Momento en que el general Sanjurjo ingresa detenido en el edificio de la D.G.S. en Madrid. |
El golpe de Sanjurjo
Basta leer las memorias de Azaña para saber que el golpe de Sanjurjo no le pilló desprevenido.
Mira.
"Lola, que había advertido algún movimiento inusitado, me pregunta:
—¿Pasa algo?
—¡Psché! —contesto sonriendo—. Que esta noche vienen a asaltar el Ministerio.
—Lo dices en broma.
—Ya verás como no es broma. Pero aunque oigas tiros, no te asustes; no pasará nada."
[Memorias de Azaña. 9/08/1932]
Desde que Azaña era Ministro de la Guerra (cargo que compatibilizaba con el de Presidente del Gobierno) el matrimonio vivía en un ala del Ministerio.
Mira lo preocupado que estaba, que ni si siquiera se tomó la molestia de alejar a su mujer del "peligro".
Ambiente político previo al golpe de Sanjurjo.
Aquel verano de 1932, el gobierno de coalición de Azaña con los socialistas pasaba por un mal momento político.
La reforma agraria y el Estatuto de Cataluña (asuntos estrella del programa republicano) estaban atascados en el Parlamento.
La reforma agraria tropezaba con la oposición de pequeños y medianos agricultores (por no hablar de los grandes latifundistas). No había presupuesto para expropiaciones, mientras dos millones de jornaleros esperaban impacientes el reparto de la tierra que les habían prometido en la campaña electoral.
Respecto al Estatuto, los debates parlamentarios se enconaban: aunque habían eliminado del primer artículo que Cataluña era un "Estado" (sustituido por "Región autónoma"), a nadie se le escapaba que la totalidad del texto estaba trazado bajo la inspiración del primer artículo.
La oposición presentaba enmienda tras enmienda, votos particulares, etc... etc... Obstrucción parlamentaria que, por otro lado, solo servía para ganar tiempo, porque el Gobierno replicaba con el rodillo parlamentario.
Sin embargo, la tramitación del Estatut se complicó cuando empezó producir grietas en el propio P.S.O.E.
Verás.
El 2 de Mayo se anunció en el Parlamento que el traspaso de recaudaciones e impuestos a la Generalidad, dejaría un saldo positivo para Cataluña de 55 millones de pesetas en relación a los gastos asumidos (unos 100 millones de euros en dinero actual).
Fue la gota que colmó el vaso: el diputado socialista por Zaragoza, José Algora Gorbea, se pasó por el forro la disciplina de partido el 24 de Junio, y votó en contra.
Fue expulsado del PSOE inmediatamente. Algora declaró a la prensa que el Estatuto sería "la mortaja del Sr. Azaña" (todo un vaticinio).
Dentro de Acción Republicana (el partido de Azaña) también eran notorias las discrepancias entre "centralistas" y "federalistas".
Para colmo, el Gobierno anunció una subida de impuestos para compensar el creciente déficit presupuestario en un escenario de crisis económica galopante. Nacía el impuesto sobre la Renta.
La crisis económica echaba a los obreros descontentos en brazos de anarquistas y comunistas, que a su vez se dedicaban a promover huelgas revolucionarias. Unas huelgas que en vez de buscar mejoras laborales, pretendían derrocar una República que tachaban de “burguesa”.
La U.G.T. no tenía fuerza para desconvocarlas. Esto obligaba al Gobierno a reprimirlas con las fuerzas de orden público, dando alas a los que azuzaban a los obreros.
Un círculo vicioso.
En definitiva, que el Gobierno atravesaba por muy mal momento político.
Paradójicamente, la Sanjurjada supuso un salvavidas para D. Manuel Azaña en un momento en que su política empezaba a hacer aguas.
Exaltación republicana tras el golpe de Sanjurjo.
Azaña hizo fracasar el golpe, no le pilló desprevenido. Aprovechó el triunfo para crear un ambiente de exaltación parlamentaria que reunió momentáneamente tanto a los partidos republicanos, como a los socialistas.
Radicales y Agrarios dejaron de hacer oposición, y permitieron que se aprobaran deprisa y corriendo la Reforma Agraria y el Estatuto de Cataluña. Ambas leyes se aprobaron juntas el 9 de Septiembre.
Se habían necesitado seis meses para sacar adelante los 6 primeros artículos del Estatut, un mes después de la sanjurjada estaba aprobada la totalidad del proyecto.
Un auténtico milagro propiciado por el ambiente de exaltación republicana. Hay que tener en cuenta que ser acusado de "enemigo de la República" resultaba peligroso después del golpe.
El Gobierno consiguió aprobar en un mes, lo que no había conseguido tras meses de interminables negociaciones, enmiendas y votaciones parlamentarias.
Periódico Ahora. 10/Sept/1932 |
Una vez aprobados ambos proyectos, sus señorías se fueron de vacaciones hasta el 1 de Octubre, que ya tocaba.
Sin duda un gran éxito político.
Sevilla "la Roja" con el golpe de Sanjurjo
Aunque la historiografía ha capitalizado el golpe de Estado en la figura de Sanjurjo, lo cierto es que la intentona no estaba encabezada por él.
— ¿Estaba usted de acuerdo con los conjurados de Madrid para el movimiento?
— Naturalmente... Aunque yo no era el director...
Quizá fue ese mi error: el de no asumir la dirección principal.
[Entrevista de José María Carretero Novillo a José Sanjurjo en el penal de Dueso.]
El Poder se tomaba en Madrid, sin embargo, los compinches de Sanjurjo flaquearon y le dejaron "con el culo al aire" en Sevilla.
El general Sanjurjo se pasea por las calles de Sevilla tras su pronunciamiento. |
Sanjurjo tenía la misión de tomar Sevilla “la roja”. Un hueso duro de roer por ser "nido" de masas izquierdistas.
Pero lo cierto es que el viejo general se adueñó de la capital hispalense sin pegar un solo tiro: llegó desde Madrid en un coche alquilado acompañado de su hijo y un ayudante. En sólo tres horas, consiguió poner de su lado todas las fuerzas militares y de seguridad de la ciudad.
"Mi plan era firme. Si la sublevación continúa, al presentarse ante Sevilla las fuerzas del gobierno, yo no hubiera lanzado contra ellas a mis tropas...
Eso nunca... Habría salido a recibirlas una sola fuerza…
Yo. Yo solo. Lo que hubiera ocurrido después, nadie lo sabe…" [Sacado de la entrevista de José María Carretero]
Al día siguiente el Gobierno mandó tropas a Sevilla contra Sanjurjo. (Ahora, 11/Ago/32) |
Perfil profesional del General D. José Sanjurjo Sacanell
Quince meses antes había dado su apoyo incondicional a la República y moriría cuatro años después dando un último golpe de Estado, el definitivo.
¿Quién era este general?
Sanjurjo no había hecho su carrera arrastrando el sable por las alfombras de Palacio. Había dado el callo en todos los "desastres" de la historia contemporánea española.
Contaba que el peor momento de su vida fue cuando le ordenaron arriar la bandera española en el fuerte cubano de Matanzas, cuando el "desastre" de Cuba de 1898.
Estaba destinado en Marruecos cuando el "desastre" del Barranco del Lobo en 1909.
Dirigió la campaña en Alhucemas que puso fin a la guerra del Rif en 1925. El “Vietnam español” donde perdían la vida miles de soldaditos de reemplazo.
Para muchas madres españolas Sanjurjo había salvado a sus hijos de morir en el "desastre" de Marruecos.
Tenía la Laureada de San Fernando. Podría haber sido Ministro, pero nunca le interesó la política.
Sin duda era el militar más popular de aquellos tiempos. No había pueblo en España donde algún mozo (y no tan mozo) no hubiera servido a sus órdenes en Cuba o en Marruecos.
Un general querido por sus soldados que siempre había estado donde silban las balas.
La llegada de la República lo pilla en el puesto de Director de la Guardia Civil. Fue uno más de los que apoyaron un cambio de aires para poner fin a las camarillas que impedían el progreso de España.
Antes que hacer cargar la Guardia Civil contra el pueblo, anunció al Rey que dimitiría. Podemos decir sin temor a equivocarnos que Sanjujo contribuyó a que la proclamación de la II República no se tiñera de sangre.
Buena prueba de la simpatía que despertaba entre los republicanos es que lo confirmaron en el puesto: primero Alcalá Zamora (presidente del primer Gobierno provisional) y Azaña después, tras la dimisión de Alcalá Zamora.
Los nuevos jefes. ¿Que hizo cambiar la actitud de Sanjurjo?
El idilio de Sanjurjo con los nuevos gobernantes duró poco.
Sanjurjo pensaba que la misión de la Benemérita en la República seguiría siendo la de siempre: guardar la seguridad y el orden público.
Sin embargo, la pasividad interesada del nuevo Gobierno ante el clima creciente de violencia social, y la campaña de prensa que desataron los socialistas contra la Guardia Civil, acabaron por enfriar los ánimos del viejo general.
Todo empezó en la Nochevieja de 1931, cuando cuatro guardias civiles fueron salvajemente linchados en los sucesos de Castilblanco.
El día de Reyes (cinco días después) ocurrieron los sucesos de Arnedo, en los que murieron once personas a manos de la Benemérita en el transcurso de una manifestación que se preveía pacífica.
Tras estos sucesos, los socios de Gobierno de Azaña se dedicaron a atacar a la Guardia Civil en general y al general Sanjurjo en particular.
Aunque le acusaban de haber ordenado disparar contra mujeres y niños, Azaña lo mantuvo en el cargo.
— Los sucesos lamentables de Castilblanco ¿comenzaron a influir en su espíritu contra los actuales gobernantes?
— Contra ellos no. Pero me hicieron pensar que ya era hora de evitar que granase en frutos de violencia las desatinadas propagandas, las predicaciones disparatadas de los extremistas que iban por los pueblos minando los cimientos de la autoridad, excitando a gentes incultas, sembrando el odio contra un Cuerpo Benemérito que siempre fue defensa del orden y de la ley...
Castilblanco: las X marcan el lugar donde quedaron abandonados los cadáveres. A la derecha estado en que apareció uno de los guardias civiles. |
Azaña destituye a Sanjurjo.
Sanjurjo fue destituido unos días antes del pronunciamiento. Azaña lo trasladó a un cómodo destino como Director General de Carabineros (policía de fronteras y control del contrabando).
Meses después, mientras cumplía condena en Santoña, declaró al periodista José María Carretero Novillo, que podría haberse dedicado a sestear en los carabineros mientras se enriquecía tranquilamente. Bastaba abrir un poco la mano al contrabando de cocaína mientras esperaba la jubilación. Contaba entonces 60 años de edad y la cocaína procedente de París empezaba a introducirse en España.
Pero Sanjurjo no era de esa calaña. Indignado ante el estado de violencia social en el que los nuevos gobernantes sumían al pueblo, decidió que había que expulsar a Azaña del Poder.
Según manifiesta en dicha entrevista, pensaba que Azaña gobernaba sojuzgado por las "prédicas disolventes" de los socialistas, y era necesario restablecer la República "de orden" que se había prometido a los españoles el 14 de Abril de 1931.
El manifiesto de Sanjurjo.
En Sevilla hizo publicar el típico manifiesto donde explicó las causas que le impulsaban a la sedición. En su escrito hay párrafos idénticos a los que habían publicado meses antes los revolucionarios de Jaca.
Su propósito era entregar el Poder a una "Junta provisional" que establecería el orden y la disciplina social, mientras se organizaba una consulta electoral en unas elecciones verdaderamente sinceras.
Hay que tener en cuenta un hecho poco conocido: los derechos que otorgaba la Constitución estaban suspendidos desde el mismo día de su aprobación, y el Gobierno había evitado que la Constitución fuera sometida a referéndum popular.
"Los poderes que esta Junta provisional asume durarán el tiempo indispensable para restablecer la disciplina, postulado esencial previo para la legitimidad de cualquier Parlamento que la nación elija (...)
España necesita de todos sus hijos, y a todos hace un llamamiento apremiante para que con fe y energía nos ayuden y alienten en nuestra obra de reconstrucción, y sobre todo trueque en el amor, el odio que estimula la innoble lucha de clases que convierte las relaciones económicas entre obreros y patronos en una lucha más propia de pueblos y tiempos bárbaros que de una nación civilizada." [Extracto del manifiesto del General Sanjurjo, texto completo (pdf) aquí.]
Una vez que el movimiento fracasó en Madrid, la prensa adicta al Gobierno soltó el bulo de que Sanjurjo pretendía restablecer la monarquía. En ese momento el general todavía controlaba Sevilla, y contestó con una nota radiofónica:
"Los rumores propalados por ciertos elementos de que el movimiento es monárquico no son más que un pretexto de los que disfrutan de ciertos privilegios y temen perder las ventajas de que disfrutan, intentando con esas manifestaciones y rumores introducir el desconcierto en la opinión.
El general Sanjurjo afirma por su honor que el movimiento es republicano; pero desde luego contra un Gobierno que repudia España, ya que con sus desaciertos y sus actos está llevando al desquiciamiento al Poder.
Por ello, recomiendo a todos que vayan al trabajo, cuya libertad se garantiza."
Cuando las fuerzas golpistas tomaron conciencia del fracaso, cundió la desmoralización en Sevilla y se negaron a continuar sublevados.
Según su testimonio, Sanjurjo no huyó por carretera hacia la frontera portuguesa, tal y como informó la prensa. Lo cierto es que tenía medios para haber huido en barco o en avión.
"—¿A quién me iba a entregar en Sevilla, si las fuerzas todas se habían sublevado a mi favor y las autoridades estaban depuestas por mi.
¿No hubiera sido ridículo reponerlas yo mismo para que me hicieran prisionero?"
No se fiaba de los militares que le habían dado la espalda. Decidió entregarse a la primera pareja de la Guardia Civil que encontró camino de Huelva.
¿Con qué apoyos contaba el golpe de Sanjurjo?
El asunto sigue siendo objeto de polémica entre los oxpertos en Historia.
Está claro que el movimiento era eminentemente militar, pero no queda tan claro qué figuras civiles estaban destinadas a formar parte de la “junta provisional” anunciada por Sanjurjo.
Jamás delató a nadie.
Durante el juicio declaró que tenía en mente varios nombres, pero se negó a facilitarlos aduciendo que no les había consultado previamente y no sabía si hubieran aceptado el cargo.
No delató a sus correligionarios durante los intensos interrogatorios policiales a los que fue sometido tras su detención. Tampoco durante la vista ante el Tribunal Supremo.
— ¿Con quién contaba usted, caso de haber triunfado?
— Si hubiera triunfado, con todo el mundo y el primero con usted.
[Declaraciones al Director General de Seguridad, durante los interrogatorios]
Al contrario de lo que cree la mayoría, el movimiento de Sanjurjo no iba dirigido contra la República, solo contra un Gobierno: el de Azaña, que a su juicio había convertido la democracia en una dictadura parlamentaria.
No fue un golpe contra la República y a favor de la Monarquía, tal y como aseguró el Gobierno y coreó su prensa adicta de la época.
Los historiadores toman como fuente una prensa bajo censura que no paraba de echar incienso a favor del Gobierno, la única que salía a la calle. Lo que poca gente sabe es que el Gobierno de Azaña mandó cerrar más de 100 periódicos aquellos días.
Mandó cerrar todos los periódicos que hubieran dado una versión diferente. Periódicos que hubieran permitido contrastar la información a los españoles de aquella época... y a los de ahora.
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