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El periodista Julio Lomano exhibe un cráneo calcinado ante la opinión pública.Los sucesos de Casas Viejas |
Cuenta la nieta de "el libertario” que cuando se cruzó con Azaña por las calles de Mountauban en el exilio, el político exclamó:
“Los muertos de Casas Viejas me persiguen.”
Azaña había perdido la cabeza y no era para menos: vivía en el hotel Du Midí, bajo protección diplomática Mexicana y estrechamente vigilado por la Gestapo.
Lo último que esperaba el ex-Presidente de la II República era encontrarse en el exilio con una víctima de la matanza de Casas Viejas.