Índice del Blog

Los sucesos de Casas Viejas.

El periodista Julio Lomano exhibe un cráneo calcinado ante la opinión pública.

Los sucesos de Casas Viejas

Cuenta la nieta de "el libertario” que cuando se cruzó con Azaña por las calles de Mountauban en el exilio, el político exclamó:

Los muertos de Casas Viejas me persiguen.

Azaña había perdido la cabeza y no era para menos: vivía en el hotel Du Midí, bajo protección diplomática Mexicana y estrechamente vigilado por la Gestapo.

Lo último que esperaba el ex-Presidente de la II República era encontrarse en el exilio con una víctima de la matanza de Casas Viejas.

*   *   *

Los sucesos de Casas Viejas constituyen el mayor traspiés de la corta, pero fulgurante, carrera política de D. Manuel Azaña.

En solo dos años, había pasado de ser funcionario del Registro de Últimas Voluntades, a Presidente del Gobierno. Cinco años después Azaña es nombrado Presidente de la República y ocho años después estaba en el exilio.

Lo primero que debes tener claro es que, la fama de los sucesos de Casas Viejas en la II República, se debe a sus consecuencias políticas: suponen la primera crisis en el Gobierno de coalición de Azaña con los socialistas y el principio del fin del conocido como "bienio progresista”.

Si no fuera por la crisis política, la masacre de Casas Viejas hubiera quedado olvidada entre los cientos de casos de violencia social y política del periodo republicano.

Sin embargo, como comprobarás, este caso es diferente.

La huelga revolucionaria de la C.N.T.

Estamos en los primeros días de 1933,  la CNT había declarado una huelga general en toda España.

Era la típica huelga "revolucionaria" de la época: lejos de reclamar mejoras laborales, su objetivo era derrocar una república que los anarquistas consideradan "burguesa" y proclamar el "comunismo libertario".

Los anarquistas intentaban movilizar los obreros de ferrocarriles, una sectorial estratégica para el éxito de la huelga, pero lo tenían crudo: estaba controlada por la U.G.T. desde sus tiempos de colaboración con la dictadura.

Ahora, la todopoderosa U.G.T. contaba además con el apoyo de tres ministros socialistas en el Gobierno.

La situación parecía controlada.

¿Qué podía salir mal?

Ahora verás.

En Andalucía la huelga tenía connotaciones campesinas y, en el sector agrario, la C.N.T estaba subiendo como la espuma.

La pugna por el control de las masas obreras entre el sindicato gubernamental y el anarquista estaba en su mayor apogeo.

Portada del periódico socialista informando sobre los sucesos de Casas Viejas
El periódico El Socialista califica "campaña de terror" la huelga de la C.N.T. (13/01/1933)

En Casas Viejas había unos 500 jornaleros (el 80% afiliados a la C.N.T.) y estaban muy muy cabreados:

las locas promesas de "la tierra para el que la trabaja" habían quedado en agua de borrajas.

Para colmo, se sentían víctimas del nuevo cacicazgo socialista. Me explico:

Durante la monarquía comían caliente dos épocas al año: en la temporada de la seituna y en la siega, pero ahora, con la absurda Ley de Términos municipales se habían quedado sin la temporada de la seituna.

Verás.

Para evitar que los patronos bajaran el precio de los jornales trayendo mano de obra más barata, el Ministro de Trabajo Largo Caballero prohibíó contratar jornaleros de los pueblos vecinos.

La intención era buena, lo malo eran las consecuencias:

mientras que en Villarriba las cosechas quedaban sin recoger (municipio grande) , en Villabajo, con más jornaleros que olivos, se comían los codos.

Para colmo, los alcaldes socialistas convirtieron las "casas del pueblo" en oficinas de empleo local con trato preferente para sus afiliados.

Para sobrevivir, los jornaleros de Casas Viejas tenían que dedicarse al furtiveo, la recolección de espárragos silvestres, e higos chumbos.

Campesinos detenidos tras los sucesos de Casas Viejas
Campesinos detenidos tras los sucesos de Casas Viejas.

Los sucesos de Casas Viejas.

Con este panorama, el 11 de Enero llegó al pueblo la orden de la C.N.T. de proclamar el Comunismo libertario.

Unos 50 paisanos armados con escopetas salieron a la calle.

Encabezaba la cuadrilla Curro Cruz, un viejo de 70 años apodado el “Seisdedos” que tenía fama de ser el más garrido y cabal del pueblo.

*  *   *

Los conatos de huelga revolucionaria fueron reprimidos con prontitud en el resto de España, pero el “Seisdedos” no se enteró de nada porque había mandado cortar la carretera y el cable telefónico.

Hay que tener en cuenta que Casas Viejas era el culo del mundo en aquella época.

Cuando aquellos pobres diablos fueron al Ayuntamiento amenazando con que no había otra voluntad que la de "el pueblo agrupao en Sindicato", al arcalde se le pusieron los huevos de corbata.

Dimitió y les acompañó hasta el cuartelillo de la Guardia Civil para comunicar la buena nueva al cabo.

Parecía que había buen rollo, pero en cuanto entró en el cuartelillos, les dio con la puerta en las narices, atrincherándose junto con la Guardia Siví.

Se produjo un tiroteo.

La mayor parte de los cartuchos de los jornaleros eran para matar perdices, pero no impidió que hicieran buen uso de unas cuantas "postas loberas", dejaron gravemente heridos al Cabo (murió poco después) y a un número de la Guardia Civil.

*   *   *

Hasta aquí nada nuevo. En la prensa de la época pueden encontrarse cientos de episodios parecidos.

El movimiento era de alcance nacional. En la foto vemos un curioso documento en el que el comité revolucionario de Bétera (Valencia) actúa igual que en Casas Viejas. (Ahora, 13/01/1933)

Azaña asegura en sus memorias que esperaba acabar con el problema en una noche.

Mira lo que escribió:

"Llamo a Casares (Ministro de Interior) y me cuenta que casi toda la provincia de Cádiz está revuelta.

Se han mandado muchos guardias, con órdenes muy recias. Espera acabarlo esta misma noche." 

(Memorias de Azaña, 11 Enero 1933)

En un primer momento, la prensa se acogió a la versión oficial del Ministerio del Interior (no olvidar que estaba censurada):

— Unos "núcleos revolucionarios" se habían hecho fuertes en una chabola de los arrabales de Casas Viejas.

— La fuerza pública había tenido que tomarla al asalto.

— Habían utilizado ametralladoras y bombas de mano.

— La choza había resultado calcinada, junto con otras dos colindantes por la propagación del fuego.

— El total de revolucionarios muertos era de “18 o 19”.

El comunicado acababa diciendo: "la tranquilidad es completa en toda España."

Todo en orden.

Masacre de casas viejas: España asiste sobrecogida a la noticia.

La prensa del corro quemaba incienso a favor del Gobierno. Un periódico llegó a equiparar los sucesos de Casas Viejas a un caso de pintoresco bandolerismo andaluz.

Todos cargaban las tintas contra los anarquistas. La prensa derechista también clamaba en contra de la violencia revolucionaria de la C.N.T. La opinión pública parecía unánime.

Sin embargo, pronto empezaron las preguntas incómodas:

— ¿Cómo era posible que en un pueblacho perdido en el culo del mundo hubiera vecinos tan chungos como para provocar semejante matanza?

— ¿Por qué el único superviviente era precisamente un guardia que los jornaleros habían tomado como rehén?

— ¿Como habían podido meterse 19 jornaleros armados en una choza de 10 metros cuadrados?

— ¿Cómo habían podido resistir en una choza de adobe, un ataque con ametralladoras y bombas de mano durante toda una noche?

Veamos lo que cuenta Azaña:

"Algunos periódicos empiezan a decir que el Gobierno se excede en la represión. El Socialista trae un artículo, en el galimatías que usa Zugazagoitia, tomando posiciones sobre el particular.

No piensan lo mismo sus ministros, en particular Prieto. Fernando de los Ríos me dice que lo ocurrido en Casas Viejas es muy necesario, dada la situación del campo andaluz y los antecedentes anarquistas de la provincia de Cádiz.

Por su parte, Largo Caballero declara que mientras dura la refriega, el rigor es inexcusable."
(Memorias de Azaña, 13 Enero 1933)

La cama del Seisdedos único mobiliario que no ardió en la choza.
La cama del Seisdedos, lo único que quedó en pie tras el incendio.

Algo huele a podrido en Casas Viejas.

Azaña pensaba que el asunto estaba controlado.

"He hablado con Casares por teléfono, después de cenar. Calma absoluta.

—¿Qué hay?— le pregunto.

Nada; que nieva.

¿Nieva? ¿Dónde?.

En Madrid.

¡Ah! Pues estoy en mi despacho y no me he enterado.

No ocurre otra cosa. Todo quedará enterrado bajo una capa de nieve y supongo que lo aprovechará usted para dormir le digo.

Es lo más sabio. Hasta mañana, general— me responde."

(Memorias de Azaña, 15/01/1933)

Sin embargo se equivocaba. Fue imposible enterrar la verdad.

La matanza de Casas Viejas.

Aunque el Gobierno ordenó incomunicar a los detenidos, no tardó en descubrirse la verdad.

El hecho en sí.

Después de incendiar la choza del “seisdedos” (con él y su familia dentro), la Guardia de Asalto había hecho una razzia por el pueblo.

Se dedicaron a registrar las casas. Detuvieron a 15 vecinos. Los fusilaron y arrojaron los cadáveres a la choza cuando todavía ardía.

La mayoría de las víctimas eran viejos y enfermos que no habían participado en los hechos. Los verdaderos protagonistas habían huido al monte.

El periodista Julio Romano no se atrevió a informar la verdad por temor a la censura, pero se dedicó a hacer "tiradas verbales" de lo que se contaba en el pueblo.

Sobraban las palabras: la fotografía que le hizo Campúa sujetando un cráneo a lo Hamlet habla por si sola.

Después vinieron los reportajes incontestables de Ramón J. Sender y Eduardo de Guzmán, publicados en los periódicos anarquistas La Tierra y Libertad.

Pasados unos días, varios Diputados se desplazaron al lugar y confirmaron los hechos con fuentes locales.

Víctimas de Casas Viejas
Víctimas de Casas Viejas

Azaña se come el marrón de Casas Viejas.

El Parlamento estaba cerrado por unas largas vacaciones navideñas... El Gobierno dejó pasar el tiempo.

Pero cuando sus señorías volvieron al trabajo el 2 de febrero, Azaña no pudo evitar que se planteara la tragedia:

En Casas Viejas no ha ocurrido sino lo que tenía que ocurrir… 

Defendió rotundamente la actuación policial con una frase poco afortunada.

La cagó.

Sin duda fue el mayor patinazo de su corta carrera política.

Ten presente que la Guardia de Asalto era un cuerpo policial creado por su gobierno para "liberar" al pueblo de la "brutalidad" de la Guardia Civil...

Vale.

La opinión pública ya era un clamor, pero Azaña decidió aguantar el tipo.

El rodillo parlamentario del Gobierno impidió que se creara una Comisión de investigación... pero no pudo evitar que se formara una comisión extraoficial de diputados que visitaron Casas Viejas los días 17 y 18 de febrero.

Una vez más, comprobaron in situ la realidad de los fusilamientos.

El clamor en España iba en aumento... 

Finalmente, el Gobierno tuvo que aceptar una Comisión Oficial para investigar los sucesos. Y una vez más se ratificaron todas las acusaciones.

Pero ya era tarde.

El periódico anarquista "La Tierra" del 3 de Marzo, acusa a los socialistas de "Silencio Mercenario" por votar en contra de la formación de una comisión de investigación.

El testimonio de Azaña es revelador:

"Los tres me han dado la misma noticia, a saber: que el capitán Rojas declaró anoche ante el juzgado especial y confesó ser verdad lo que dice Artal, o sea, que fusilaron a doce presos, y que Menéndez [Director General de Seguridad], en la estación de Madrid, les dio orden de aplicar la «ley de fugas». La cosa es tremenda" (Memorias de Azaña, 05/03/1933)

En efecto, la "cosa" era tremenda.

Artal había comandado el primer destacamento enviado desde Cádiz a Casas Viejas. El capitán Rojas había dirigido los refuerzos venidos desde Madrid con la orden de no hacer heridos ni prisioneros.

Artal no tenía responsabilidad en los fusilamientos y no le llega la camisa al cuerpo. Acabó "cantando". Se ordenó un careo entre Artal y Rojas ante el juez en el que Rojas se derrumbó y acabó reconociéndolo todo.

Imagínate el panorama.

La oposición se puso las botas.

La censura no podía impedir que la prensa publicara las acusaciones de “sangre, fango y lágrimas” que sus señorías se lanzaban en el Parlamento.

El Ministro del Interior (Casares Quiroga) hizo mutis por el foro con una oportuna baja por enfermedad, los ministros socialistas se pusieron de perfil... y el peso de la responsabilidad política recayó sobre el bueno de Azaña.

La crisis se resolvió con la dimisión Arturo Menendez (Director General de Seguridad) y la detención del Capitán Rojas. Fue condenado a 21 años la cárcel, se comió el marrón el solito.

Azaña consiguió el apoyo del Parlamento gracias al rodillo parlamentario que mantenía con socialistas, radicales-socialistas, galleguistas y ERC, pero solo temporalmente.

Quedó muy tocado ante la opinión pública y sólo aguantó seis meses más en el Gobierno.

Al final de ese año, la derecha arrasó en las elecciones.

*   *   *

Tras los sucesos de Casas Viejas Arturo Menéndez fue nombrado Delegado del Gobierno en la zona franca del Puerto de Barcelona (lo de las puertas giratorias viene de viejo).

Una vez en Barcelona, participó activamente en la fracasada declaración de independencia de Cataluña de 1934. Consiguió huir por el alcantarillado de la ciudad.

Vivió huido en Francia hasta que en 1936 fue amnistiado por el gobierno del Frente Popular y pudo volver a España.

Inmediatamente fue nombrado "Comisario del Estado en la Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste", (más puertas giratorias)

Pero no lo disfrutó por mucho tiempo del puesto: murió fusilado en Pamplona en julio del 36.

Me estoy adelantando, lo iré contando paso a paso en esta verdadera historia de la segunda República.

No hay comentarios:

Publicar un comentario