Índice del Blog

Gil-Robles y la victoria de la CEDA.

Gil Robles - Lider de la C.E.D.A. en un mitin

Gil-Robles y la victoria de la CEDA

Las elecciones de 1933 auparon al estrellato a José María Gil-Robles, un político poco conocido hasta esa fecha.

La C.E.D.A. (Confederación Española de Derechas Autónomas) se convirtió en el partido con más escaños del Parlamento, y José María Gil-Robles en el flamante líder de la derecha española.

Unos historiadores retratan a Gil Robles como un temible fascista que se ocultaba detrás de una careta democrática. Para otros, un auténtico demócrata al que hicieron la vida imposible el Presidente de la República y la izquierda revolucionaria.

Lo cierto es que el personaje se presta a equívocos.

Verás.

Gil Robles era un político camaleónico: lo mismo hacía declaraciones de tinte totalitario, como otras en las que se mostraba como del paladín de la democracia.

Unas veces se mostraba como un monárquico de corazón, mientras que en otras parece un sincero republicano.

Lo mismo se mostraba forofo de un estado aconfesional, como un furibundo católico apostólico romano.

Todo dependía del momento. No sé como lo ves tú. A mi no me extraña, tratándose de política española.

El exilio de Gil-Robles.

Para los españoles que ganaron la guerra fue un traidor, y si llega a caer en manos de los que la perdieron, probablemente no hubiera tenido tiempo de contarlo.

Ni los hunos, ni los hotros tuvieron ocasión. Lo cierto es que salió pitando de España dos días antes del golpe de Estado.

Acabó exiliado en Portugal. En la órbita del Conde de Barcelona (el abuelo del Rey), cuando éste todavía soñaba desde Estoril con sustituir al "Generalísimo".

Fue uno de los protagonistas del “contubernio” de Munich de 1962. Incluso llegó a ser abogado defensor de CC.OO. cuando ya Franco estaba más pallá que pacá.

No paró... llegó hasta a las primeras elecciones de la Transición en 1977, presentándose como el cicerone democristiano de la reconciliación española.  Fue el último y mayor estacazo. Tenía 77 años, no le votó ni la familia, lo que acabó con su dilatada carrera política.

¿Quién fue realmente Gil Robles?

¿Un adelantado a su tiempo?

o

¿El típico trepa jugando a dos barajas?

Gil-Robles en 1934. El nacimiento de una estrella.

En un inicio, Gil Robles no estaba destinado a tan altos vuelos. El devenir de los acontecimientos impulsaron su destino. 

Cuando llega la II República en 1931 Gil-Robles era la mano derecha de Ángel Herrera Horia, el CEO del periódico «El Debate», propiedad de la Asociación de Propagandistas Católicos. Con la Iglesia hemos topado.

Una inmensa masa de votantes había quedado huérfana tras el inesperado derrumbe de la Monarquía y Ángel Herrera funda Acción Nacional. El primer proyecto de la derecha española destinado a encauzar el voto conservador en el nuevo régimen republicano. 

Resulta que Herrera Horia no salió elegido por Madrid en las elecciones a Cortes Constituyentes, sin embargo, su pupilo Gil-Robles consiguió escaño por Salamanca.

De la noche a la mañana, un bisoño Gil-Robles se convierte en la cabeza visible de la derecha española, el papel que la Iglesia había asignado a su jefe.

Lo cierto es que el joven Gil-Robles, enseguida mostró dotes de hábil político y mejor organizador.

Aprovechó su condición de parlamentario para recorrer España de cabo a rabo, e ir reuniendo un fichero de antiguos “notables” y agrupaciones políticas conservadoras que habían quedado dispersas entre los escombros de la Monarquía. Desde la llegada de la República, nadaban a contracorriente.

Como el pastor que junta un rebaño disperso, Gil Robles fue potenciando las huestes de Acción Nacional.

Fruto de este intenso trabajo nació la CEDA (Confederación de Derechas Autónomas). En apenas dos años, Gil Robles había construido una estructura política moderna de ámbito nacional, que conseguiría ganar las segundas elecciones generales del periodo republicano. 

Coche de Gil Robles.
La "Mula amarilla" el coche que utilizaba Gil-Robles en sus campañas electorales por España.

Gil-Robles y el accidentalismo político.

Por el camino proclamó un acatamiento “expreso y leal” al régimen republicano. Tampoco tenía otra opción, era la única vía posible si quería gobernar algún día en aquél momento histórico.

La consigna venía de sus primeros jefes jesuitas (a los que nunca dejó de obedecer) que tenían hilo directo con el Vaticano.

Roma lo tuvo claro desde el primer momento: la restauración monárquica iba para largo, y había prisa por reparar "los derechos de Dios" que habían quedado muy malparados por el fanatismo de las Cortes Constituyentes.

La súbita reconversión al republicanismo sirvió a Gil-Robles para quitarse de en medio a los monárquicos más recalcitrantes.

Estos se separaron para formar Renovación Española, un pequeño partido donde fueron a parar los que habían sido hasta entonces pesos pesados de la derecha española: Goicoechea y Calvo Sotelo.

De un plumazo, se quitó de en medio a los únicos políticos que podrían hacerle sombra en el futuro.

Gil Robles reconoce en “No fue posible la paz” que el 90% de los afiliados a la CEDA eran monárquicos “de corazón”.

Así, mientras trataba de convencer a los suyos de que el fin justificaba los medios, viajaba en secreto a París para pedirle paciencia a Don Alfonso XIII "por el bien de España".

Lo mismo imitaba a Mussolini en los mítines de las juventudes del partido, como proclamaba su acatamiento "leal y sincero" a la República en el Parlamento.

Un personaje.

El hecho es que la C.E.D.A. neutralizó el crecimiento de la ultraderecha en la España Republicana.

Gil Robles se convirtió en el adalid del accidentalismo (como se decía en la época): la famosa “táctica” gilroblista que aparcaba en el limbo de los justos la restauración monárquica para acogerse a la legalidad republicana. Después… «Dios dirá» (como dice el refrán)

En aquel momento, el nuevo líder de la derecha española era un pipiolo regordete de 35 años de edad.

Una inesperada victoria electoral.

Ya he contado que la C.E.D.A. no se presentó en solitario a las elecciones generales de 1933. Gil-Robles fue el principal muñidor de una gran coalición de partidos conservadores conocida como “Frente de Derechas” o "Frente antimarxista".

La coalición obtuvo una resonante victoria de 215 escaños (entre todos no habían llegado a 30 en 1931), de los cuales 115 eran de la CEDA

En el capítulo dedicado a las elecciones de 1933 explico cómo era el sencillo programa de tres puntos con el que el Frente antimarxista ganó las elecciones.

En sus primeras declaraciones, Gil-Robles se mostró el primer sorprendido por un resultado electoral “mucho más favorable, si he de hablar sinceramente, que el que todos esperábamos” (Ahora, 21/11/33, pag 24)

Parece abrumado ante una responsabilidad inesperada.

Cuando le preguntaron acerca de la posibilidad de formar Gobierno, contestó: “creo que esta no es mi hora”. 

“Agotaría antes todos mis medios de persuasión para declinar tal ofrecimiento ante el Presidente de la República” 

“Hoy hay que formar un Gobierno de tipo centro, al que yo daré todas las facilidades, excepto la colaboración mía ni la de los míos.” (Luz, 21/11/33. pag 16)

Declaraciones al diario Luz de Gil Robles 21/11/1933
Declaraciones de Gil Robles al diario Luz: "Creo que esta no es mi hora."

Ca-ga-te-lo-ri-to.

No son declaraciones propias de un político que ha arrasado en las elecciones.

Tampoco está en el manual del buen fascista renunciar al Poder cuando las urnas te lo ponen al alcance de la mano.

Declaraciones que resultan más sorprendentes, si tenemos en cuenta que quedaba por celebrar la segunda vuelta, donde faltaba por dilucidar el destino de 94 escaños.

Si no conoces el sistema a dos vueltas, lo mismo te interesa el artículo sobre la Ley Electoral de la II República, te aseguro que ayuda a entender muchas de las cosas que ocurrieron en esa época. Entre otras, por qué todas las elecciones las ganaban "frentes", "conjunciones" o "coaliciones" de partidos, ya fueran de izquierdas o derechas.

En el capítulo dedicado a las elecciones del 33 hice la radiografía del “frente de derechas”. No voy a repetirme explicando el popurrí de partidos que ganaron las elecciones.

Sin embargo, sí voy hacer hincapié que en el programa electoral no se mencionaba el espinoso asunto de la Restauración de la monarquía.

Lo esquivaron todos a propósito. Se presentaban monárquicos junto con republicanos de centro y conservadores, mejor no meneallo. 

Sin embargo, la victoria aplastante complicó las cosas. 

¿Por qué? 

Hoy día estamos acostumbrados a que prometan la Constitución "por imperativo legal" políticos que quieren romperla. Sin embargo, en aquella época no se concebía formar Gobierno sin acatar el Régimen, ni la C.E.D.A. ni los monárquicos no lo habían hecho. Se ve que el sentido del honor tenía más importancia que ahora.

Cuando Gil-Robles hace sus primeras declaraciones está hablando en nombre del "Frente de derechas". En ese momento todos estaban de acuerdo en dejar gobernar a los radicales, pero manteniendo la unidad de acción para exigir el cumplimiento del programa que les había dado la victoria electoral.

El origen del Radical-Cedismo.

Durante la campaña electoral, el Frente de Derechas se hubiera conformado con tener un grupo parlamentario fuerte; pero ante la magnitud del triunfo, pronto empezaron los personalismos y las conveniencias políticas que dieron al traste con la coalición antes de que convocaran las nuevas Cortes.

En la segunda vuelta electoral, Gil Robles negoció con los radicales cediéndoles puestos en varias circunscripciones.

Según escribió 35 años después, lo hizo obligado por las circunstancias, para evitar que éstos se unieran a las izquierdas; sin embargo hubo otras contraprestaciones que no menciona en "No fue posible la paz": como compensación, Lerroux renunció a presentar candidatos en la capital de España.

Fruto del pacto, la CEDA y el partido Radical se repartieron 58 de los 94 escaños pendientes en la segunda vuelta.

El primer paso de la disolución del "Frente de Derechas" lo dió el Partido Agrario. Fueron los primeros en declararse oficialmente republicanos. Anunciaron que estaban dispuestos a participar en el Gobierno con algún Ministro “a título personal” y formaron grupo parlamentario propio.

La medida incomodó a varios diputados agrarios de ideología monárquica que abandonaron el partido y se pasaron a los independientes.

No obstante, el gran el bombazo llegó apenas 10 días después de las elecciones.

El Debate (órgano oficial de la C.E.D.A.) publicó el 15 de diciembre un editorial anunciando que la Iglesia Católica “no encuentra dificultad en avenirse con las diversas instituciones civiles sean monárquicas o republicanas” y ordenaba a los católicos acatar "el Poder civil en la forma con que de hecho exista y aportarán su leal concurso a la vida civil y pública”.

La Iglesia pedía a sus fieles que acataran el régimen republicano y Gil-Robles se postulaba para gobernar "cuando llegara la hora".

Titular del periodico "El Liberal" (16/12/1933)
Jocoso titular del periódico "El Liberal" propiedad de Indalecio Prieto (16/12/1933).

La prensa monárquica estalló en cólera. Reprochaban a Gil Robles los escaños que había conseguido la C.E.D.A. gracias a las concesiones hechas por los monárquicos en las listas conjuntas, y se preguntaban cual hubiera sido el resultado, si Gil Robles hubiera portado la bandera republicana durante la campaña.

Un lío.

El “Frente de Derechas” estaba definitivamente roto, por primera vez, Gil-Robles era llamado a consultas al Palacio Presidencial.

En sus memorias responsabiliza de la ruptura a los monárquicos de Renovación Española: "todas sus fracciones se negaban a apoyar una situación de centro y el partido radical se vería obligado a establecer una conjunción con las izquierdas".

Sin embargo miente.

Verás.

Era más que improbable que Lerroux se uniera a las izquierdas, ya que éstas habían hecho caer cuatro meses antes su primer Gobierno con alevosía y traición, como quedó explicado en el artículo dedicado al fin del bienio progresista

Pero si necesitas pruebas, verás que lo desmiente este artículo del propio Calvo Sotelo (pdf) publicado en el periódico La Nación una semana antes de la segunda vuelta de las elecciones.

Así justifica Gil-Robles su alianza con los radicales:

“De no conseguirse formar gobierno, se corría el peligro certísimo de que el presidente de la República disolviera unas cortes incapaces de gobernar”.

¿Y qué? ¿Acaso no acababa de ganar las elecciones?

¿No había tenido un éxito rotundo?

¿Que problema había en repetirlas ahora que tenía la opinión pública a su favor?

Nunca lo sabremos. Lo único cierto es que Gil-Robles no quiso volver a enfrentarse al electorado una vez que su partido se declaró republicano.

Por otro lado, un auténtico fascista hubiera exigido el Poder para no soltarlo nunca más. Habría impedido cualquier investidura que no fuera la suya. Tenía escaños de sobra para ello. Vete tu a saber lo que hubiera ocurrido después.

Pero Gil-Robles no hizo ni lo uno, ni lo otro.

Optó por apoyar el Gobierno minoritario de Lerroux (con el que se había conchabado para ganar la segunda vuelta) y ser al mismo tiempo el líder de la oposición.

Dejar que Lerroux se desgastara en el Gobierno y esperar a que Don Niceto Alcalá-Zamora acabara tendiéndole la mano para formar Gobierno.

Ahí es nada.

"No quedaba, pues, otro remedio que transigir con una situación de centro y obtener el mayor beneficio posible de la delicada coyuntura".

Un jesuita soplando y sorbiendo al mismo tiempo.

Vale.

Puede que Gil-Robles soñara con volver al turnismo, la vieja política de amable alternancia en el Poder de los tiempos de la Restauración. No contaba con que el Presidente tenía sus propios planes y le salió rana desde el primer encuentro.

Reconoció con amargura:

"El presidente de la República iniciaba la funesta política de quebrantar los partidos fuertes, para imponer su voluntad a base de combinaciones entre grupos fragmentados."

Mira quién fue a hablar.

Hay que tener en cuenta que todo esto lo contó a toro pasado, en las típicas memorias justificativas y autocomplacientes para quedar bien ante la posteridad; como la mayoría de personajes que sobrevivieron a la guerra.

En su momento se lo calló.

Siendo ambos conservadores y ahora que se había vuelto republicano, creyó que acabaría recibiendo las bendiciones de Don Niceto.

Puedes creerme o no. Es solo una suposición.

Lo que si es indiscutible es que hubo, nada más y nada menos, que 10 gobiernos (15 si sumamos los "reajustes ministeriales") en los dos años siguientes. Mucho tuvieron que ver las intrigas de Alcalá-Zamora, mientras el bueno de Gil Robles esperaba pacientemente a que llegara su hora. Hora que nunca llegó.

Con tanto cambio de Gobierno hubo poco tiempo libre para medidas concretas, y no se cumplió el programa electoral que (no olvidemos) votaron mayoritariamente los españoles en las elecciones de 1933. La derecha estaba fragmentada cuando quisieron repetir coalición en las elecciones de 1936.

Ambos hechos tuvieron trascendentales consecuencias. Lo iremos viendo en los siguientes capítulos de esta crónica política de la II República.

2 comentarios:

  1. valiente abogado del caso reace/ aceite de redondela.....

    ResponderEliminar
  2. el abogado gil robles trata de aclarar el asunto reace aceite de redondela; candido conde pumpido ferreiro y mariano rajoy sobredo, no....

    ResponderEliminar