El salvoconducto del cubano de Somosierra
Uno de los salvoconductos más curisos de mi colección es uno fechado el 28 de agosto de 1936. Lo firmaba Francisco Galán, jefe de la Columna Somosierra, y en él se autorizaba a un cubano —Francisco Maydagán Hernández— a moverse libremente por el frente “en comisión de servicios para la Sección de Información.”
Una nota manuscrita añadía: “Por tiempo ilimitado.”
Aquel documento me llamó la atención por dos motivos: primero, porque fue emitido en los primeros meses de la guerra; segundo, porque pertenece a una de las primeras unidades republicanas que adoptó el modelo de los comisarios políticos, siguiendo el ejemplo del Ejército Rojo.
“El comisario es el alma de la unidad de combate, su instructor, su agitador, su propagandista. Tiene la obligación de ocuparse de todo y enterarse de todo.Tiene que interesarse por el estómago, el corazón y el cerebro del soldado del pueblo.” (La Verdad, 27 de enero de 1937)
El cubano que vendía periódicos y hacía inteligencia
Francisco Maydagán era un comunista cubano exiliado en Madrid desde 1934. Había llegado para estudiar escultura en la Escuela de Artes y Oficios, aunque su verdadera actividad ocurría fuera del aula.
Vendía el periódico Bandera Roja por las calles y colaboraba con el Partido Comunista de España en tareas de propaganda y, como él mismo escribió, en “otras actividades delicadas.”
![]() |
| F.H. Maydagan nacido en Cuba. |
El golpe de Estado lo sorprendió en Madrid. Participó en el asalto al Cuartel de la Montaña, y, como muchos aquel día, salió armado:
“Me correspondió una pistola Astra, nueva, envasada aún en su caja; una cantimplora y un casco de acero.”
Poco después se unió a la columna de Francisco Galán, hermano del héroe de Jaca, y marchó al frente de Somosierra.
En septiembre fue ascendido a teniente “por su actuación en el frente.” Lo curioso es que su salvoconducto demuestra que ya hacía labores de inteligencia al menos dos días antes de ser ascendido a oficial.
![]() |
| Membrete del Partido Comunista de España (S.E. de la I.C.) |
El espía que cruzó medio mundo
A finales de 1936, Maydagán pasó a dirigir la Sección de Información de la Primera División del Ejército del Centro.
En diciembre ya era capitán, y poco después participó en Belchite y Teruel. Llegó a ser jefe de brigada. En julio de 1938 su división lo propuso formalmente para mando de la 195ª Brigada.
Su guerra terminó el 4 de febrero de 1939, cuando cruzó a Francia por Perpiñán. Fue detenido en el campo de Argelès-sur-Mer, pero —según escribió— “reclamado desde París”, logró embarcar rumbo a Cuba el 19 de abril a bordo del Reina del Pacífico.
El Instituto de Historia del Movimiento Comunista de Cuba recogió su testimonio en el libro Cuba y la defensa de la República Española (Editora Política, La Habana, 1981).
El alma de Somosierra
La Columna Somosierra fue un experimento militar y político.
Su jefe, Francisco Galán, antiguo teniente de la Guardia Civil, había sido instructor de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC), formación paramilitar que dió servicios de seguridad al Partido Comunista durante la II República.
El embrión de lo que luego sería el Quinto Regimiento.
![]() |
| Fechado: 28 de Agosto. Sellos de la columna Somosierra, de la sección de información, del partido comunista y la comandancia militar. |
En aquel tiempo, las milicias comunistas destacaban por su disciplina. Mientras otras columnas se retiraban a Madrid al caer la noche, las de Galán permanecían en las trincheras. El propio partido lo tenía claro: la fuerza no debía dormir, ni las armas descansar.
“Camaradas del enemigo, venid con nosotros. Vuestros generales, traidores a su patria, os tienen engañados.”
—Consigna transmitida por altavoz en el frente de Somosierra
La guerra que se aprendía sobre la marcha
El Gobierno republicano disolvió el ejército regular y, en su lugar, se organizaron milicias de civiles armados.
El entusiasmo inicial se mezclaba con la improvisación y la indisciplina. Había deserciones, fugas y engaños de todo tipo. Algunos guardias civiles, fingiendo fidelidad a la República, esperaban el momento para pasarse al otro bando.
![]() |
| Los milicianos preferían las labores de represión en retaguardia que las incomodidades y peligros del frente de combate. |
Maydagán recordaba a un compatriota suyo que, altavoz en mano, trataba de convencer al enemigo:
“Campesinos y obreros de los territorios ocupados por los rebeldes: quemad los aviones de los traidores, destruid los depósitos de agua, cortad la energía eléctrica, volad los puentes y los túneles.”
Era una guerra de consignas tanto como de balas.
Los comisarios: entre la moral y la sospecha
Los comisarios políticos aparecieron en ese caos inicial. Su tarea era mantener la moral, explicar a los milicianos —muchos analfabetos— por qué luchaban, y evitar deserciones.
A veces, su trabajo se confundía con el de los servicios de inteligencia y contraespionaje. Los primeros comisarios operaban en un entorno donde los límites entre la fe política y la vigilancia eran delgados como el papel de fumar.
![]() |
| Los españoles quedaron a un lado u otro del frente por razones de azar. |
Al frente se va a obedecer, los salvoconductos que permitían moverse libremente por la zona de combate eran rarísimos.
La mayoría incluían la frase “excepto frentes.” Por eso el documento de Maydagán tiene un valor especial: no era solo un pase, era una licencia para ver lo que los demás no podían ver.
Una puerta abierta en una época donde casi todo estaba prohibido.
* * *
El testimonio de Francisco Maydagan Hernández fue recogido en el libro "Cuba y la defensa de la República Española" publicado por el Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba. (Editora Política - La Habana 1.981, Pag 100 a 105)





