¿Quien era Juan March?


Conocido en su pueblo de Mallorca como "Juanito Verga," empezó como tratante de cerdos, pero tenía gran olfato para los negocios y pronto se pasó al contrabando de tabaco.
Con el tiempo, adquirió una fábrica de tabacos en Argel y acabó controlando el monopolio oficial de la venta de tabaco en el protectorado de Marruecos.
Como no perdía ocasión para aumentar las ventas, sus faluchos cruzaban del Estrecho cargados de tabaco que desembarcaban de contrabando en las playas de la península ibérica.

El negocio de la neutralidad española en la I Guerra Mundial.


Los negocios iban viento en popa, y cuando empieza la IGM, Juan March Ordinas ya controlaba la compañía Trasmediterránea.

La gran demanda de mercancías con destino a los países beligerantes disparó el precio de los fletes y nuestro personaje siguió acumulando pingües beneficios.

La posición neutral de España significó para muchos un inmenso botín.
A la sombra de la prohibición legal de ayudar a los beligerantes, florecieron el contrabando, el soborno, la especulación y la compra de influencias... 
Políticos sin escrúpulos otorgaban excepciones a la política de neutralidad. A cambio de comisiones, vendían permisos de exportación para todo tipo de mercancías.

De los puertos españoles, salían tanto barcazas cargadas de combustible para aprovisionar los submarinos alemanes, como barcos abarrotados de suministros para los aliados.

El contrabando se montó como industria nacional a gran escala, actividad en la que nuestro protagonista era especialista.

A la monarquía no le gusta perder ingresos fiscales...


Siempre le acompañó el descrédito por el origen de su inmensa fortuna. Durante la Monarquía mantuvo varios pleitos con el Estado, siempre acompañados de fuerte tensión política.

Juan March tenía la exclusiva del tabaco del protectorado, pero le faltaban las plazas de Ceuta y Melilla. Lo compensaba vendiendo tabaco a los moros, que a su vez lo metían de estrangis para venderlo a los españoles que hacían allí la mili.

No había soldadito que se no volviera de permiso cargado de paquetes.

Entre los cartones que pasaban los soldados, lo que descargaban los faluchos en las playas y lo que entraba por Gibraltar, los ministros Alfonso XIII veían preocupados como se perdían ingresos fiscales del tabaco.

El propio dictador Primo de Rivera llegó a calificar a March de "peligro de carácter estatal," pero Juan March Ordinas, utilizando influencias y sobornos, consiguió congraciarse con el Dictador. 

Primo de Rivera concedió finalmente a March el monopolio del tabaco de Ceuta y Melilla (mejor dárselo por las buenas, que meterlo de contrabando por las malas). Eran las únicas plazas que le faltaban para controlar todo el tabaco de todo el Norte de África, incluida la parte francesa del protectorado.

Pero Juanito Verga no se conformó con el tabaco: guiado por su mítico olfato para los negocios, diversificó sus actividades económicas con la compra-reparcelación-venta de tierras y acertadas inversiones en el sector eléctrico, químico y petrolero.

La llegada de la II República.


En los años 20 —alardeando de su origen humilde— había donado la Casa del Pueblo de Mallorca, y era propietario de dos periódicos que hicieron campaña para que cayera la monarquía. 

March —entonces era diputado por Mallorca— se mostró decididamente partidario de la República.
Sin embargo, las nuevas Cortes Constituyentes se erigieron en tribunal, y crearon una Comisión parlamentaria encargada de depurar responsabilidades del régimen anterior.

Juan March había sido declarado inocente por los tribunales, sin lo cual no hubiera podido presentarse a diputado, sin embargo, la Comisión parlamentaria de Responsabilidades políticas (con evidente pasión partidista) hizo de su persona el foco de las proclamas anticapitalistas de la época.

Le acusaban de que el Dictador le hubiera concedido sin concurso el monopolio de venta de tabacos en las plazas de Marruecos.
Pero lo cierto es que el nuevo ministro de Hacienda (el socialista Indalecio Prieto) también otorgó directamente y sin concurso la concesión a la sociedad francesa "Le Nil".

Prieto reconoció en sesión parlamentaria lo irregular de su gestión, pero se disculpó alegando que no había otra forma de echar a March de las plazas del Norte de África, tal era el control que ejercía en la zona. De aquel discurso salió la famosa frase: "O la república somete al Sr. March o él someterá a la República".

A pesar de que tenía inmunidad parlamentaria, fue encarcelado al día siguiente, el 15 de Junio de 1932.

Mientras era ferozmente atacado en el Parlamento, Juan March permanecía encarcelado en Alcalá de Henares; pero como era un hombre de posibles, gozaba de habitaciones propias, mayordomo, recibía visitas de abogados y testaferros; y continuó gestionando sus negocios desde la cárcel.

Estuvo año y medio en prisión por orden del Gobierno, sin pasar a disposición judicial.

Cuando la opinión pública empezaba a preguntarse por qué no se le condenaba si era culpable, o por qué seguía en la cárcel si era inocente, March conmocionó al país fugándose después de sobornar a sus carceleros.

Huyó de España por la frontera de Gibraltar.

En el exilio.


Una vez en París, Juan March convocó a la prensa internacional y declaró que lo perseguían porque no había querido ser el banquero de la República.

Acusó a varios políticos del comité revolucionario (después ministros del Gobierno Provisional) de haberle solicitado 2 millones de pesetas (3,8 millones de euros en dinero actual) para financiar el advenimiento de la República: "la República, me dijeron, le devolverá un millón por cada peseta."

Lo cual era cierto, como reconoció Miguel Maura (primer ministro de Interior de la república) en una de las sesiones de la Comisión de Responsabilidades Políticas (los que me acusan de reinventar la Historia pueden comprobarlo en el diario de sesiones del Congreso).

También lo reconoció Alejandro Lerroux en sus memorias "La pequeña historia de España" en 1937.

Edificio actual de la Fundación Juan March, en el barrio de Salamanca de Madrid. Foto: Luis García 

Juan March permaneció exiliado en París hasta que llegó la derecha al gobierno, tras el vuelco electoral de 1933. Nuestro personaje pudo volver a España.

Pero fue por poco tiempo: tuvo que exiliarse de nuevo en Febrero de 1936, tras el triunfo electoral del Frente Popular.

March en la guerra civil.


Juan March Ordinas tuvo un papel decisivo en la guerra civil.

Financió el Dragon Rapid, el avión que puso a Franco al frente de las tropas de África, así como el primer puente aéreo militar de la historia: una trascendental operación aérea que trasladó las primeras unidades de tropas de élite a la península.

Cuentan que pidió recibo de todas las partidas de dinero que prestó aquellos días.

Iniciada la II guerra mundial, Juan March colaboró con los británicos para que España se mantuviera neutral en la contienda, para ello sobornó a los generales franquistas menos afines a las potencias del Eje forzando a ponerlos a favor de los aliados.

En 1955 creó la fundación Juan March dedicada al progreso del arte y la ciencia. La fundación March tenía un capital superior a la de los premios Nobel.

Murió en un accidente de tráfico en 1962, para entonces Juanito Verga había acumulado una de las mayores fortunas del siglo XX.

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