"Casi todos los gobernadores de Portela han huido, abandonando las provincias. En algunas, también se ha marchado el secretario del Gobierno. No hay autoridades en casi ninguna parte y la gente anda suelta por las calles".
Quien escribió estas líneas acababa de ser investido Presidente del Gobierno español tras las elecciones de febrero de 1936.
Azaña tuvo que aceptar, deprisa y corriendo, el nombramiento que le ofreció el Presidente de la República saltándose a la torera el procedimiento legal de traspaso de poderes.
Un procedimiento totalmente atípico: tres días después de las elecciones, sin terminar el escrutinio oficial, sin que se hubiera celebrado la segunda vuelta, y sin esperar a que se constituyeran las nuevas Cortes.
¿Cómo lo ves?
Las elecciones de febrero 1936
Creo que Azaña era consciente del lío en el que se había metido. Mira lo que escribía en sus diarios el 20 de febrero, un día después del singular nombramiento:
“resulta que el Gobierno republicano nace, como el 31, con chamusquinas. El resultado es deplorable. Parecen pagados por nuestros enemigos”.
La gente suelta por las calles eran las huestes obreristas del "Frente Popular": sus socios de coalición se dedicaron a asaltar las cárceles al día siguiente de las elecciones. Tenían prisa por liberar a los condenados por el golpe de Estado de 1934.
Pronto siguieron atentados a personas, incendios de iglesias ("chamusquinas" según apunta con cinismo), asaltos a periódicos, y sedes de los partidos “enemigos del pueblo”.
Manifestación frente a la cárcel modelo de Madrid exigiendo la liberación de los presos al día siguiente de las elecciones. ("La agonía de España", 1936) |
Imagina como estaría el ambiente, que la derecha aceptó sin rechistar el improvisado nombramiento de Azaña.
No solo eso. También votaron a favor de su primera disposición de gobierno en el curso de una sesión que duró menos de 50 minutos:
Aprobaron un precipitado decreto de amnistía que daba apariencia legal a las excarcelaciones. El artículo 102 de la Constitución prohibía las amnistías generales.
A la oposición no le llegaba la camisa al cuerpo. Si no me crees, mira lo que escribió Don Manuel en su diario:
"Tienen tanto miedo que, si no llevase el proyecto de ley a la Diputación de las Cortes, acabarían por venir a pedírmelo."(La Diputación de las Cortes ejercía las funciones del Parlamento mientras este se encuentra cerrado).
Según la Constitución, Portela Valladares debía entregar el Poder el 16 de Marzo, un mes después de las elecciones. Una vez constituidas las nuevas Cortes y después de dar cuenta de su gestión del proceso electoral.
Pero como vio fracasado el proyecto de fabricarle un partido a Alcalá Zamora, y no paraban de llegar telegramas de los Gobernadores Civiles alertando del tsunami de violencia que se extendía por España, decía que al viejo tránsfuga le dio un soponcio y presentó la dimisión.
El Gobierno de Portela dejó a los funcionarios encargados del escrutínio en manos de las turbas.
Después de una campaña electoral repleta de mítines prometiendo vendetta a los que habían abortado la revolución de Asturias, cualquiera era el guapo que les metía en cintura sabiendo que iban a gobernar en breve.
Portela dejó tirado el Poder “como si me entregase las llaves de un piso desalquilado”, escribió Azaña en su diario.
Francisco Galán (instructor de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas) arenga una multitud frente al Ministerio del Interior al día siguiente de las elecciones. (Ahora. 18/02/1936) |
Así se entiende mejor que todos cantaran "amén" cuando don Niceto le pasó la patata caliente a Manuel Azaña. Como cabeza de cartel del Frente Popular, hasta los falangistas coincidieron en que Azaña era el mejor colocado para impedir que las masas se lanzaran a la calle a imponer su santa voluntad.
José Antonio Primo de Rivera escribió en "Arriba" un elogioso artículo anunciando que había llegado la hora de Azaña "frente al triste pantano cedoradical del último bienio".
La resurrección de Manuel Azaña en las elecciones de 1936
Llegados a este punto, puede que te interese conocer la trayectoria política de Manuel Azaña desde que dejó de ser Presidente del Gobierno a finales de 1933.
Puedes creerme o no, pero tras su descalabro en las elecciones de 1933, pocos españoles hubieran apostado que Azaña volvería a gobernar algún día.
Salió del gobierno totalmente desprestigiado. En Madrid no le votó ni la familia. Consiguió escaño gracias a que su amigo Indalecio Prieto le cedió un puesto en las listas del P.S.O.E. por Bilbao.
A lo largo de 1934 adoptó un perfil bajo, sin apenas actividad parlamentaria. Renunció al típico recurso del pataleo que solo hubiera desgastado más su imagen. A la chita callando, se dedicó a construir un nuevo partido: Izquierda Republicana.
Izquierda Republicana nació de los escombros su anterior partido: Acción Republicana, al que se fueron sumando otros náufragos de las elecciones del 33: el ala más izquierdista del partido radical-socialista y la O.R.G.A., los galleguistas de su inseparable amigo Santiago Casares Quiroga.
Don Manuel recorría España buscando apoyos, cuando el golpe de estado independentista de Cataluña le pilló en una situación muy comprometida: el día anterior se le había visto reunido con los dirigentes de la Generalidad. Fue detenido mientras se escondía en el domicilio de un alto funcionario de la misma.
Tomó las uvas en un barco-prisión del puerto de Barcelona.
Sin embargo, paradójicamente, este momento marca el inicio de su resurrección política.
Verás.
Azaña recibe la visita de su mujer estando preso en el destructor Sanchez Barcaiztegui. |
A principios de 1935 el Supremo sobreseyó su caso por falta de pruebas. La comisión de investigación parlamentaria a la que le sometió la derecha resultó estéril.
Lo de siempre: solo sirvió para convencer a los que ya estaban convencidos. A cambio, recibió una aureola de mártir injustamente perseguido.
Después vino una gira de mítines multitudinarios "en campo abierto" por obra y gracia del P.S.O.E. y la U.G.T., que movilizaban a sus masas para hacerle la clac.
"El señor Azaña dio un mitin en un campo de las cercanías de Madrid a donde fueron a oírle muchos millares de personas, la mayoría socialistas y obreros, el resto republicanos".El caso es que la gira le sirvió para volver a llenar titulares y ponerlo de nuevo en candelero.
La formación del Frente Popular en las elecciones españolas de 1936
A la facción más templada del socialismo, encabezada por Indalecio Prieto, le interesaba potenciar una figura del izquierdismo liberal y burgués. La presencia de Azaña mitigaba el repelús que suscitaba la violencia revolucionaria de Largo Caballero en amplios sectores del electorado progre.
El Lenin español y sus nuevos amigos comunistas (andaban en negociaciones para fundirse en un solo partido) seguían en modo avión con la lucha de clases y la dictadura del proletariado, o sea, la de ellos.
En el P.S.O.E. andaban a hostia limpia prietistas con caballeristas (Besteiro influía menos que un pin de nevera); sin embargo, todos coincidían en la necesidad de presentarse en coalición. La absurda Ley electoral de la II República impedía que un partido pudiera ganar en solitario las elecciones.
Para no espantar a las clases medias progresistas moderadas, tocaba reeditar una coalición republicano-socialista como en las elecciones de 1931.
Azaña empezó formando una coalición de partidos republicanos de izquierda. A saber: además de la mencionada Izquierda Republicana, se sumó Unión Republicana: formada por los tránsfugas que Martínez Barrio arrancó al Partido Radical de Lerroux en febrero de 1934, y el Partido Nacional Republicano de Sanchez Román formado con los restos de liquidación de la intelectualoide “Agrupación al Servicio de la República”.
Los socialistas se unieron a finales de 1935. Tras una espinosa negociación en la que los republicanos tuvieron que aceptar las exigencias de Largo Caballero para que entraran también los comunistas.
Fue precisamente el P.C.E. quien puso de moda el término “Frente Popular”, un término que ya venían utilizado en Francia siguiendo consignas de Moscú.
Los Frentes Populares eran la nueva estrategia de Stalin. Una "fórmula transitoria" para frenar el “fascismo” y, ya de paso, derrotar a la burguesía utilizando sus mismas armas electorales. En el 7º congreso de la III Internacional, su secretario Jorge Dimitroff la describió como la “táctica del caballo de Troya”.
El Frente Popular tenía su propia franquicia en Cataluña: “Front d' Esquerres” que agrupaba a las izquierdas catalanas en torno a E.R.C.
Las elecciones de 1936 se convirtieron en un plebiscito sobre la revolución de Octubre, igual que las del 31 lo fueron sobre la monarquía. |
Aunque la coalición se presentó con un único programa electoral, lo cierto es que cada uno se rascaba con sus propias uñas: los marxistas se comprometieron a dar sus votos, pero se negaron a formar parte del futuro gobierno.
Para ellos (no lo ocultaban) las elecciones eran “una gran batalla revolucionaria” que abriría “el camino para acciones de tipo superior” (Mundo Obrero, 21/01/1936).
Puesto que el Gobierno iba a estar constituido exclusivamente por republicanos burgueses, los marxistas les dieron más candidatos en las listas de lo que justificaban sus pobres resultados en las últimas elecciones.
Los del Partido Nacional Republicano se pusieron nerviosos por las exigencias de los “bolchevizantes” (como se decía en la época) y abandonaron la coalición en el último momento. Una cosa era que los marxistas se negaran a renunciar a la revolución, y otra muy distinta que se negaran a disolver sus milicias armadas.
En cambio, recibieron el apoyo de los anarquistas. Tradicionalmente se negaban a colaborar con cualquier organización estatal “opresora”, pero les convenía apoyar la amnistía que prometía el Frente Popular.
El programa electoral del Frente Popular
La prueba de que la coalición era una mayonesa mal ligada la encontramos en el programa electoral del Frente Popular.
Acordaron un texto cargado de buenas intenciones, pero lo realmente llamativo es el énfasis que pusieron los partidos burgueses en plasmar lo que rechazaban de sus socios marxistas.
Mira.
“Los republicanos no aceptan el principio de la nacionalización de la tierra y su entrega gratuita a los campesinos solicitada por los delegados del Partido Socialista [...]
no aceptan el subsidio de paro, solicitado por las representaciones obreras [...]
no aceptan las medidas de nacionalización de la banca propuestas por los partidos obreros [...]
no aceptan el control obrero solicitado por la representación del Partido Socialista…..”
De los nueve firmantes del documento, siete eran partidarios de lo que resultaba inaceptable para los otros dos.
Si añadimos que los marxistas aportaban una cantidad de votos infinitamente mayor que los de la izquierda burguesa, quedaba clarinete quien tenía la sartén por el mango.
No obstante, nada de esto constituyó obstáculo para que el "acuerdo" fuera todo un éxito: sirvió para engatusar a la burguesía progre y hacer frente a un centro-derecha etiquetado en bloque como “clerical-fascista”.
Todo en orden.
Elecciones febrero 1936 y el "Frente de derechas"
Si a la coalición de izquierdas se le veían las costuras, no menos absurdo era el popurrí de partidos que constituyeron el "Frente de derechas", también conocido como “Frente antirrevolucionario”.
Como ya he mencionado, la Ley Electoral favorecía las mayorías. El instinto de conservación se imponía entre toda casta política y todos se presentaban en coalición.
La C.E.D.A. era el partido mayoritario de la derecha y el mejor implantado en la geografía nacional. Gil-Robles (apodado "El Jefe" por las juventudes del partido) se encontró en posición ventajosa para negociar las listas electorales con el resto de partidos antimarxistas.
Tras las elecciones de 1933 habían acabado como el rosario de la aurora. Esta vez ni siquiera se molestaron en presentar un programa conjunto.
En realidad no era una alianza de gobierno. Se trataba de una candidatura con el eslogan “contra la revolución y sus cómplices”, en la que cada uno tiraría por su lado al día siguiente de las elecciones.
Puro cambalache.
No había ningún tipo de compromiso. Se trataba de una coalición "anti" en la que sus votantes sabían lo que rechazaban: la revolución marxista, pero no sabían a favor de qué votaban.
La lluvia destiñó este arrogante cartel de "El Jefe" en la Puerta del Sol, causando rechifla entre los madrileños. |
Confeccionarion unas listas electorales a varias bandas, como dijo Gil Robles: “adaptadas a las peculiaridades de cada provincia”.
Te explico.
— En unas candidaturas se presentaban los democristianos de la C.E.D.A. junto con candidatos del "Bloque nacional", que eran monárquicos de corte autoritario y antiparlamentario.
El "Bloque Nacional" estaba a su vez constituido carlistas y alfonsinos: dos ramas dinásticas que venían dandose de h0stias desde principios del XIX.
— En otras provincias, la muy mucho católica C.E.D.A. se presentaba con los republicanos de Miguel Maura, el mismo que había expulsado de España al cardenal Segura y asistido impávido a la quema de iglesias del 31, siendo Ministro de Interior del primer Gobierno provisional.
— En otras circunscripciones, los de Gil-Robles se presentaban con los radicales de Lerroux de ascendencia masónica y anticlerical. Fueron sus principales socios de gobierno durante el segundo bienio, hasta que el escándalo del Straperlo y el asunto Nombela hicieron trizas la coalición.
— En otras, la C.E.D.A. iba coaligada con el partido Agrario. Ambos se habían convertido en republicanos de ocasión, a cambio un plato de carteras ministeriales tras las elecciones de 1933 .
— El puzzle se completaba con el "Front Català d'Ordre": la franquicia catalana de la derecha, encabezada por la "Lliga Catalanista" (durante la monarquía "regionalista") de Cambó.
Cambó era tan nacionalista como Companis, lo único que le fastidiaba del estatuto catalán era no haberlo firmado él.
Ya te digo: un sudoku.
* * *
Mientras el electorado de izquierdas acudió a las urnas ilusionado con la amnistía y la readmisión de obreros y funcionarios despedidos tras la mal llamada revolución de Asturias (en realidad fue un golpe de Estado), decía que el electorado de derechas tuvo que votar tapándose la naríz:
a nadie se le escapaba que Gil Robles había tenido todo un año para acabar con el peligro revolucionario que ahora prometía erradicar.
![]() |
"Contra la revolución y sus cómplices": principal eslogan de la coalición antimarxista. |
El pucherazo de las elecciones de 1936
La derecha aceptó el improvisado nombramiento de Azaña. Pensaron que era provisional: tapar el vacío de Poder originado por la huida de Portela que no afectaría al recuento electoral.
Já.
Como dice el refrán: "el que a sí mismo se capa, buenos cojones se deja". Los republicanos se pusieron a gobernar como si hubieran ganado las elecciones.
A pesar de un tranquilizador discurso (radiado a toda España), en el que Azaña se presentó como un hombre enérgico dispuesto a mantener el orden:
«Nosotros no hemos venido a presidir una guerra civil; más bien hemos venido con la intención de evitarla»
Lo cierto es que la marcha de Portela no acabó con la violencia política, al contrario, la extrema izquierda se vino arriba.
Aumentaron los escraches en torno a edificios oficiales, ocupaciones de ayuntamientos, motines en las cárceles (los presos comunes se sumaron a la fiesta), nuevas “chamusquinas” de iglesias, y asaltos a sedes de partidos, periódicos, domicilios sociales de la patronal y círculos agrarios.
El nuevo gobierno calificaba los disturbios como "expresiones de júbilo popular" y responsabilizaba de la violencia a las "provocaciones fascistas".
Bien.
Asaltos a comercios e incendios en Puente de Vallecas ("La agonía de España", 1936). |
Los hechos: además de la dimisión de Portela Valladares, once gobernadores civiles abandonaron precipitadamente sus puestos por coacciones. Dos días después de las elecciones, el balance era de 16 muertos y 36 heridos graves.
Este es el ambiente de normalidad democrática en que se realizó el escrutinio de las elecciones de 1936.
Cada uno puede pensar lo que quiera, pero las garantías de imparcialidad parecen escasas.
"Ha habido en las más de las provincias desde que terminó la votación legal, enjuagues, falsedades y coacciones, determinantes de la resurrección de unas cuantas docenas de candidatos derrotados que no decide la mayoría, pero contribuye a desnivelarla." (Niceto Alcalá-Zamora. Diarios 22/02/1936)
* * *
Desde que Javier Tusell señaló por primera vez la existencia de irregularidades, la discusión historiográfica actual no se centra en si hubo pucherazo (que pocos historiadores ponen en duda), si no su verdadera dimensión: en qué medida ayudó a configurar la mayoría absoluta del Frente Popular.
Alteraciones en una plantilla de la Junta Provincial del Censo de Jaén. (Sacado del último trabajo sobre las elecciones de 1936 de Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García) |
Ahora bien, eres muy libre de creer que el recuento electoral fue impoluto en aquel ambiente de escraches y coacciones. No voy a ser yo quien prohiba la libertad de pensamiento como pretende la Ley de memoria Democrática.
El pensamiento no delinque, faltaría más.
"Transcurren los días, y se desconocen, con inaudita tardanza de los escrutinios, los datos electorales precisos. Se ve claro que los desórdenes han servido y aún sirven para lograr radiantes resurrecciones postelectorales escasos de mayoría no alcanzada el día 16."
Ahora bien, si nos centramos en cuántos de nuestros abuelos votaron rojo y cuántos azul, las elecciones de 1936 en España resultaron en un empate técnico.
Las izquierdas subieron un millón y medio de votos respecto del batacazo de 1933, mientras que las derechas solo consiguieron mejorar el resultado en 700.000. La razón de que todos subieran es el aumento de participación, sumado a un incremento del censo respecto las últimas elecciones.
Cuatro millones cuatrocientos y pico mil españoles votaron al Frente Popular, mientras que otros cuatro millones cuatrocientos y poco mil votaron al Frente Antimarxista.
Los votos restantes (cerca de seiscientos mil) fueron a parar a un variopinto grupo de partidos (desde el PNV hasta Falange), de los cuales, la mitad fueron a parar al chiringuito centrista de Portela Valladares.
Pensarás. Si ambas coaliciones tuvieron parejo número de votos... ¿Como se explica el triunfo arrasador del Frente Popular?
Te explico.
— Primero, la disparatada forma de convertir los votos en escaños de la Ley Electoral.
— Segundo, los atropellos en el escrutinio de varias provincias.
— Tercero, la anulación abusiva de 12 actas por obra y gracia de la comisión parlamentaria encargada de dirimir las actas protestadas (la ley electoral había hurtado esta función al Tribunal Supremo).
— Cuarto: la repetición de elecciones en Cuenca y Granada. Aquello fue de chiste: primero arrasó el Frente de derechas, y en la repetición arrasó la izquierda (así de "tornadizo" era el electorado).
Estos cuatro factores convirtieron un empate técnico en un arrasador triunfo de las izquierdas: 263 escaños fueron para el Frente popular, 156 para el Frente de derechas y 54 para el centro.
En la primera sesión de la legislatura se escuchó "La Internacional" por primera vez en la historia del Parlamento Español. |
Una vez más se impuso el "trágala" de la más rancia tradición española.
Lo peor es que el nuevo Gobierno continuó a remolque de sus socios marxistas.
Hasta tal punto, que el propio Azaña se cansó de sufrir desplantes y vejaciones de quienes le habían ayudado a ganar las elecciones y abandonó el Gobierno dos meses después de haberlo aceptado.
Una huida hacia adelante para convertirse en el segundo Presidente de la República.
Esto lo cuento mejor en el capítulo dedicado a la Proclamación de Azaña Presidente de la II República.
No hay comentarios:
Publicar un comentario