Caída del Gobierno de Azaña.

Azaña tras presentar su dimisión a Alcalá-Zamora
Azaña a la salida del Palacio Presidencial (antes real) tras presentar su dimisión a Alcalá Zamora.

El descrédito popular que siguió a los sucesos de Casas Viejas en enero de 1933, marcó el principio del fin del Gobierno de coalición que tenía Azaña con socialistas y partidos republicanos de izquierda.

El proceso terminó con la convocatoria de elecciones generales a finales de ese mismo año.

Caida del Gobierno de Azaña

En este artículo voy a explicar la caída del Gobierno de Azaña que supuso el fin del bienio de izquierdas.

El primer síntoma de viraje en la opinión pública fueron las elecciones municipales de Abril de 1933. Estas elecciones fueron convocadas para elegir las corporaciones municipales que habían sido destituidas en los primeros meses de República.

Verás.

Elecciones municipales parciales de Abril 1933

La antigua ley electoral monárquica establecía que en aquellos ayuntamientos donde se presentaba una única candidatura, no hacía falta recurrir a las urnas.

Tela.

Las corporaciones que habían sido constituídas por este curioso procedimiento en las elecciones municipales que trajeron la república, fueron sustituidas por "comisiones gestoras" nombradas por el Gobierno (léase gente de la cuerda) con la aprobación del Parlamento.

En estos ayuntamientos el voto estaba tradicionalmente controlado por elementos conectados con el Poder. Caciques que mantenían sus redes clientelares practicando la usura, cambiando favores o intermediando en gestiones oficiales.

Si te crees que tras dos años de República, estos pueblos que tenían tanto analfabetismo como sarna que rascar, ya se habían convertido en modelos de normalidad democrática, adelante, ningún problema, pero considero que eres un poco ingenuo, o no conces España.

La mayoría los caciques de la España profunda se habían vuelto republicanos adaptándose a los nuevos tiempos, y los que no, directamente habían sido sustituidos por elementos afines.

Pues bien, las municipales de 1933 resultaron un desastre para Azaña y sus socios de Gobierno: sus candidatos sacaron la mitad de concejales que la oposición.

Azaña los calificó “burgos podridos” y la prensa amiga minimizó el resultado tachándolos de “últimos reductos del monarquismo”. No obstante, a nadie se le escapaba que esos mismos ayuntamientos habían sido "ministeriales" toda la vida: tierra conquistada para el partido en el Poder.

Era la primera vez que votaban contra un Gobierno, y el hecho fue interpretado como un síntoma de malestar social.

La caída de Azaña.

Alcalá Zamora aprovechó la ocasión para ejercer el poder moderador que le atribuía la Constitución.

Según la Constitución el Gobierno necesitaba una doble confianza para conseguir y mantener el Poder: la del Jefe del Estado y la del Parlamento.

El problema era que la redacción constitucional era muy vaga y confusa. No delimitaba con precisión el alcance de ambos poderesm y no quedaba claro quién mandaba sobre quién en caso que el Jefe del Estado y Parlamento no se pusieran de acuerdo.

Un campo de minas.

Para complicar más las cosas, Don Niceto se veía a sí mismo como un consejero de sus Ministros y le encantaba mangonear en los Gobiernos.

Según testimonios de los protagonistas, en vez de ejercer de moderador de forma independiente, Don Niceto se dedicaba a presionar para configurar los gobiernos a su gusto e interés, y aprovechaba cualquier ocasión para pasarse por el forro las mayorías establecidas en el Parlamento.

Un vicio heredado de su época de Ministro de Fomento con Alfonso XIII que Azaña calificó de “remedo del borboneo”.

Pero ojo, que nadie se venga a engaño. Los diputados también intentaban sacar tajada. 

Cuando estaban en la oposición, les parecía lógico y natural que el Presidente ejerciera sus funciones para influir o derrocar al Gobierno; pero una vez en el Poder... ¡Ay amigo! Toda intervención presidencial les parecía una intromisión inadmisible e intolerable.
“Por su parte, el Presidente, entrometido como un cacique, no se contenta con hacer recomendaciones a los ministerios para que se den destinos a sus amigos, sino que pretende dirigir personalmente la política.” (Memorias de Azaña. 28/Mayo/1933)

Yeah!!. 

*   *   *

El caso es que Don Niceto intentó refrenar la política de un Gobierno que —a su juicio— se había escorado demasiado a la izquierda y empezaba a poner en peligro la estabilidad del Régimen.

Provocó la caída del Gobierno de Azaña, cuando éste le propuso una remodelación en junio.

No había ningún tipo de crisis en la coalición. Se trataba de una simple reorganización ministerial para sustituir al Ministro de Hacienda (padecía cáncer) y desdoblar el ministerio de Agricultura, Industria y Comercio.

Don Niceto objetó que antes de aceptar los nuevos nombramientos, debía llamar a consultas a los representantes de los partidos. Azaña (que ya se lo esperaba), lo interpretó como una retirada de la confianza presidencial y en el mismo acto presentó la dimisión.

El objetivo del Presidente era restaurar la "concordia republicana" haciendo que volviera al Gobierno el partido Radical (segundo en número de escaños: 90).

Los radicales habían participado en el Gobierno provisional de los primeros meses, pero pasaron a la oposición a principios de 1932 por no estar de acuerdo con las políticas marxistas del PSOE (primero en número de escaños con 115).

Desde entonces Alejandro Lerroux (su jefe de filas) acusaba a Azaña (con solo 26 escaños) de ser una marioneta en manos de los socialistas.

Uff....

Alejandro Lerroux comparece ante los peridistas.
Alejandro Lerroux comparece ante la prensa tras ser llamado a consultas por Alcalá Zamora (Ahora. 9/6/1933)

Lógicamente, los partidos de la coalición de Gobierno no se mostraron por la labor.

El primero que vetó a los radicales fue el PSOE (donde empezaba a imponerse la vía revolucionaria de Largo Caballero). Tampoco estuvieron por la labor los Radical-socialistas (tercera fuerza con 59 escaños) que procedían de una excisión del Lerrouxismo.

A todo esto, el periódico "El Socialista" empezó a publicar veladas amenazas de huelga general y desórdenes de orden público si el PSOE salía del Gobierno.

Un lío.

En definitiva la crisis provocada por Alcalá Zamora fue inútil dada la composición del arco parlamentario de las Cortes Constituyentes.

Al Presidente no le quedó otro remedio que envainársela y recurrir a un Gobierno apoyado en la misma mayoría que el anterior.

Todo quedó en agua de borrajas, pero la herida se había cerrado en falso y sólo tardó tres meses en volver a supurar. 

Concretamente el 8 de Septiembre y vino de nuevo precedida por unos malos resultados electorales.

Elecciones al Tribunal de Garantías Constitucionales de Septiembre 1933.

Se trataba de la elección de vocales al Tribunal de Garantías Constitucionales, antecesor del actual Tribunal Constitucional y —lamentablemente— tan politizado como en la actualidad.

De los 23 puestos electivos, dos salían del propio Parlamento, otros dos los votaban los colegios de abogados, cuatro los catedráticos de Derecho y el resto salían eran concejales municipales en representación de cada una de las regiones de España.

Los partidos del Gobierno sólo consiguieron la tercera parte de los vocales y, una vez más, los resultados fueron interpretados en clave de malestar político y social.

Elecciones al Tribunal de Garantías Constitucionales
Elecciones al Tribunal de Garantías Constitucionales en Sevilla (Ahora. 5/09/1933)

Sorprendió que por los abogados (el sector profesional que más activamente había apoyado el advenimiento de la República) saliera elegido Calvo Sotelo.

Aunque había sido elegido diputado en las primeras elecciones republicanas, seguía exiliado porque una comisión parlamentaria de "Responsabilidades Políticas" lo había encontrado culpable de cohecho por su actuación como Ministro de Hacienda de la dictadura.

Tambien resultó llamativa la elección de Juan March (también diputado) que llevaba año y medio encerrado en calidad de “preso gubernativo” (léase sin mandato judicial) por orden de la misma comisión parlamentaria .

Cuando la opinión pública empezaba a preguntarse por qué no lo soltaban o bien lo juzgaban de una puñetera vez, March resultó elegido juez del alto Tribunal.

Pero lo peor de estas elecciones fue que terminaron de envenenar las relaciones entre los partidos que compartían el Poder.  A la vista del resultado, era evidente que no se habían respetado los pactos electorales y, por primera vez, llegó al Consejo de Ministros la lucha que venía enfrentado a los partidos de la coalición en la calle.

Ya no iba ni Dios al Parlamento. Para hacer quorum se hacían coincidir las votaciones con el día de cobro de dietas. Se habían promulgado las principales leyes de desarrollo de la Constitución, y las Cortes (que no olvidemos eran Constituyentes) ya estaban durando demasiado.

Algunos me dicen que la falta de asistencia de los diputados se debe en gran parte a la ley de Incompatibilidades, porque muchos saben que no podrán ser reelegidos y ya no les importa el cargo de diputado. (Memorias Azaña, 8/Agosto/1933)

El hecho es que Alcalá-Zamora volvió a la carga: retiró de nuevo la confianza al Gobierno y volvió a provocar su dimisión.

El Gobierno de Lerroux y la exclusión del P.S.O.E.

El arco parlamentario seguía siendo el mismo y, según la experiencia anterior, parecía que esta crisis tampoco iba a tener solución.

Sin embargo Lerroux se las apañó para formar un nuevo Gobierno ampliando el número de carteras a trece, de las que siete estaban ocupadas por los mismos partidos que habían gobernado con Azaña, pero con la significativa exclusión del PSOE.

Después de toda una vida de lucha política, el histórico líder republicano alcanzaba por primera vez el Poder a los 70 años de edad.

Su problema era que lo hacía con una pesada mochila a la espalda: los mismos partidos a los que venía haciendo oposición.

Sus primeras declaraciones fueron una promesa de reconciliación: “Vengo a pacificar España y si me dejan, a consolidar la República”, y propuso modificar unas medidas que otros “a pesar de su buena voluntad” habían hecho mal y eran la causa del creciente malestar social. 

Anunció relajar la interpretación de la Ley de Términos Municipales que había diseñado Largo Caballero para acabar con el “caciquismo patronal”.

La ley impedía a los jornaleros trabajar fuera de su propio término municipal. Para entendernos: los jornaleros de Villariba no podían trabajar en Villabajo.

La Ley pretendía evitar que los patronos introdujeran mano de obra forastera para bajar el precio de los jornales, pero tenía el serio inconveniente de que acentuaba el paro en los ayuntamientos con poca carga de trabajo, mientras que en los más grandes quedaban las cosechas sin recoger.

No está nada claro a quién cabreaba más la ley: si a los patronos o los jornaleros.

Lerroux también prometió reformar los Jurados Mixtos: unos órganos de conciliación formados para la resolución de conflictos laborales.

Como estaban compuestos con igual participación de patronos que de obreros, el voto del presidente era decisivo. El caso es que desde que el P.S.O.E. controlaba el Ministerio de Trabajo, la UGT se había ido apoderando de las presidencias haciendo de ellas arma electoral; esto, lógicamente, tenía muy cabreados al resto de interlocutores sociales.

Los empresarios se quejaban de que los jurados no eran imparciales y la CNT de que pretendían arrebatarles sus afiliados. Si hemos de creer el testimonio del propio Azaña CNT y UGT vivían una "guerra civil".

Lerroux también anunció una amnistía para libertar los "presos gubernativos" por motivos políticos. Solo quedarían detenidos aquellos que estuvieran sometidos a procesamiento judicial. Se calcula que al final del bienio "progesista" había unas 8.000 personas encarceladas sin intervención judicial.

Las intenciones de Lerroux parecían buenas. No obstante, no pudo cumplir sus promesas porque su Gobierno sólo duró 21 días.

Lo que tardó en presentarse ante las Cortes.

Veréis.

Parlamento Reupublicano cuando Lerroux se presenta ante las cortes.
Lerroux presenta su Gobierno ante las Cortes. (Ahora. 3/10/1933)

Un sainete parlamentario.

El 2 de Octubre Lerroux fue al Parlamento “entregado a la indulgencia de todos, para que consideren los intereses del régimen”. Recordó que la I República había caido por las "luchas intestinas" y pidió apoyo temporal para sacar adelante los presupuestos, que ya debían estar presentados y no se habían empezado a preparar.

Sin embargo, mantuvo el mismo criterio que venía pregonando desde la oposición: las Cortes habían excedido su función Constituyente y estaban "divorciadas de la opinión del país".

Indalecio Prieto contestó con un duro discurso en el que le reprochó solicitar la confianza a unas Cortes que consideraba acabadas. Anunció el fin de la colaboración del P.S.O.E. con los partidos republicanos que se habían prestado a "eliminar a los socialistas del Poder", y presentó una moción de “no confianza” al Gobierno (venía a ser una moción de censura previa).

Lo de los socialistas era cosa sabida.

El auténtico campanzo lo dio Azaña (su partido tenía un Ministro en el nuevo Gobierno) al sumarse a la moción de Indelecio Prieto, y lo que es todavía más chocante: arrastró consigo al resto de sus antiguos socios que también se habían prestado a colaborar con Lerroux.

¿Comorr?

A Lerroux no le extrañó la postura de Indalecio Prieto, al que calificó de león “y entre leones siempre podremos entendernos”, pero se cebó con Azaña acusándole de no tener corazón, como las serpientes.

Textual: le llamó "serpiente".

Le espetó que un león nunca podría pelear con una serpiente, y que en vista del panorama, se iba a Palacio a presentar la dimisión al Presidente.

Titular del Periódico El Socialista tras la caída de Azaña
El día anterior a la investidura, Largo Caballero había manifestado en un mitin que prefería "la anarquía y el caos al fascismo" y anunció la ruptura del PSOE con los partidos republicanos. (El socialista 3/10/1933)

Unos historiadores responsabilizan del sainete a Lerroux por su "actitud provocadora", mientras que otros opinan que todos fueron a la sesión con la tela cortada de casa.

Todo depende a quien quieras creer. Ya sabes.

El hecho es que cuando Lerroux y sus ministros se levantaban para largarse, fueron requeridos por el Presidente del Parlamento (Julián Besteiro) para que permanecieran en el banco azul hasta que se resolviera la votación de “no confianza” presentada por Indalecio Prieto.

¿Eh?

Besteiro (a pesar de que era catedrático de lógica) obligó al Parlamento a votar la “no confianza” de un Gobierno que ya no existía por que acababa de dimitir.

¡Oh!

Verás... todo tiene explicación.

El verdadero objetivo del sainete era que el Gobierno no saliera dimitido, sino derrotado por las Cortes. De esta forma incapacitaban a Lerroux para que intentara formar un nuevo Gobierno en aplicación del Art. 75 de la Constitución.

¿Te das cuen?

Pues los oxpertos en historia siguen poniendo el VAR para ver si fue penalty o falta en ataque.

Convocatoria de elecciones. Noviembre de 1933.

Con los partidos republicanos a la gresca, el P.S.O.E. más cerrado que el coño de una muñeca, y el partido radical-socialista escindiéndose entre los que estaban a favor y en contra de colaborar con el PSOE. Decía que ya no quedaba nada de la antigua coalición “republicano-socialista” que había contolado el Poder desde el nacimiento de la República.

La situación se volvió ingobernable y fue inevitable convocar elecciones.

Pero se presentaba la compleja decisión quién sería el encargado de organizarlas.

Nueva crisis (la sexta en dos años y medio) y nuevas llamadas a consulta en el Palacio Presidencial. Aquello superaba las sempiternas crisis de gobierno de la época alfonsina.

No se ponían de acuerdo porque según la rancia tradición hispana, las elecciones se ganaban en la cocina del Ministerio de la Gobernación (actual Interior) y nadie se fiaba de nadie.

Tras cinco días sin Gobierno y una misteriosa visita de Azaña, Marcelino Domingo y Martínez Barrio al domicilio particular de Lerroux (lo pillaron durmiendo en la cama), el viejo republicano accedió a que fuera su segundo de filas el encargado de organizar las elecciones (en sus memorias, lo calificó de traición).

Nacía así el primer Gobierno de Martínez Barrio (presidió un segundo gobierno entre entre el 18 y el 19 de julio del 36, pero esa es otra historia). Este fue un gobierno provisional con el único propósito de dirigir las elecciones.

El Gran Maestre de la masonería española formó un Gobierno constituido por republicanos de segunda fila (un independiente en Gobernación) donde la única misión de los ministros seía vigilarse unos a otros para que nadie pudiera usar el Poder en beneficio electoral.

Se convocaron elecciones para el mes siguiente: la primera vuelta el 19 de Noviembre y la segunda el 3 de Diciembre de 1933.

*   *   *

Lo cierto es que fueron unas elecciones modélicas. Hay relativo consenso en que son las más limpias de todo el periodo republicano y vinieron a demostrar el descontento de la opinión pública.

Acaba así el primer bienio conocido como “progresista” y empezaba el segundo bienio "radical-cedista", también apodado "negro" por el lobby historiográfico subvencionado.

Lo vemos en próximos capítulos de esta Crónica Política de la II República.

No hay comentarios:

Publicar un comentario