decidieron terminar la condución de reclusos a pie.

Nada más echar a andar, son atacados por una panda de pistoleros y se monta una balacera en la que mueren los cuatro detenidos.

"El Sastre", “Parrita”, "El Cojo de los Pestiños" y Rivera Barbecho.

Solo murieron los presos: dos mueren en el acto, uno al poco tiempo, y queda un herido grave. En vez de ingresarlo en el hospital más cercano, se lo llevan al Hospital militar en la otra punta de la ciudad. Murió al poco de ingresar.

— Raro que, ni los escoltas, ni los asaltantes, hubieran resultado heridos. Ni siquiera la camioneta recibió un solo impacto.

— Vale que tres de los presos intentaran escapar (aunque iban esposados)pero es que el cuarto tenía una pierna amputada a la altura del muslo. Raro, raro.

Todo apuntaba a que les habían dado matarile con la Ley de Fugas.

Sigamos.

Ese día Sevilla amaneció desierta. Los barrenderos salieron a trabajar, pero tuvieron que retirarse por amenazas.

Sonaron tiros sueltos en las calles Torneo y Sta. Clara cuando un grupo de obreros se negó a dispersarse. Se clausuraron varios centros sindicales de la C.N.T.

El pan llegaba a Sevilla en camiones particulares. Como en los días anteriores, se formaron largas colas en los pocos despachos que seguían abiertos.

Colas en las panaderías sevillanas
"Una nutrida cola de vecinos que previsoriamente se provee de pan" (Ahora - 23/07/1931)

Los guardias entraban en las tabernas a cachear a los parroquianos. Detenían a los que portaban carnets de la C.N.T.

Destrucción de Casa Cornelio a cañonazo limpio

La C.N.T. le estaba comiendo las papas a la todopoderosa U.G.T. Era más que evidente que los socialistas no tenían fuerza para desconvocar las huelgas, ni el Gobierno para sofocar las revueltas.

¿Conque esas tenemos?

El Gobierno se reunió de urgencia el 21 de julio y aprueba dar un golpe de efecto para solucionar de una puñetera vez el problema.

A los pollos no se les ocurre otra cosa que mandar cañonear una taberna donde, según unos, importantes personajes del Obrerismo Sevillano se reunían a tomar los vinos, según otros, era el centro neurálgico de las revueltas.

Ca-ga-te-lo-ri-to.

A las once de la mañana del jueves 23, el general Ruiz Trillo ordena desplegar una batería del Tercio Ligero en la explanada de la Macarena. Los cañones apuntaban a la taberna.

“No habrá que decir el efecto que produjo entre los vecinos la presencia de las piezas de artillería”
(El Liberal - 24/07/1931)

Batería artillera instalada en la plaza de la Macarena
"Frente a la ya famosa casa de Cornelio, los soldados emplazan la pieza de artillería que ha de destruirla." (Ahora - 25/07/1931)

El general aconseja a uno de los hermanos Cornelio que recoja lo indispensable porque van a demoler la taberna. Los alucinados vecinos de las casas colindantes reciben la misma orden “por el bien de su seguridad”.

La plaza se llenó de curiosos. El Liberal de Sevilla informa que unos vecinos se preguntaban si el Gobierno tendría los santos bemoles de bombardear una taberna en pleno centro de Sevilla, otros sabían de buena tinta que la decisión estaba tomada y era imparable.

A las 17:00 ordenaron despejar la plaza. Solo se permite la presencia de periodistas, fotógrafos y “algunos voluntarios que prestan servicios a la autoridad”.

Unos periodistas aseguran que hubo 20, otros 21 y otros 22 cañonazos. Complicado concentrarse en medio del estruendo.

Fueran los que fueren, lo cierto es que dejaron el edificio hecho unos zorros. La planta baja quedó hecha un revoltijo de escombros y maderas. Se rumoreaba que habían quedado enterradas 45.000 pesetas en existencias.

Consummatum est.

Casa Cornelio tras el cañoneo artillero
"Una de las granadas disparadas contra la casa, después de atravesar la finca, continuó su trayectoria, yendo a caer en la plaza del Pan, sin que, afortunadamente, hiciera explosión" (El Tiempo - 24/07/1931)

A las diez de la noche la tranquilidad era completa. Se advertía mayor confianza en los sevillanos, la prensa informa: “muchos vecinos estaban sentados a las puertas de sus casas”.

Viernes 24. 

A primera hora, uunos individuos atacaron el cuartel de la Guardia Civil de la Plaza del Sacrificio. Murió un capitán.

A partir de entonces, el fregao entró en su fase final: unos pocos tiros sueltos aquí y allá, y una carga policial contra un grupo de hambrientos que rebuscaban entre las ruinas de la taberna.

El hecho es que el peculiar fusilamiento calmó el espíritu soliviantado de los sevillanos. La prensa informa que los obreros fueron incorporándose al trabajo y la ciudad recuperó su aspecto normal.

El balance de la semana sangrienta: 20 muertos y unos 200 heridos.

Todo en orden.

Pues atento, que la historia no acaba aquí. Veamos las repercusiones políticas de los hechos.

Se nombra una Comisión de Investigación

Los republicanos habían llegado al Poder con la promesa de acabar con la represión de la Monarquía, no era de recibo que siguieran cometiéndose las mismas barbaridades.

Al Parlamento no le quedó otro remedio que nombrar la primera comisión de investigación de la II República para esclarecer los hechos. El 2 de agosto, ocho diputados viajaron a Sevilla, y nueve días después estaban de vuelta en Madrid.

El dictamen final de la comisión fue publicado en el diario de Sesiones del 14 de Agosto, tenía dos apartados y su veredicto fue el siguiente:

a) Respecto de los cuatro comunistas muertos:

"Que existen indicios vehementes y tan destacados, que hacen llegar las deducciones lógicas a la zona de la delincuencia." (sic)

“Que estos indicios dejan a salvo a las autoridades civil y militar, aunque señalándose una cierta inhibición de autoridad en el señor gobernador civil de Sevilla, y en este hecho concreto; llevando la Comisión, como consecuencia, su analisis induciario solo a las personas que realizaron la conduccion de los presos."

Vale.

Que se fueran de rositas al Gobernador civil, el Jefe militar de Sevilla, el Ministro de Interior y el mismísimo Gobierno, hubiera supuesto una escandalera de padre, madre y muy señor mío en cualquier otro momento.

Sin embargo, solo alzaron la voz media docena de diputados afines al anarquismo. Había tan buen rollito en la Cámara, que sus señorias incluso aprobaron borrar del dictamen la frase“cierta inhibición de autoridad en el señor Gobernador".

Con el 85% de los escaños en poder de la coalición republicano-socialista ganadora de las recientes elecciones, el Parlamento disfrutaba su “luna de miel” y optó por el silencio para evitar conflictos que pudieran resquebrajar la unidad de la coalición.

b) Respecto la destrucción de la casa llamada de Cornelio:

La comisión “estima que es algo espectacular e ineficaz, no insistiendo, como en el caso anterior, por ser menor el daño causado y, además, reparable.”

Bien.

No voy a extenderme más con el suceso "espectacular e ineficaz": creo que habla por sí solo. Tan solo apuntar que los hermanos Mazón jamás recibieron indemnización alguna.

Una verdad incómoda

Las pesquisas de la comisión dejaron sin resolver el meollo de la cuestión: 

¿Quién había ordenado la conducción?  ¿Quién asumía la responsabilidad para descartar que había sido un asesinato encubierto?

El Gobernador declaró no estar presente a esas horas. Los guardias civiles dijeron que les había mandado el cabo. El cabo que se lo había ordenado un civil que “interrogaba a los detenidos”. El caso es que el responsable no apareció por ninguna parte.

Las pesquisas de la Comisión verificaron que la mayor parte de los voluntarios civiles eran monárquicos, y, sabiéndolo, les habían permitió acompañar a los detenidos.

El Gobernador alegó que era nuevo en la ciudad y no sabía de qué pie cojeaba el personal.

Cuando la Comisión preguntó al Alcalde por qué los republicanos no se habían ofrecido voluntarios, don José González Fernández de la Bandera (un tránsfuga que pasó por tres partidos antes de acabar en las listas del Frente Popular) dio una sorprendente respuesta:

“Porque no querían tener contacto con aquellos elementos monárquicos y porque les parecía absurda aquella conducta (..) como si en tiempos de la Monarquía se hubiera acudido a los republicanos para defender al rey.
Por eso y no por otro motivo no prestaron su asistencia en los primeros momentos republicanos y socialistas.”

(Pedro Vargas Guerendiain - Sesión parlamentaria 26/08/1931)

¿Qué te parece?

Sin embargo Pedro Armasa (también del partido Radical Republicano en aquel momento, pero que acabaría en la C.E.D.A), defendió la conducta de los voluntarios:

"Y aunque algunos de estos guardias cívicos fueran monárquicos, ¿que?
— ¿No está reconocido por todos que espontáneamente trabajaron por la tranquilidad de Sevilla?
— ¿No fueron ellos los que llevaron la leña a las panaderías?
— ¿No fueron ellos los que garantizaron el abastecimiento de agua de la ciudad?
— ¿No fueron ellos los que llevaron sobre sus espaldas las reses sacrificadas a las carnicerías?
— ¿Pensaban entonces en Alfonso XIII, o trabajaban por los intereses de la República?"

(Pedro Armasa Briales, Sesión parlamentaria 21/08/1931)

A pesar de estas divergencias, el hecho es que ni siquiera se propuso a votación el dictamen: se aprobó por aclamación. Las nuevas Autoridades fueron confirmadas en sus cargos y nadie volvió a acordarse de los cuatro comunistas muertos.

No obstante, la violencia social no hizo más que aumentar en los meses siguientes. Lo que la II República había prometido evitar, terminó convirtiéndose en su sombra. Lo veremos en los siguientes capítulos de esta verdadera historia de la II República.

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