Salvoconducto del Comité Provincial del Partido Comunista en Madrid a un comisario político. (28/08/1936)

Salvoconducto a un comisario político comunista de origen cubano


La columna "Somosierra" fue una de las primeras en adoptar el uso de comisarios políticos.

Este documento acredita la presencia del cubano Francisco Maydagán haciendo funciones de inteligencia militar en fecha tan temprana como el 28 de Agosto de 1936.



Descripción del documento:


Emisor: Comité Provincial Madrileño del partido Comunista - Sección Española de la Internacional Comunista. (S.E. de la I.C.)
Lleva el Vº Bº con firma de Francisco Galán, Jefe de la Columna Somosierra.

Fecha: 28 de Agosto de 1936

Derecho otorgado: Libre circulación por el frente en comisión de servicios para la Sección de Información de la Columna Somosierra.
"Por tiempo ilimitado." (según adenda manuscrita junto a las firmas.)

La Sección de Información se encargaba de la inteligencia militar y contraespionaje en el frente.

Beneficiario: F. H. Maydagan. (Francisco Maydagan Hernández, en el salvoconducto aparece cambiado el orden de los apellidos.)

Puedes descargar el salvoconducto completo en pdf, aquí.  (Clave: gprLRwoHw1fftcjcf52TxCzbDZhm7JMsztfmy_2Hvf4 )

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El testimonio de Francisco Maydagan Hernández ha sido recogido en el libro "Cuba y la defensa de la República Española"

publicado por el Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba. (Editora Política - La Habana 1.981, Pag 100 a 105)

F.H. Maydagan nacido en Cuba.


Perfil de Francisco Maydagán Hernández.


Era un militante del partido comunista cubano que se encontraba exiliado en Madrid desde Octubre de 1934.

En Madrid, alternó estudios de Escultura en la Escuela de Artes y Oficios, con tareas de "acción y propaganda" para el PCE.
Vendí por las calles el periódico Bandera Roja, órgano clandestino del Partido Comunista de España al mismo tiempo que efectuaba otras actividades delicadas. (El resaltado en negrita es nuestro.)
Membrete del Partido Comunista de España (S.E. de la I.C.)

El golpe de Estado le coge en Madrid, donde participó en el asalto al Cuartel de la Montaña.
Una vez tomada la posición, fueron repartidas al pueblo las armas ocupadas. Me correspondió una pistola Astra, nueva, envasada aún en su caja; una cantimplora y un casco de acero.
Posteriormente parte con la columna de Francisco Galán - el que fuera hermano del héroe de Jaca, - al frente de Somosierra.

Consta que el 30 de Septiembre fue ascendido por Líster al grado de Teniente "por su actuación en el frente de Somosierra," en certificado fechado dos días después de la fecha de éste salvoconducto.
Pocos días después, Paco Galán me responsabilizó con la Oficina de Información de su columna...
Es evidente que confunde fechas, porque este salvoconducto demuestra que ya formaba parte del servicio de información al menos dos días antes de ser ascendido a Teniente.

Fechado: 28 de Agosto. Sellos de la columna Somosierra, de la sección de información y del partido comunista.

Posteriormente pasó a la Jefatura de la Sección de Información de lo que sería la Primera División del Ejército del Centro, empleo confirmado por el general Pozas. En Diciembre ya era Capitán.

Participó en las batallas de Belchite y Teruel y llegó a ser Jefe de Brigada.
en escrito de fecha 11 de julio de 1938, el Jefe de la División envió a aquel mi aval político, sindical y cuantos antecedentes tuviera, para ser clasificado en la propuesta de mando de la 195 Brigada.
Acabó su guerra el 4 de Febrero de 1939, fecha en que pasa a Francia por la frontera de Perpignan, donde fue arrestado. Estuvo en el campo de concentración de Agelés-sur-Mer hasta que "reclamado desde París" pudo regresar a Cuba el 19 de Abril a bordo del "Reina del Pacífico."

Contexto histórico.


La Columna Somosierra fue de las primeras en adoptar el uso de comisarios políticos, tal y como había hecho el ejército rojo en la guerra civil rusa. Uno de aquellos "protocomisarios" es el protagonista de nuestro salvoconducto.

Los comisarios se encargaban de mantener la moral, disciplina y educación política de los soldados. El comisario político se encargaba de explicar a la tropa, en su mayoría con una educación muy baja, incluso analfabeta, por qué tenían que luchar.

Normalmente ligados a los servicios de inteligencia, recogían la información que circulaba entre la tropa, así como la obtenida de interrogatorios a prisioneros y desertores.

«El Comisario es el alma de la unidad de combate, su instructor, su agitador, su propagandista. Es siempre, o debe ser siempre, el mejor, el más inteligente, el más capaz. Tiene la obligación de ocuparse de todo y enterarse de todo. Tiene que interesarse por el estómago, el corazón y el cerebro del soldado del pueblo.» (La Verdad, 27/01/1937)

Se calcula que en aquellos meses iniciales hubo en Madrid alrededor de 15 columnas milicianas.

La de Francisco Galán (Teniente de la Guardia Civil en situación de retiro) estaba auspiciada por el Partido Comunista Español (PCE) y tenía su base en el requisado colegio de los Salesianos de Madrid.

Esta columna se había formado con miembros de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC), que era una formación paramilitar que había operado en tiempos de la II República ofreciendo servicios de seguridad en locales, imprentas, mítines y desfiles organizados por el Partido Comunista.

Francisco Galán, firmante del salvoconducto, era afiliado comunista y había sido instructor militar de las MAOC antes del golpe de Estado.

Las MAOC constituyen el embrión del famoso Quinto Regimiento de Milicias Populares, que destacó por el mayor grado de cohesión y disciplina conseguido por sus mandos, en comparación con las milicias controladas por otros partidos y organizaciones obreras.

Cuando el combate amainaba al oscurecer, sus combatientes permanecían en las trincheras. Esto no ocurría en otras columnas, cuyos mandos, con la excusa de tener que dar información o recibir órdenes, se volvían en coche a Madrid.

El las milicias comunistas pronto adquirieron un prestigio que se erigió en ejemplo a seguir en el resto de las fuerzas del bando republicano.

Tras ayudar a sofocar el golpe de Estado en Madrid, la columna de Francisco Galán se había dirigido el 21 de Julio a Somosierra para contener el avance de las tropas rebeldes enviadas por el general Mola desde Navarra con la misión de tomar Madrid.

Al iniciarse el golpe de Estado, el gobierno había licenciado a los soldados que estaban haciendo la mili para impedir que obedecieran a posibles mandos golpistas y el ejército regular fue sustituido por milicias de civiles armados, reclutados entre afiliados a partidos y organizaciones de izquierda.

Aparte de problemas de indisciplina, inexperiencia y falta de instrucción, el mayor reto planteado por las milicias populares era que el número de voluntarios se reducía según pasan las primeras semanas.

Después de la explosión de fervor revolucionario de los primeros días, los voluntarios de las milicias experimentaron la crudeza e incomodidades de un frente de guerra.

Existen testimonios de que aprovechando los permisos, no eran pocos los milicianos que se quedaban en Madrid y no volvían al frente. Exhibían sus armas en los cafés y terrazas de la Gran Vía.

Muchos preferían dedicarse a labores de represión en la retaguardia que ofrecían más seguridad que volver al frente.

Llamamiento del Gobierno Republicano para que las armas no permanezcan ociosas.

En las últimas elecciones de Febrero de 1936, la sociedad estaba muy polarizada y habían resultado muy igualadas. La ley electoral favorecía las coaliciones de partidos y el reparto de escaños no reflejaba la igualdad existente en el reparto de votos.

Una vez fallido golpe de Estado y convertido en guerra civil, los españoles quedaron divididos geográficamente, por azar, independientemente de sus ideas políticas, a un lado u otro del frente.

En aquellos primeros días eran muy frecuentes las deserciones.

Con el tiempo se fue perfeccionando un cinturón de vigilancia de los frentes, de tal modo que era muy difícil franquear las líneas siendo combatiente y empresa prácticamente imposible para los civiles.

Sin embargo, en los primeros días de guerra, antes de que se organizaran los servicios de inteligencia, ocurría con frecuencia que los combatientes se dirigían a las letrinas para no volver nunca más. Una vez en terreno seguro al otro lado del frente, la deserción era jaleada y celebrada por la propaganda enemiga.

Nos cuenta Maydagán, refiriéndose a un compatriota que también estuvo en Somosierra:
"Alternaba sus quehaceres periodísticos con sus charlas al enemigo, mediante un potente altavoz dispuesto de parapeto a parapeto."
Algunas de las consignas que salieron de aquél altavoz (o de otro similar) fueron careadas en "El Asedio de Madrid," de Eduardo Zamacois, un escritor que vivió su novela antes de escribirla:

"Camaradas del enemigo, venid con nosotros. Vuestros generales, traidores a su patria, os tienen engañados"

o bien

"Campesinos y obreros de los territorios ocupados por los rebeldes: quemad los aviones de los traidores, destruid los depósitos de agua, cortad la energía eléctrica, volad los puentes y los túneles. Ni pan, ni agua, ni luz, ni caminos para los fascistas."

José María Iribarren, el que fuera secretario del general Mola, asegura que el 2 de Agosto "se pasaron a nuestras filas de Somosierra más de 200 guardias civiles."

Se trataba de guardias civiles que simularon lealtad a la República hasta que vieron el momento oportuno para cambiar de bando.

Con la inexperiencia de los primeros meses y antes de que aparecieran los comisarios políticos, cualquier guerrilla, fingiendo una ataque a las líneas contrarias, se pasaba en masa, engañando a los milicianos.


Los españoles quedaron a un lado u otro del frente por razones de azar.

El apoyo de la guardia civil al gobierno legalmente constituido había sido decisivo para frenar el golpe en Madrid, Barcelona y Valencia.

Pero iniciada la guerra, muchos picoletos cambiaron de actitud,
al comprobar que la revolución que siguió al alzamiento ponía en peligro sus propias vidas.

Al estallar la guerra, una de las primeras medidas que adoptó el gobierno republicano fue prohibir el tricornio y sustituirlo por un gorro cuartelero.

Según el historiador Guillermo Cabanellas, Durruti creó un batallón penitenciario integrado, entre otros, por guardias civiles a los que puso a trabajar de peones camineros.

Los cuerpos de seguridad del Estado que habían permanecido fieles a la República se convirtieron en sospechosos permanentes.

No era el mejor método para tenerlos contentos.

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En este entorno de trabajo hubieron de desarrollar su labor los primeros comisarios políticos que se destinaron al frente durante los primeros días de guerra.

Los salvoconductos con autorización de libre movimiento en el frente, como el que nos ocupa, son muy raros, la mayoría de autorizaciones de circulación incluyen la sentencia "excepto frentes."

Los soldados desplazados a un frente de batalla obedecen órdenes, los permisos de libertad de movimientos en el frente de combate suelen estar relacionados con labores de espionaje e inteligencia.