El rey desnudo: la entrevista de José María Carretero a Alfonso XIII en el exilio
¿Fue Alfonso XIII un buen rey? El Caballero Audaz
¿Fue Alfonso XIII un buen rey? La pregunta, que da título al libro de José María Carretero, más conocido como El Caballero Audaz, sigue siendo objeto de agrias polémicas.
Este artículo es una reseña del volumen Alfonso XIII, ¿fue un buen rey? (1934), un análisis de una desconocida fotografía del rey en Las Hurdes, y el giro en la mirada del propio Carretero tras su desencanto con la Segunda República.
La escena de Las Hurdes: un rey desnudo y un médico influyente
Resulta que Carretero, publicó en 1934, dentro de su colección "Al servicio del pueblo", un libro titulado: Alfonso XIII, ¿fue un buen rey?
La cubierta del libro no tiene gran misterio, pero la diversión empieza dentro. Entre las láminas interiores aparece una fotografía del rey, tomada en 1922, que haría sonrojar a cualquier jefe de protocolo.
Alfonso XIII, totalmente desnudo, chapoteando en un riachuelo hurdano junto al doctor Gregorio Marañón que, acaso por respeto a su majestad, no quiso prescindir de sus calzones y se cubrió castamente los pezones.
Una estampa naturista que llegó al público con sus partes regias cubiertas por una cartela explicativa.
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| Alfonso XIII bañandose con el doctor Gregorio Marañón en Las Hurdes (1922). La célebre fotografía que incorporó José María Carretero Novillo en su libro. |
Una instantánea con historia
El Caballero Audaz reprodujo esta estampa en una de las láminas interiores de su libro, sacando a la luz una foto, hasta entonces desconocida para la opinión pública.
Para empezar, no se conservan las placas originales. El estudio de Campúa, el fotógrafo que tomó la imagen, fue saqueado durante la Guerra Civil. Sin embargo, el propio Campúa dejó caer en una entrevista de 1963 que El Carretero Novillo se había hecho con un cliché antes del desastre y fue quien difundió la foto.
José María Carretero, pionero del márketing editorial en España, decidió usar la famosa foto regia como reclamo para su libro. El lector ingenuo, convencido de que iba a encontrarse al monarca en pelota viva, avanzaba ansioso hasta la página correspondiente… solo para toparse con un aviso solemne del autor.
Carretero explicaba que había preferido omitir la imagen para evitar el escándalo, aunque, eso sí, ofrecía enviarla por correo a todo lector que la solicitara. Bastaba con rellenar un formulario incluido en el libro.
Y lo cierto es que el invento sí funcionó: El Caballero Audaz enviaba efectivamente la foto sin censura por correo.
Aun así, el retrato, que hacía alarde del cuerpo y los atributos del monarca, tuvo un recorrido bastante más accidentado que el propio rey.
Verás.
La historia posterior de la imagen es aún más novelesca: se dice que fue requisada por la Gestapo a Azaña durante la guerra y más tarde entregada al régimen franquista, justo cuando el nudismo empezaba a asomar tímidamente en España. Un choque cultural delicioso: medio país descubriendo que el cuerpo humano existe, mientras el Régimen y la Iglesia defendían a capa y sotana la moral más estricta.
En resumen: una foto utilizada como simple gancho publicitario, terminó convertida en reliquia política, objeto de persecuciones, mito editorial y capítulo involuntario de la antropología patria.
Todo por culpa de un chapuzón hurdano que, visto lo visto, fue cualquier cosa menos inocente.
El libro “Alfonso XIII, ¿fue un buen rey?” y la mirada de José María Carretero Novillo
El volumen Alfonso XIII, ¿fue un buen rey?, no nace del fervor monárquico, sino de una situación mucho más compleja. Su autor, José María Carretero Novillo, periodista de éxito y figura popular bajo el seudónimo de El Caballero Audaz, se sitúa frente a un rey ya destronado y exiliado, dispuesto a relatar su propia versión de la historia.
El libro se construye como una larga entrevista con Alfonso XIII. El monarca habla, se defiende, justifica decisiones y revisa episodios clave de su reinado ante la mirada escrutadora del periodista.
Carretero organiza ese material, pregunta, repregunta y ordena la narración, pero deja que la voz central sea siempre la del protagonista derrotado.
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| Alfonso XIII en su viaje a las Urdes |
Un periodista que votó a la República… y se desencantó
Para entender el libro, es importante conocer el contexto político y personal del propio Carretero. El Caballero Audaz fue uno de los muchos españoles que, según su propio testimonio:
“votaron contra una monarquía ya gastada, impopular e incapaz. No me alborozaba la ruina de una familia, ni creía que por el solo cambio de Régimen iba a operarse automáticamente la felicidad del País.
Pero vi con satisfacción el descuaje de unas oligarquías políticas y caciquiles que no habían sabido impulsar a nuestro pueblo por el camino del progreso. " [Don Juan de España, 1934, página 37]
Sin embargo, el devenir de la Segunda República, la que se fue configurando en los años siguientes, no coincidió con las expectativas de muchos españoles que la habían apoyado.
La creciente violencia política, el sectarismo de los nuevos gobernantes, y su incapacidad para aunar a los españoles, hicieron que Carretero empezase a mirar hacia atrás con una mezcla de decepción y extraña indulgencia.
| Incendio del convento de las Selesianas de Cuatro Caminos durante los sucesos del 11 de mayo de 1931 |
No se convierte en monárquico militante, pero sí en alguien dispuesto a contemplar a Alfonso XIII con una luz matizada de indulgencia.
Esa experiencia de desencanto con la República impregna las páginas de Alfonso XIII, ¿fue un buen rey?, donde la dureza inicial hacia el monarca convive con una cierta empatía nacida de la constatación de que la alternativa republicana tampoco supo cumplir sus promesas.
La pregunta del título: ¿fue Alfonso XIII un buen rey?
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| Retrato de Alfoso XIII en el exilios dedicado a Campúa |
La pregunta que corona el libro, “¿fue un buen rey?”, funciona como hilo conductor más que como sentencia definitiva. Carretero no redacta un veredicto cerrado, sino que deja que sea el propio Alfonso XIII quien reconstruya su trayectoria, sus logros y sus fracasos.
Entre los temas que atraviesan la obra, destacan:
1. Formación, carácter y misión del monarca
Nacido hijo póstumo, Alfonso XIII se nos presenta como un rey educado desde la cuna para reinar, influenciado por las camarillas palaciegas y convencido de una misión casi providencial.
Su visión del cargo no es la de una figura decorativa, sino la de un actor directo en la vida política del país. Carretero deja que esa autopercepción se exprese sin burla, aunque el lector pueda confrontarla con los hechos históricos.
2. Intervención en la política y crisis permanentes
El libro aborda la participación de Alfonso XIII en la política interna, su relación con gobiernos, partidos y militares, y la inestabilidad crónica de la Restauración. El rey insiste en su voluntad de servir a España; la historia posterior ha discutido hasta qué punto sus intervenciones contribuyeron a agravar las crisis.
3. El desastre de Annual y la dictadura de Miguel Primo de Rivera
Uno de los capítulos más sensibles es como afrontó, la política africanista y la dictadura de Miguel Primo de Rivera.
Carretero le obliga a pronunciarse, y aunque el rey busque matizar su responsabilidad, las explicaciones que ofrece resultan de gran interés para entender cómo se veía el mismo inmerso en aquella tragedia.
4. Vida privada e imagen pública
Sin convertir el libro en un folletín, El Caballero Audaz deja asomar la importancia de la vida privada del rey en la percepción pública de su figura.
El Alfonso XIII mujeriego y mundano convive con el jefe de Estado, y esa dualidad afecta a su prestigio en una sociedad cada vez más politizada y crítica.
5. La caída de la monarquía y el exilio
El eje emotivo del libro está en el relato de 1931. Alfonso XIII narra cómo vivió la proclamación de la República, cómo interpretó el resultado de las elecciones municipales y qué sintió al abandonar España.
El lector, sin embargo, no puede olvidar un dato que el propio rey también conocía: la reunión decisiva entre Alcalá-Zamora y el conde de Romanones en casa de Gregorio Marañón ya había sellado, en lo esencial, su destino.
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| "Las elecciones del pasado domingo me revelan claramente que hoy no tengo el amor de mi pueblo" Manifiesto de Alfonso XIII ante la proclamación de la República. (ABC, 17/04/1931, pag 3) |
Un cambio de perspectiva: del entusiasmo republicano a la mirada matizada
Lo que convierte al libro Alfonso XIII, ¿fue un buen rey? en un testimonio especialmente valioso es, en gran parte, el propio recorrido de su autor.
José María Carretero había forjado su carrera periodística entrevistando a los principales protagonistas del siglo XX. En esta ocasión, se presenta ante el rey exiliado como alguien que ha votado por la República, y luego ha contemplado su deriva violenta y sectaria.
Esa experiencia hace que Carretero escuche al ex rey con una mezcla de distancia crítica y comprensión renovada.
Hay preguntas incisivas, pero también un tono menos hostil del que cabría esperar de un periodista que nunca se inclinó ante el poder. El libro no absuelve a Alfonso XIII, pero tampoco lo reduce a caricatura.
Desde mi punto de vista, buena parte de su interés reside en ese matiz.
La fotografía hurdana como símbolo de un reinado
Cuando El Caballero Audaz incluye esa lámina en su libro, no está solo explotando una curiosidad morbosa. Está fijando una metáfora visual: la vulnerabilidad de un monarca que quiso ser “campechano” mientras el país se dirigía hacia una ruptura histórica que él ni supo ni pudo evitar.
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| José María Carretero Novillo |
Conclusión: un diálogo entre un rey derrotado y un periodista desencantado
¿Fue Alfonso XIII un buen rey? El libro de José María Carretero no ofrece la respuesta definitiva, pero sí algo más valioso desde el punto de vista histórico: un diálogo entre un rey derrotado que intenta explicar su reinado y un periodista desencantado que ha visto fracasar sus esperanzas en la República.
En ese cruce de voces, con la foto hurdana como símbolo de fondo, se construye un retrato complejo de Alfonso XIII y de la España que lo vio reinar, caer y marcharse.
Un retrato que, a mi juicio, es fundamental para comprender la crisis final de la monarquía y los primeros compases de la Segunda República.






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