Salvoconducto de 1936: un documento que habla por si solo
Te presento otro salvoconducto de mi colección, un pedacito de papel amarillento que dice más de nuestra historia que muchos tomos de enciclopedia.
Este salvoconducto, emitido por el Comité Central de Benifayó el 7 de agosto de 1936, es un testigo mudo pero elocuente del caos de su tiempo.
Imagina la escena: los sellos de la Juventud Socialista, la Agrupación Socialista, Izquierda Republicana y el Partido Comunista de Benifayó apretujados en el documento como buscando sitio en un vagón abarrotado.
La República estaba colapsando y estos sellos eran la nueva autoridad local.
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| Lleva los sellos de la Juventud Socialista; la Agrupación Socialista; Izquierda Republicana y Partido Comunista de Benifayó. |
Viaje con fruta… y con armas
Este pase especial daba luz verde a cuatro individuos para viajar hasta Madrid y regresar, pasando por Benegida y Valencia.
¿La misión?
«Transportar fruta.»
Pero no nos engañemos, dos de estos tipos eran «chofers» y, atención, todos con «derecho de uso de armas». Queda claro que transportar manzanas nunca fue tan peligroso.
El detalle más jugoso es que este permiso no lleva ninguna firma oficial. En pocas palabras, cualquier parecido con la legalidad es pura coincidencia.
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| «todos van con derecho de uso de armas.» |
La República en manos de comités locales
El «derecho de uso de armas» parece casi una broma de mal gusto en medio del colapso republicano, donde cada pueblo y cada barrio se montó su propio comité revolucionario. ¡Ni Google Maps podía seguirles el paso!
Carlos Morla Lynch, el diplomático chileno en Madrid, lo veía venir y lo dejó clarito en su diario el 25 de julio de 1936:
«Yo he visto el porvenir así: triunfo del poder constituido, pero que necesitó para ello del pueblo a quien armó.»
Y añade que la extrema izquierda no se iba a quedar cruzada de brazos. ¡Vaya genio, o tal vez un simple observador con sentido común!
Incluso Manuel Azaña, el presidente de la República, lo tuvo claro cuando dijo:
«Reducir aquellas masas a la disciplina... ha constituido el problema capital de la República.»
Así que ahí lo tienes. Un simple salvoconducto para «transportar fruta» que en realidad es un testigo del caos, del miedo y de cómo un Estado podía desmoronarse mientras sus ciudadanos aprendían a gobernarse a sí mismos… con armas en la mano y sellos de partido en el bolsillo.
Porque en esos días, llevar fruta a la capital equivalía a firmar un pacto con el azar.


