"Mañana van a hundir a cañonazos una casa vieja y vacía, desde la que hoy se ha hecho fuego a la tropa. No sé bien si van a fingir mañana que hay gente dentro. Este programa le entusiasma [al ministro de interior] y llega a decirme que influirá ventajosamente en la cotización de la peseta."
La frase de Azaña resume un país en plena paradoja: una República recién estrenada, prometiendo libertad y orden, y estrenándose con artillería urbana.
El escenario fue Sevilla, julio de 1931. Lo que empezó con una huelga obrera y algunos tiros terminó con una taberna demolida a cañonazos y el entusiasmo de un ministro convencido de que el gesto recuperaría la peseta.
Se llamaba“Casa Cornelio” y aquel disparate tuvo nombre propio: la Semana Sangrienta Sevillana.