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El periódico Ahora responsabiliza de la quema de iglesias en Madrid a una "imprudente manifestación de un grupo de jóvenes monárquicos." |
La quema de iglesias del 11 y el 12 de Mayo fueron el pistoletazo de salida de la campaña electoral de las elecciones a Cortes Constituyentes de 1931.
Quema de conventos de Mayo de 1931
Todo empezó con el asalto a la sede del partido Acción Monárquica en Madrid, y acabó con la destrucción de ciento y pico edificios religiosos en diversas ciudades de España.
La salvajada hirió el sentimiento religioso de muchos ciudadanos habían apoyado el advenimiento de la República.
Los republicanos podían presentarse a las elecciones durante el reinado de Alfonso XIII. De hecho, las figuras más destacadas del nuevo gobierno habían ostentado cargos importantes durante la Monarquía.
Pero la aspiración de los nuevos gobernantes no era reparar injusticias, que las había (y muchas), sino alcanzar el poder para cometerlas ellos.
Lo primero que se propusieron fue desarticular los partidos monárquicos para que no pudieran hacer oposición.
Veamos.
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De izquierda a derecha: M. Azaña, A. Albornoz, N. Alcalá Zamora, M. Maura, F. Largo Caballero, F. de los Ríos, A. Lerroux |
* * *
Arranca la campaña electoral a Cortes Constituyentes.
Acto electoral en el Círculo Monárquico. 10/Mayo/1931.
El segundo domingo de mayo, un grupo de monárquicos organizaron su primer acto electoral tras la dimisión del Rey.
Los historiadores del lobby dominante los tildan de «provocadores». Hacen suyos los titulares de la prensa adicta de la época.
La «provocación» ha servido tradicionalmente de comodín para justificar la violencia anticatólica y revolucionaria de la época.
Desde mi punto de vista, son intentos de distraer la atención y ocultar un hecho fundamental: la reunión había sido autorizada por la Dirección General de Seguridad y era perfectamente legal.
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"Un momento del mitin celebrado en el Centro de Acción Monárquica que fue el origen de los sucesos desarrollados el Domingo en Madrid." (Ahora. 12/05/1936. Pág. 11) |
El caso es que los de Acción Monárquica estuvieron a punto de ser linchados y tuvieron que salir de la reunión escoltados por la policía. Lo sorprendente es que lo hicieron en calidad de detenidos. El director general de seguridad que había autorizado la reunión fue inmediatamente destituido.
Si los republicanos podían presentarse a las elecciones durante la Monarquía...
¿por qué era una "provocación" que se reunieran los monárquicos con la República?
Una bronca en la Calle Alcalá.
Todo empezó por una discusión entre un taxista y uno de los asistentes al mitin en la calle Alcalá. Una pelea que empezó con un ¡Viva la República!, contra un ¡Viva el Rey!.
Hubiera bastado la intervención de un guardia municipal para acabar con el alboroto. Pero las fuerzas de seguridad no actuaron a tiempo. Los “vivas” y los “mueras” fueron en aumento, se fue sumando gente al tumulto....
...y se montó una bronca que se extendió por todo Madrid y al día siguiente al resto de España.
Fue tal la movida, que el nuevo Gobierno se vio obligado a declarar el Estado de Guerra para sofocarlo.
Curioso ¿nop?.
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Cuando hizo acto de presencia la Guardia Civil ya era demasiado tarde. (Ahora. 12/05/1936. pág.12) |
Lo que empezó como una simple pelea callejera a la salida del mitin sirvió de pretexto para que una panda de agitadores profesionales mezclados entre la multitud paralizaran el centro de Madrid.
Veamos como ocurrió.
Un primer grupo la emprendió a pedradas con el edificio donde se celebraba el mitin. Según la prensa, la “provocación” consistió en que desde los balcones del edificio se escuchaban las notas de la Marcha Real.
Primero prendieron fuego los coches de los asistentes al acto. Acto seguido, la turba fue a la calle Serrano para asaltar la sede del periódico ABC, propiedad de D. Juan Ignacio Luca de Tena, a la sazón, uno de los organizadores del mitin.
La semana anterior, Luca de Tena había publicado la primera entrevista concedida por el Rey en el exilio a un medio español.
No me vas a creer, pero en dicha entrevista, el exmonarca reconocía el carácter plebiscitario de las municipales y pedía a los españoles una leal colaboración con los nuevos gobernantes:
— Estoy decidido, absolutamente decidido, en no poner la menor dificultad a la actuación del Gobierno republicano, que para mí, y por encima de todo, es en estos momentos el Gobierno de España.
Quiero que lo digas, que lo sepan todos, los monárquicos y los republicanos, cualesquiera que sean las interpretaciones torcidas que la pasión pueda dar a mis palabras. (ABC 5/5/1931 pag.23)
Y yo me pregunto: ¿dónde está la provocación?
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"Mientras tanto, la gente se abalanzó hacia tres coches de significados miembros de la acción monárquica que había parados en el Centro y los prendió fuego" (Ahora 12/05/1931 pag.11) |
La Guardia Civil tomó posiciones en los alrededores del periódico, pero una lluvia de piedras les obligó a guarecerse dentro del edificio.
No está claro de dónde salió el primer disparo, todo depende del periódico que leas, los hechos son confusos.
Lo único claro es que hubo un tiroteo en el que cayeron las primeras víctimas de los desmanes. Al día siguiente, el Gobierno justificó el desastre, atribuyéndolo al «júbilo popular» por la llegada de la República.
Con un par.
No fueron las últimas. El tiroteo calentó los ánimos.
Hacia las 18:00, los extremistas se dirigieron hacia la Puerta del Sol portando banderas rojas, y parando la circulación.
De camino, quemaron un quiosco del periódico derechista "El Debate", apedrearon el casino militar (donde se celebraba un baile familiar), y asaltaron varias armerías en Gran Vía, Hortaleza y la Cava Baja.
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Al anochecer, los tiroteos se habían generalizado en el centro de Madrid. A las 5:30 de la madrugada ingresaba en la cárcel Modelo el dueño de A.B.C.
Según rezaba un cartel que colgaron de la puerta, el periódico fue “incautado por el Gobierno de la República”.
* * *
Así se comprende mejor la «inhibición» y «abstencionismo» que, según los oxpertos en historia, sufrió la derecha en el primer proceso electoral de la II República.
Huelga decir que los partidos Republicanos arrasaron en las elecciones. Solo un diputado abiertamente monárquico consiguió escaño en las Cortes Constituyentes.
Y es aquí donde el inicio de la campaña electoral enlaza con el cabreo que se pillaron los católicos.
Quema de iglesias y conventos.
Reunión urgente del Gobierno.
Ya era noche cerrada.
En la sala donde se reunía el Gobierno llegaba el eco de los tiroteos cuando fueron informados de que, en el Ateneo, unos jóvenes se estaban organizando para quemar iglesias (el Ministerio del Interior estaba en la actual sede de la Comunidad de Madrid de la puerta del Sol).
Hasta ese día, todo habían sido aplausos para el nuevo Gobierno. Era la primera vez que la masa enseñaba el colmillo.
Miguel Maura, flamante nuevo Ministro de Interior (e hijo del exministro conservador Antonio Maura), propuso desplegar las fuerzas de orden público para disolver a los pirómanos.
Cuál fue su sorpresa, cuando los ministros socialistas del gabinete, amenazaron con dimitir si salía la guardia civil a la calle. Los socialistas se vieron secundados por los ministros republicanos de izquierdas.
¿Que hacían políticos socialistas gobernando junto con políticos conservadores?
El Gobierno provisional estaba formado por un batiburrillo de partidos de distinta ideología que solo tenían en común ser antimonárquicos.
En aquella reunión, Azaña (nuevo Ministro del Ejército) pronunció la pomposa frase:
“La vida de un hombre vale más que todos los conventos e iglesias de España”.
Me pregunto:
Si la vida de un republicano valía más que todas las iglesias de España. ¿Cuanto valía la de quien no fuera republicano?
El hecho es que, una vez que las turbas se lanzaron al asalto del «enemigo clerical», los miembros del Gobierno no mostraron oposición a la actuación vandálica (puede comprobarse en la prensa).
La explicación es muy prosaica:
A nadie convenía aparecer como el malo de la película: con las elecciones a la vuelta de la esquina, mal momento para asumir el papel de «represor del pueblo», como se venía acusando a la Monarquía. Puro cálculo electoral.
Todo en orden.
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“Una de las víctimas de la Puerta del Sol, que recibió varios balazos en la cabeza” (Ahora. 12/05/1931. Pág 13) |
Los manifestantes gritaban a las puertas del Ministerio: ¡Maura no!. El mismo eslogan que habían utilizado años atrás para echar a su padre del Gobierno.
No era casualidad.
Maura-hijo puso su dimisión encima de la mesa, tal y como había hecho su padre 20 años antes durante la Semana Trágica de Barcelona.
Arden las primeras iglesias en Madrid.
El domingo por la noche ardían las primeras iglesias, la chusma impedía a los bomberos desplegar sus mangueras. Al día siguiente, una decena de edificios religiosos madrileños amanecieron convertidos en cenizas.
Bastaron unos gritos para que bomberos, policía y guardia civil se inhibieran de cumplir su deber.
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Convento de las Salesianas en la calle Villamil de Cuatro Caminos incendiado por los manifestantes (Nuevo Mundo, 15/05/1931) |
Entre la multitud de curiosos que asistieron al espectáculo cundió la sensación de que la salvajada contaba con la aprobación del Gobierno. Según testimonios de la época, miles de madrileños que presenciaban angustiados los acontecimientos se inhibieron de hacer nada.
“El público, que en cantidad verdaderamente enorme presenciaba el espectáculo, recibió a los bomberos con grandes silbidos, impidiéndoles actuar.
Llegó también un carro tanque que fue obligado a retirarse antes de acercarse al edificio, bajo la amenaza de que le pincharían los neumáticos” [Página 6 del periódico Ahora. 12/05/1931]
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Hoguera con materiales expoliados en el convento de las Maravillas en Cuatro Caminos. Las llamas pronto prendieron en el edificio. (Ahora. 12/05/1936. Pág. 17) |
De madrugada, empezaron a sonar los teléfonos del Ministerio del Interior.
Eran los nuevos Gobernadores civiles. Habían sido nombrados a dedo en las premuras del cambio de Régimen, solicitaban instrucciones a Madrid porque grupos de pirómanos estaban quemando iglesias en otras ciudades de España.
La suerte que corrieron dependió de la personalidad y experiencia de cada uno de aquellos personajes bisoños en sus cargos.
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Gonzalo Queipo de Llano (te sonará el nombre) declara el Estado de Guerra en la Puerta del Sol. (Portada del periódico Ahora 12/05/1931) |
El Gobierno quedó entre la espada y la pared: no tuvo otro remedio que tomar la sartén por el mango. El desmadre amenazaba con acabar peor que la Semana Trágica, lo malo era que no había rey a quien cargar el mochuelo.
Los ministros marxistas tuvieron que dar su brazo a torcer: rechazaron la dimisión de Miguel Maura y se declaró el Estado de Guerra.
Demasiado tarde: la violencia se había generalizado, y las hogueras habían prendido en más de 100 edificios de Madrid, Valencia, Málaga, Córdoba, Almería, Granada, Cádiz, Alicante y Murcia.
Maura siguió como máximo responsable de Interior. Los católicos nunca le perdonaron que no dimitiera después de aquella noche.
* * *
Incendio de colegios
Los oxpertos en historia se olvidan de contar miles de niños se quedaron sin colegio. ¿Motivo? Junto con iglesias y conventos, ardieron colegios y escuelas de formación profesional propiedad de la Iglesia.
—Entre los edificios incendiados se encontraba la Casa Profesa, cuya biblioteca de 80.000 volúmenes era la segunda mejor de España después de la Nacional. Ardieron primeras ediciones de Lope de Vega, Quevedo y Calderón de la Barca.
—La Bolsa de Madrid cerró una semana.
Representantes de la Banca Morgan estaban negociando un crédito con Indelecio Prieto, nuevo Ministro de Hacienda. La negociación quedó interrumpida porque los banqueros salieron pitando camino de la frontera.
—La peseta se desplomó en los mercados internacionales.
Indalecio Prieto renegoció el crédito con el Banco de Francia, pero exigieron en prenda un depósito en oro en Mont Marsan equivalente a la cantidad prestada. Era la primera vez que se exigía semejante aval. No se fiaban de la democracia que acababa de nacer en España.
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Desalojo de religiosas durante el incendio de la Casa Profesa de los Jesuitas en la Gran Vía. Fuente: Memoria de Madrid |
* * *
Un mes después de su nacimiento, la opinión pública internacional desconfiaba de la nueva República española.
Los católicos la miraban con recelo, y los monárquicos habían sido directamente expulsados de ella.
En nuevo régimen empezaba mal su andadura.
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