La Guerra Civil en el Mar (V). La Guerra en el Cantábrico en 1936.

La afilada silueta del Crucero "Cervera", apodado "el chulo del Cantábrico".

La base de Ferrol queda en manos nacionales


Ya contamos en la introducción La guerra civil en el Mar (1) que las tres grandes bases navales de la Armada española se sublevaron, pero que sólo dos, Ferrol y Cádiz, quedaron en poder de los nacionales.



El caso concreto del control de Ferrol, la mayor base naval, fue un episodio muy sangriento. Los barcos mas grandes estaban en esta base cuando recibieron las órdenes de Giral de hacerse a la mar inmediatamente para bloquear el estrecho de Gibraltar y evitar el cruce del ejército de Africa. El acorazado "Jaime I" y los cruceros "Libertad" y "Miguel de Cervantes" partieron ya el mismo día 18 de Julio rumbo al Estrecho. Solo quedaron en la base el crucero "Cervera", en dique seco, el destructor "Velasco" y el acorazado "España", que llevaba 5 años sin navegar y cuya tripulación se iba a hacer cargo del crucero "Canarias" cuando acabara su construcción. Entre los buques mas pequeños estaba el guardacostas "Xauen" y un transporte, el "Contramaestre Casado"

Cuando el radiotelegrafista Benjamín Balboa radió sus órdenes de amotinamiento, la tripulación del "Cervera" y del "España" se mantuvieron fieles a la República luchando en el interior de los barcos contra los oficiales y parte de la marinería. Pero las fuerzas navales en tierra y la Infantería de Marina se unieron al Alzamiento, bloquearon las puertas del arsenal que conducen desde la base al centro de la ciudad para que no pudieran recibir refuerzos y se produjeron feroces combates durante el 20 y 21 de Julio contra las dos tripulaciones.

 Los choques comenzaron por el control de las puertas, pero con la ayuda del ejército, una vez controlada la ciudad, las tripulaciones fueron obligadas a refugiarse en sus respectivos barcos. El día 21 se pactó la rendición del "Cervera", aunque un grupo de unos 100 marinos se niega a rendirse y no lo abandona, produciéndose un último asalto. Casi a la vez, se asaltó el "España" consiguiendo la rendición de unos 400 hombres. El "Xauen" apresó a sus mandos y durante la noche del 20 de Julio huyó a unirse con el resto de la flota republicana. El "Contramaestre Casado" y el destructor "Velasco" en cambio, permanecieron en Ferrol uniéndose a los alzados.

La historia tuvo un final trágico al ver los vencedores la carnicería de oficiales y marinos leales a ellos que se había producido en el interior del "Cervera" y del "España". Vergonzosamente, no se cumplió el pacto de rendición y se procedieron a juicios sumarísimos en los que se fusiló a aproximadamente 150 marinos de diferentes rangos, desde el contralmirante Azarola a Venancio Pérez Blanco, paisano y antiguo cabo de Marina que se había unido al Cervera en su resistencia. Ni siquiera se salvó el capitán de navío Sánchez Ferragut, al cargo del "Cervera" por los turbios episodios acaecidos en su interior y que costaron la vida a su segundo al mando.. Michel Alpert, en su libro “La guerra civil española en el mar”, cita el informe del comandante del destructor inglés “Fearless” al agregado naval de su embajada en el que da cuenta del fusilamiento en Ferrol de 110 marineros a consecuencia de los amotinamientos. Por eso doy la cifra por mas o menos correcta. 

Al quedar Ferrol y su base en manos nacionalistas, tomó el control del arsenal provisionalmente Francisco Moreno que hizo un trabajo extraordinariamente eficaz para reparar el "Cervera" y el "España", así como acelerar la finalización del "Canarias" y del "Baleares y transformar los bacaladeros de altura en "bous" armados que demostraron ser tremendamente eficaces en sus futuras labores de bloqueo.

Las aventuras de la flota nacional por todo el Cantábrico (23 de Julio a 12 de Septiembre de 1936)


El 23 de Julio, solo dos días después de su rendición, el "Cervera" estaba de nuevo en el mar y con una tripulación nueva al cargo de Salvador Moreno, hermano del Jefe del Arsenal. Sabedor de que toda la flota republicana estaba en el Estrecho bloqueando el paso del ejército de Africa, la idea era hacer una serie de excursiónes para influir en la moral en las zonas conflictivas donde todavía no se había asentado el alzamiento y, de paso, entrenar a la nueva tripulación para un enfrentamiento de verdad. El 26 pasó por Vigo y Marín, enseñando sus "poderes" y el 27 por Villagarcía.

Pero poco iba a durar esta excursiónes porque Mola le pidió que bombardeara la zona de Asturias para apoyar al cuartel de Simancas (Gijón), en pleno asedio republicano. Y allí empezaron los bombardeos del Cervera aunque sufriera varios ataques. Entre ellos el de un avión republicano que le lanzó cuatro bombas sin éxito. Al final fue imposible sostener el cuartel del asedio y el "Cervera" recibió el último mensaje de sus defensores: "Tiren contra nosotros. El enemigo está dentro".

Caído Gijón, el "Cervera" siguió adelante, bombardeando la costa, incluso apoyando la toma de San Sebastian, apresando pesqueros y realizando maniobras continuamente. Para evitar líos entre los nuevos tripulantes y los antiguos, amotinamientos o sabotajes, se dividió toda la tripulación en tres turnos, unos de los cuales estaba de guardia en cubierta permanentemente para detectar enemigos. Su fama se hizo tan grande y su terrorífica silueta tan popular entre las ciudades con puerto, que empezaron a apodarle "el chulo del Cantábrico". Incluso el Gobierno de la República lo declaró "barco pirata" para que cualquier buque de cualquier país pudiera hundirlo... cosa que evidentemente nadie hizo.

El acorazado "España" estaba desarmado y a punto de empezar a ser desguazado, pero fue rápidamente rearmado con 6 de sus 8 cañones originales de 305 mm. y 10 de sus 20 cañones de 101 mm. Acompañándolo se hace a la mar el destructor "Velasco" ya el 12 de Agosto, siguiendo la campaña de acoso del "Cervera" sobre toda la costa republicana. A la vez, se van artillando los "bous" y poniéndolos en circulación, básicamente poniendo minas frente a los puertos republicanos del Norte, mientras se avanza rápidamente en la terminación del Canarias y Baleares y se comienza la construcción de unos dragaminas.
Todo el enfoque de la Armada nacional es el bloqueo de los principales puertos del Norte, capturar o hundir buques enemigos de cualquier tipo y apoyar con su artillería la campaña que lanza Mola para hacerse primero con Irún, taponando la frontera con Francia, y conquistar luego San Sebastian. Estrategia que acabaría siendo crucial para los intereses de los nacionales, aunque en aquel momento era difícil adivinarlo.

Entra en juego la "no intervención"


El 9 de Agosto la República proclamó el Bloqueo de todo el Norte de Africa y el 11 de Agosto lo hizo extensivo a todos los puertos en poder de los nacionales. Pero para esto, el Derecho Internacional decía que los demás países tenían que conceder el Derecho de Beligerancia a ambas partes, cosa que no interesaba por motivos económicos ni a Francia ni a Inglaterra, por lo que no se concedió. Esto supuso una gran ventaja para los nacionales, al ser los primeros en recibir envíos de suministros tanto de Italia como de Alemania. El 18 de Agosto, por ejemplo, el buque alemán "Kamerún" fue sorprendido por el crucero Libertad y el destructor Almirante Valdés cargado de armas con destino a Cádiz, pero apareció el torpedero alemán Leopard y los buques republicanos tuvieron que dejarle el paso libre. El 26 de agosto un submarino republicano ordenó detenerse al vapor alemán Schleswig, que salía del puerto de Ibiza; éste no hizo caso y el submarino no pudo hacer nada para impedirlo. El 23 de agosto el crucero "Miguel de Cervantes" trató de interceptar al mercante británico "Gibel Zerjon", que hacía la línea Gibraltar-Melilla. pero ante la intervención del destructor británico "Codrington", apoyado por el crucero de batalla "Repulse", el crucero español abandonó la zona y dos días más tarde el "Gibel Zerjon" entró en Melilla sin novedad, escoltado por el destructor Wolsey. Hubo otros 8 incidentes mas de este tipo. la defensa del Derecho Internacional significó que los buques de bandera inglesa, francesa, norteamericana, portuguesa, noruega y sueca pudieron burlar el bloqueo, entrando sin ser molestados en los puertos nacionales.

Pero por si esto no fuera suficiente a los problemas de la intervención extranjera y la negación del reconocimiento de beligerancia se sumó el de la no-intervención. El gobierno francés, con un Frente Popular en el poder y el pacifista Leon Blum de presidente, en un principio envió ayuda a la República, pero pronto dejó de hacerlo debido a las presiones de Inglaterra y a la creciente intervención alemana e italiana que amenazaba con un choque entre países por un simple error de cálculo como el que provocó la Gran Guerra. Al final, en su intento por ayudar a la República, propuso un ingenuo "Pacto de No-Intervención" entre los gobiernos europeos con el objetivo de que el conflicto no se extendiese. Un ejemplo claro del viejo dicho de "El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones". Firmado por los 27 estados, entró en vigor a principios de septiembre y en él se acordó no exportar material de guerra a ninguno de los contendientes. Evidentemente tanto Alemania como Rusia o Italia pensaban incumplirlo directamente, y al final, casi lo incumplieron todos, haciéndose mas o menos los locos, incluyendo los franceses.

El error de Prieto


El gobierno de la República envió entre agosto y septiembre de 1936 cuatro submarinos de la Clase C y uno de la Clase B para que protegieran el tráfico mercante y atacaran a la flota nacional. Pero fallaron estrepitosamente. No consiguieron nada. Solo un submarino, el "C-5", consiguió torpedear al acorazado España (el mas lento y por tanto el blanco mas fácil)... pero los torpedos no explotaron o se desviaron de rumbo. Se habló de un sabotaje por parte del comandante, aunque tenía fama de ser de los mas leales a la República, pero esa ha sido siempre la excusa típica. Incluso en la II Guerra Mundial los torpedos alemanes tenían un índice altísimo de no explotar aunque alcanzaran el blanco.

La presión y la psicosis del Gobierno vasco se hicieron cada vez mas fuertes, incluso llegando a amenazar con una paz por separado con los nacionales. Así que Indalecio Prieto, una de las mentes mas lúcidas de las filas socialistas, vasco por educación y que acababa de ser nombrado el 4 de Septiembre Ministro de Marina, tomó lo que Alpert denomina "la peor decisión de toda la guerra": ordenar el 21 de Septiembre que la flora republicana se trasladara al Cantábrico y destruyera la flota nacional, quedándose para mantener el bloqueo del Estrecho solo cinco destructores que se turnaban y otros buques auxiliares.

¿Porqué tomó Indalecio Prieto esta decisión contra el criterio incluso de sus técnicos de confianza en el Ministerio de Marina (Pedro Prado, Jefe de Operaciones de la Flota, y Miguel Buiza, Jefe de la Flota a bordo del Jaime I). Está claro que influyeron en su decisión varios motivos mas o menos acertados.

- La presión política a la que le sometía José Antonio Aguirre, que estaba formando por entonces su gobierno autónomo en el País Vasco, por lo que Prieto consideró esencial mantener la lealtad y la moral de combate de los vascos.
- Contener el impulso revolucionario de fracturar la zona norte en tres partes (Asturias, Santander y el País Vasco) e intentar mantener su colaboración plena con el Gobierno republicano de Largo Caballero.
 - Impedir el fácil avance de los nacionales por la costa con el apoyo de la artillería de sus fuerzas navales y destruirlas, si fuese posible, en combate abierto.
 -Aprovechar la ocasión para transportar armas y suministros especiales.

 Incluso escribió un manifiesto especial para levantar la moral de la marinería, en el que explicaba la misión de ayuda a los camaradas norteños y detallaba que el compromiso del gobierno con la defensa del Norte, mostrado con el envío de la flota, era un objetivo político importante. Prieto trataba de crear las condiciones favorables a la estabilidad política una vez terminadas las hostilidades, pero su apreciación optimista de una victoria rápida le hizo olvidar la situación en el teatro de operaciones principal: el Estrecho. Los comités de los buques de la Flota, los auténticos mandos, enardecidos por el manifiesto deseaban ardientemente tomar parte en la expedición. Así pues, el manifiesto tuvo un efecto contraproducente al estimular el entusiasmo irreflexivo de las tripulaciones, que prevaleció sobre las consideraciones estratégicas. El comité del Jaime I se negó en redondo a quedarse en el Estrecho. Sus miembros se enzarzaron en largas discusiones sobre las funciones de la Flota... y al final se impusieron las consideraciones sobre la lucha de clases a las estratégicas.

¿Cual fue el elemento clave que ignoraba Indalecio Prieto cuando tomó su decisión?

Por un fallo de su servicio de espionaje o por una fantasmada de uno de los pilotos, los republicanos creían que una bomba había alcanzado al "Canarias" en el dique de Ferrol retrasando su entrada en uso. Eso era completamente falso, pues la bomba había caído en el agua junto al barco, de modo que el Canarias ya estaba en condiciones de navegación desde el 20 de Septiembre, aun cuando  no tuviera completamente instalada su artillería, cuando la flota repúblicana en pleno se presentó ante Gijón el 23 de Septiembre antes de proseguir su marcha hasta Bilbao.

La Batalla del Cabo Espartel y el Fin del Bloqueo en el Estrecho


La llegada de la Flota republicana al Norte detuvo instantáneamente la ofensiva de Mola en Vizcaya y Bilbao por miedo a un desembarco en su retaguardia, además del peligro de los bombardeos desde el mar. La Flota nacional también desapareció, corriendo a refugiarse en su base de Ferrol. Todo parecía ir bien... pero sólo aparentemente.

Los dos grandes cruceros nacionales, el "Cervera" y el recién estrenado "Canarias", navegaron con tranquilidad y discreción rumbo sur hacia el Estrecho y allí, el 29 de Septiembre, sorprendieron a la altura del Cabo Espartel a los dos destructores republicanos que se encargaban de la vigilancia, el "Almirante Ferrandiz" y el "Gravina". El "Canarias" tomó a su cargo al "Almirante Ferrandiz", alcanzándole en la segunda andanada a 16.000 m., lo que indica su tremenda capacidad artillera independientemente de la suerte. El destructor republicano, herido de muerte, se hundió casi con toda su tripulación a bordo. Como lo cortés no quita lo valiente, el "Canarias" recogió a 31 supervivientes y un mercante francés a otros 25. El "Cervera" se fue hacia el "Gravina" pero este, tras un intercambio artillero huyó a toda velocidad a refugiarse en Casablanca con el "Cervera" persiguiéndole. Se hicieron 300 disparos, pero el "Gravina" solo recibió dos. Suficientes para dejarlo fuera de juego una larga temporada.

Acabado el combate, los dos cruceros se dedicaron a dar escolta a los navíos nacionales para pasar el resto del Ejército de Africa y el resto de material acumulado, la mayoría artillería, munición y demás elementos pesados. En los primeros días pasaron entre 6.000 y 8.000 hombres con todo el material y el bloqueo del Estrecho dejó ya de tener sentido. Incluso fue al revés, pues Franco encargó reforzar la artillería de costa de modo que ahora el que controlaba el paso del Estrecho a cualquier barco era él.

La Flota republicana regresa al Mediterráneo


La estancia de la Flota republicana en el Cantábrico fue absolutamente inútil. Permanecía distribuída por los puertos del Norte sin hacer nada mas que escoltar a los distintos mercantes con suministros que se acercaban a dichos puertos, protegiéndolos de los "bous" pobremente armados con que intentaban enredar los nacionales.

La derrota del Cabo Espartel cayó como una bomba entre las tropas republicanas, cuyas diferentes armas se acusaban entre sí (por ejemplo, la Marina se quejaba de que ningún avión de reconocimiento hubiese vigilado la zona para evitar la sorpresa de los dos cruceros nacionales), y ya con el consejo de Kutznezov y demás "asesores soviéticos", el 13 de octubre de 1936 el grueso de la Armada republicana volvió al Mediterráneo.

 En el Cantábrico sólo quedó el destructor José Luis Díez junto con dos submarinos (el C-2 y el C-5) y el torpedero T-3. Esta pequeña escuadra pronto dio muestras de ineficacia e inactividad (el José Luis Díez será conocido en Bilbao por «Pepe el del puerto» por lo poco que salía a navegar), debido al poco grado de confianza que ofrecían sus mandos. En teoría, esto se achaca a la actitud de sus mandos, en secreto pro-nacionalistas, que procuraban sabotear sus propios barcos con pequeñas averías y desmoralizando a la tripulación. Mientras, el resto de la Armada nacional (el acorazado España, el destructor Velasco, tres mercantes artillados y las flotillas de bous armados con base en puertos gallegos y en Pasajes) se hicieron dueños del Cantábrico y controlaban los accesos a los puertos republicanos de la franja norte apresando a voluntad los barcos mercantes que se dirigían a ellos.​

Ante la ineficacia de la flotilla republicana, el recién nacido gobierno de Euzkadi intentó montar su propia flotilla de "bous" armados para su autodefensa con el rimbombante nombre de "Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi". Llegó a tener nueve "bous", algunos artillados con cañones de 101,6 mm cedidos por el Jaime I y el resto con diferentes cañones, mas 27 pesqueros muy ligeramente armados que hacían fundamentalmente de dragaminas y escoltas. Estas unidades tuvieron un espíritu mas combativo que las del gobierno central pero se comportaron como una flota independiente, sin coordinarse con las demás unidades republicanas, lo que facilitó el trabajo de bloqueo de los nacionales.

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