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Largo Caballero negó toda participación en la rebelión. El Tribunal Supremo lo absolvió por falta de pruebas. |
El año 1934 terminó mal.
La economía no se recuperó del colapso que causó la tentativa insurreccional y separatista de Octubre, popularmente conocida como Revolución de Asturias.
El capital se mantenía escondido, las decisiones de inversión paralizadas, y el paro alcanzaba cifras record.
El Parlamento no conseguía articular nuevos presupuestos. Se vivía de las prórrogas del anterior.
El Gobierno tuvo que aprobar créditos de urgencia para reconstruir carreteras, vías férreas, fábricas y edificios destruidos durante la revolución.
Mil trescientos muertos teñían de luto los hogares, tres mil y pico heridos se lamían las heridas, y 8 mil detenidos abarrotaban las cárceles a la espera de juicio.
Un fucking panorama.
Represión tras los sucesos de Asturias
A principios de 1935 quedaban por celebrar ―solo en Asturias―, mil y pico consejos de guerra.
El Gobierno de la Generalidad estaba encarcelado a la espera de juicio por rebelión. Seguían apareciendo depósitos de armas en los montes asturianos.
El golpe de Estado de octubre empujó al régimen republicano al borde de la quiebra.
Intereses partidistas
Sin embargo, la clase política siguió a lo suyo.
En 1935 se sucedieron —nada más y nada menos— que seis gobiernos, a los que hay que sumar tres "reorganizaciones ministeriales" (como se decía en la época).
Una parte de las crisis fueron provocadas por problemas de “reparto y proporcionalidad de carteras” que obedecían más al apetito de Poder que al interés por gobernar.
La otra parte fueron provocadas por el anhelo secreto de Alcalá Zamora de favorecer su propio proyecto político.
Veamos el panormama político:
- Coalición de Gobierno:
—De los partidos que formaban la coalición de Gobierno, el más importante era la C.E.D.A. El partido con más escaños. Para decirlo sencillo: sin la C.E.D.A. no se podía gobernar.
Se habían integrado en la legalidad republicana después de las elecciones de finales del 33. No obstante, buena parte de sus simpatizantes eran "monárquicos de corazón" y desconfiaban del experimento de coalición con los radicales. Amenazaban con desertar a los partidos monárquicos.
—Otro tanto le pasaba al partido Radical. Coindían con la derecha en rechazar el marxismo, pero solo eso. De tradición masónica y anticlerical, mantenían enormes diferencias de programa con la C.E.D.A. que se hacían patentes a diario en el Parlamento.
Lerroux y Gil Robles hacían filigranas para mantener a flote la coalición. Se veían obligados a satisfacer las ansias de poder de las distintas camarillas para evitar nuevas sangrías en sus partidos.
Tras la escisión de Martínez Barrio, los radicales ya habían perdido 25 diputados a principios de 1934.
—Los Agrarios de Martinez de Velasco y los Liberal-demócratas de Melquiades Álvarez tenían grupos parlamentarios pequeños. Apenas contaban, pero exigían su parte del botín a cambio de apoyar al Gobierno.
- Partidos en la oposición:
—Los monárquicos de Renovación Española y los tradicionalistas representaban la oposición de derechas.
Se habían presentado en coalición con la CEDA a las elecciones de 1933, pero se sintieron traicionados cuando Gil Robles se hizo republicano para participar en el Ejecutivo. Ahora apoyaban cualquier iniciativa que desgastara al Gobierno.
—Los partidos burgueses de izquierda no condenaron el golpe. Al contrario, personajes como Azaña, el tránsfuga Martínez Barrio y Sánchez Román lo justificaban con el argumento de que el republicanismo de la CEDA no era sincero.
Durante la intentona golpista de 1934 facilitaron unas notas de prensa ―sospechosamente parecidas― en las que decían romper “toda solidaridad con el Régimen" por haber sido “entregado a sus enemigos", y se autoproclamaban los “verdaderos depositarios de las esencias republicanas”. Como si la república fuera un club exclusivo para zurdos.
Se pasaron 1935 denunciando la represión de “los verdugos de Octubre” contra los “héroes del pueblo” que habían dado "la sangre y la vida en defensa de la libertad".
Mientras tanto, se dedicaban a negociar entre ellos un acuerdo que les permitiera disfrutar en el futuro las ventajas que la ley electoral daba a las coaliciones.
—El golpe de Estado de octubre dividió a los socialistas entre los que (como Indalecio Prieto) consideraban que fue una magnífica gesta revolucionaria que era mejor no repetir, y los que (como Largo Caballero) seguían con el cerebro en modo avión con la lucha de clases.
Los "caballeristas" consideraban lo sucedido un simple alto en el glorioso camino hacia la dictadura del proletariado, o sea, la de ellos.
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Largo Caballero negó su participación y cargó la responsabilidad en los obreros. |
Con Indalecio Prieto huido en Francia y Largo Caballero en prisión a la espera de juicio, el grupo parlamentario socialista se autoexcluyó del Parlamento. No volvieron a pisarlo hasta las elecciones de 1936.
—Las intervenciones de Falangistas y Comunistas eran sonadas pero, con un diputado cada uno, su fuerza parlamentaria era escasa.
* * *
Situación en Cataluña
El Gobierno de la Generalitat fue suspendido en aplicación del artículo 55 de la Ley de Orden Público. Una Ley que había promulgado Azaña tras la Sanjurjada para prevenir nuevos golpes de Estado.
Nombraron un gobierno en funciones (mientras se calmaban los ánimos) hasta celebrar unas nuevas elecciones que normalizaran la situación catalana.
Mientras monárquicos y falangistas pedían abolir definitivamente de la autonomía, los partidos gubernamentales aprovecharon que tenían la sartén por le mango para expandirse por la región.
— Para los autonomistas de la Lliga Catalana era una "intromisión intolerable" en su tradicional feudo de votos (habían ido en coalición con las derechas) y se enfrentaron a los que —en palabras de Cambó— “venían a organizar políticamente a los catalanes, aprovechándose de nuestra desgracia actual”.
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Directivos de la C.E.D.A. en Barcelona |
—Los separatistas de E.R.C. pasaban por horas bajas después de haberse comprobado su incapacidad para llevar a cabo su sueño independentista ante la indiferencia del pueblo.
Enfocaron su propaganda a elevar al altar del independentismo al encarcelado Companys, a costa de poner a parir a Dencás escapado en Francia.
El Braveheart catalán había hecho el ridículo en la intentona separatista escapando por las alcantarillas de Barcelona. Se convirtió en el chivo expiatorio de las huestes independentistas.
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* * *
Situación en Asturias
En Asturias no aparecían las armas que se habían comprometido a devolver los mineros en las negociaciones de rendición.
La Guardia Civil hacía batidas en los montes para detener a los que permanecían emboscados o huidos.
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El Jefe del Gobierno reconoce ante a la prensa que los mineros seguían en rebeldía (La Voz, 21/10/1934) |
* * *
Para terminar de joder la marrana, el Presidente de la República seguía a lo suyo, moviendo en la sombra los hilos de las crisis ministeriales.
Alcalá-Zamora se había visto sorpendido por la victoria de la derecha en las elecciones del 33, un espacio político que consideraba propio. Abonaba el campo para recuperarlo en cuanto acabara su mandato.
No se cortaba un pelo. Abusaba del poder moderador que le atribuía la Constitución. Siguió mangoneando en los gobiernos para crear división entre los partidos, tal y como había hecho con Azaña y los socialistas en 1933 y en el proceso de amnistía de 1934.
Ya te digo. Un fucking panorama.
El caso es que la inestabilidad impidió cualquier labor política continuada.
Ya me dirás tú, si con un cambio de Gobierno cada dos meses, 1935 no fue un año perdido. El caso es que los políticos no salieron del embrollo de los sucesos de octubre para fijar su atención en asuntos de interés nacional.
Sus señorías preferían enredarse en piques oratorios, cuestiones de confianza y comisiones de investigación. Actividad que hacía sonar el cencerro electoral pero no resolvía prácticamente nada.
¿Te suena?
Represión por la revolución de Asturias
Declarado el Estado de Guerra, los encargados de juzgar eran los tribunales militares formados en “consejo de guerra”.
Una vez que el Gobierno se veía obligado a declarar el Estado de Guerra. Lo que ocurriera después, era responsabilidad exclusiva del ejército.
¿Me estás diciendo que los militares siguieron ejerciendo funciones judiciales después de aprobada la Constitución? Vigente el Estado de Guerra: Si.
Según la jurisdicción militar, la sentencia estaba clara: condena a muerte por rebelión.
El Gobierno empezó diciendo que dejaría actuar a la justicia militar para sacudirse de toda responsabilidad.
Ya sabes: el típico político asegurando que respetará las decisiones judiciales, y bla, bla, bla...
Sin embargo, el Gobierno no tardó en recabar los sumarios instruidos por los Tribunales militares para pasarlos por la criba de la conveniencia política.
Lerroux y Gil Robles (supuestamente) estaban a favor de hacer caer todo el peso de la ley sobre los cabecillas, al menos es lo que cuentan en sus memorias. Ambos responsabilizan al Presidente de la República de sacar adelante los indultos contra su voluntad.
No obstante, creo que hay que coger con pinzas estos testimonios escritos a posteriori. Después de todo, nadie escribe unas memorias para quedar como un capullo ante la posteridad.
Aunque aseguraban estar muy en contra de los indultos, lo cierto se tragaron el sapo. Permitieron con sus votos que el Presidente se saliera con la suya, mientras seguían disfrutando de sus poltronas.
Dice Gil Robles: “tranquila mi conciencia, pero profundamente contristado mi espíritu, resolví no provocar la crisis”. En román paladino: se la envainó. Mandó votar a los suyos a favor de los primeros indultos.
Ya he contado en el capítulo dedicado a la carrera política de Gil-Robles que el jesuíta acostumbraba a taparse la nariz para no tener que escuchar su corazón...
* * *
Indultos tras la Revolución de Asturias
Todavía andaban a tiros en Asturias, cuando llegó al Gobierno la solicitud de indulto para los militares catalanes Enrique Pérez Ferras y Francisco Escofet.
La solicitud vino envuelta en una fuerte campaña izquierdista pidiendo clemencia.
Se trataba de indultos muy polémicos porque iban en contra del dictamen del Tribunal Supremo.
Todos los alzamientos anteriores (los hay de todos los colores) habían tenido en común el propósito de hacer una España mejor. Era la primera vez que unos militares se habían alzado para destruirla.
Si la revolución Asturiana produjo horror por el grado de violencia, el intento secesionista catalán solo causó indignación en la opinión pública.El indulto tenía trascendencia política: de la indulgencia con los militares catalanes dependería el destino del resto de golpistas. Pérez Ferras y Escofet habían sido condenados a muerte por hacer fuego contra sus propios compañeros desde la Generalitat. Habían causado muertos y heridos.
No obstante, antes que “dejar correr sangre catalana”, el Presidente de la República presionó para que les conmutaran la pena de muerte por cadena perpetua.
Don Niceto no quería crear nuevos mártires que la leyenda después convirtiría en mitos. Existía el precedente del fusilamiento de Galán y Hernández en 1930 (convertidos en mártires de la República) y fue el argumento esgrimido para indultar a Sanjurjo en 1932.
El caso es que, una vez que los militares salvaron el pellejo, la vía del “impunismo” (el término se puso de moda) quedó despejada para los dirigentes civiles de la rebelión.
La amnistía ya solo sería cuestión de tiempo. En España jamás se han cumplido las condenas por delitos políticos. Por lo que se ve, la tradición que se mantiene en nuestros días.
Alfonso XIII había amnistiado a Largo Caballero, Anguiano, Saborit y Besteiro tras la revolución (lease intento de golpe de estado) de 1917. La República no iba a ser menos.
En abril se había aprobado la aministía de 1934 que benefició a los ocho mil y pico comunistas, anarquistas y derechistas, encarcelados por cuestiones políticas durante el bienio de Azaña.
Indultos para los dirigentes, rigor para los pelagatos
Una vez más se cumplió el viejo refrán español: "Alzamiento de generales, sargento fusilado."
La generosidad del Gobierno alcanzó a los dirigentes de la rebelión, sin embargo, permitieron el fusilamiento de tres pobres diablos:
- Un desgraciado que había arrojado una bomba a una camioneta cargada de guardias civiles en León, matando varios ocupantes.
- El “Pichilatu”: un fulano de pocas luces que aprovechó la confusión para perpetrar un atraco en el que murió un policía.
- El sargento Vázquez: un romántico originario de Ceuta. Nada más desembarcar con los Regulares en Gijón, corrió a ponerse del lado de los revolucionarios.
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El sargento Vazquez saliendo del juzgado, fue fusilado acusado de desertor. |
El Gobierno dejó que tres peones fueran al paredón, mientras los dirigentes se iban de rositas. Un grave error. El rigor con los don nadie y la indulgencia con los dirigentes desprestigió al Gobierno y tampoco sirvió para pacificar los ánimos.
En honor a la verdad, no está nada claro que la aplicación rigurosa de la ley hubiera dado mejores resultados.
El hecho es que ninguno pasó más de dieciséis meses en prisión. Todos fueron amnistiados en 1936, tras el triunfo del Frente Popular.
La campaña de prensa internacional
El 2 de enero de 1935 un grupo de mujeres hicieron un escrache a Fernando de los Ríos y Juan Negrín en la estación de Oviedo .
Los líderes socialistas fueron sorprendidos embarcando en primera clase con destino a Madrid. Ellas venían de llevar comida y mantas a sus hombres en prisión.
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La Gaceta de Tenerife (3/1/1935) |
Negrín y De los Rios habían pasado dos días en Oviedo hablando con sus camaradas detenidos.
Pocos días después, el periódico Le Populaire de París publicaba unas declaraciones de Fernando de los Ríos en las que acusaba al Gobierno y a la Guardia Civil de excesos en la represión, torturas "inquisitoriales" y asesinatos masivos.
Lo normal es que el exministro hubiera puesto una denuncia en el juzgado, incluso podía haber usado su escaño para denunciarlo en el Congreso.
Pero no. Prefirió hacerlo ante la prensa Francesa.
En España negó ser el autor de las declaraciones que le atribuía Le Populaire. Dijo que "las cuestiones enojosas de un país, no deben orearse en otro" y se excusó alegando que se había filtrado un informe interno del partido.
No obstante, aseguró que respondía de la veracidad de los hechos denunciados y se mostró dispuesto a mantenerlo ante los tribunales, excepto "en cuanto se refiere a nombres, por haber advertido en la información algunos errores". (Ahora, 17/01/1935, pág. 4)
Vale.
Hubo otro hecho que añadió combustible a la campaña: la muerte del periodista Luis Sirval (afiliado al P.S.O.E.) cuando estaba detenido por orden del juez militar de Oviedo.
El periodista fue asesinado en turbias circunstancias a manos de un teniente de la Legión: Dimitri Ivanoff. Desde que se conoció el suceso, Sirval se convirtió en el icono de la represión "clarical-fascista".
La Internacional Socialista, la Liga de Derechos del Hombre y el Socorro Rojo Internacional, se pusieron las botas denunciando “los crímenes de la represión del fascismo español”, con la inestimable ayuda de la prensa izquierdista francesa.
Las calles de París se llenaron de carteles con eslóganes como: “España en sangre”, “Cinco mil trabajadores muertos, heridos y torturados” o “Centenares de antifascistas obligados a refugiarse fuera de España”.
Otra vez la Leyenda Negra.
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Gil Robles y Lerroux en un cartel del ilustrador Helios Gómez. Editado por el Socorro Rojo Internacional (Organización paralela a la Cruz Roja creada por la Internacional Comunista) |
Lerroux recordó a los periodistas que se había dado a conocer denunciando las torturas en Montjuic tras la Semana Trágica de Barcelona. Aseguró que era el primer interesado en esclarecer los hechos, y encargó al Fiscal General de la República que investigara los casos de abuso policial.
Pero lo cierto es que el Gobierno fue incapaz de contrarrestar la propaganda marxista, enredados en crisis ministeriales como la que voy a explicar a continuación.
La crisis de abril de 1935 es una de las más absurdas de todo el periodo republicano. Considero que es un buen exponente de la inoperancia del Gobierno radical-cedista.
Es la crisis previa al escándalo del Straperlo, la puntilla al Gobierno que desemboca en las elecciones de Febrero de 1936.
Verás.
El indulto del sindicalista González Peña
El Gobierno se reunió el 28 de marzo para estudiar las condenas a muerte de los dos máximos dirigentes de la revolución en Asturias: el sindicalista Gonzalez Peña y el diputado Teodomiro Menéndez.
Los socialistas no habían intercedido por los tres pelagatos fusilados; sin embargo, perdieron el culo para reunirse con Alcalá Zamora pidiendo clemencia para sus compinches.
Se daba la circunstancia que Teodomiro Menéndez cayó en una fuerte depresión. Había intentado suicidarse tirándose al vacío desde una galería de la prisión. Asistió al juicio en camilla.
Teodomiro Menéndez se exculpó ante el Juez negando toda responsabilidad en los hechos.
Escurrió el bulto con el típico argumento "yo solo pasaba por allí", haciendo muchiiiiisimo incapié en las gestiones personales para evitar fusilamientos de prisioneros.
Fuera por la depresión, fuera porque era más falso que una sonrisa de cocodrilo, el caso es que la declaración exculpatoria de Teodomiro Menéndez dejaba con el culo al aire a su compañero Gonzalez Peña: lo señalaba como el único dirigente de la sublevación.
El juez militar no se creyó nada y condenó a muerte a los dos.
La C.E.D.A. acusaba la presión de sus votantes contra el "impunismo". Esta vez, Gil Robles ordenó a sus tres ministros votar en contra del indulto.
La postura era compartida por los agrarios comandados por Martínez de Velasco y a sí como los liberal-demócratas de Melquiades Álvarez. En cambio, los radicales (antiguos socios del P.S.O.E. contra la monarquía) se mostraban indulgentes.
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Ahora informa la dimisión de la CEDA, Agrarios y Liberal demócratas |
No había acuerdo entre los socios de coalición. La crisis era total en el Gobierno y parecía no tener solución.
El Presidente de la República dio una nota a la prensa aconsejando rehacer el Gobierno “ampliándose a todos los partidos posibles” en aras de la concordia republicana. Sin embargo, don Niceto sabía que pedía un imposible: la coalición que acababa de romperse era la única que permitía la aritmética parlamentaria.
La República quedó sin Gobierno por enésima vez. La responsabilidad última de la solución recaía sobre Gil-Robles, sin cuyo partido no podía formarse un Gobierno estable.
Una vez más, los líderes políticos desfilaron por el Palacio Presidencial para tratar de alcanzar una solución. No se si lo sabes, pero el Presidente de la República tenía la prerrogativa de elegir a la persona encargada de formar Gobierno.
Entonces ocurrió un hecho que va a parecerte chocante.
Mira.
Don Niceto encargó formar Gobierno al líder de los agrarios, uno de los que había originado la crisis por oponerse a los indultos.
Como no podía ser de otra manera, con solo 25 escaños, Martínez de Velasco no consiguió los apoyos necesarios para formar Gobierno y tuvo que declinar el encargo. El Presidente lo hizo recaer sobre Lerroux.
La maniobra presidencial dejaba a Gil Robles con el culo al aire. El desaire era manifiesto, por primera vez se hizo más que evidente el desprecio que sentía Alcalá-Zamora por el líder de la C.E.D.A.
¿Por qué lo digo?
Hasta entonces, la excusa para que Gil-Robles no formara Gobierno era que se había presentado como monárquico a las elecciones del 33 y había reconocido la legalidad republicana después. Supuestamente, el presidente no se fiaba del republicanismo oportunista del lider conservador.
Sin embargo, el argumento había quedado invalidado: Martínez de Velasco también se había convertido al republicanismo después de las elecciones. Sin embargo, el líder de los agrarios recibía encargo de formar Gobierno, mientras se le negaba al lider del partido con más escaños en el Parlamento.
El feo del Presidente a Gil-Robles era público y notorio.
Don Niceto practicaba este tipo de maniobras para crear división y debilitar a las formaciones políticas que pudieran hacerle sombra en el futuro. Abonaba el campo para cuando acabara su periodo presidencial y tuviera que bajar al ruedo a por escaños.
La C.E.D.A. había apoyado todos los Gobiernos desde las últimas elecciones. Gil Robles no provechó el desconcierto ocasionado por la Revolución de Asturias para tomar dictatorialmente el Poder. Al contrario, colaboró activamente para salvar legalidad Republicana.
Renunció a convertirse en el pՈto amo del gallinero en aquel crítico momento. No sé que pensarás tú, yo creo que es lo que hubiera hecho un auténtico fascista.
Los monárquicos aprovecharon la coyuntura para atacar a Gil Robles. Le reprochaban que su política de acercamiento a la República había sido un fracaso. Le culpaban de perder el tiempo estableciendo puentes con los republicanos mientras desgastaba a su propio partido.
Las izquierdas asistían divertidas al espectáculo.
La crisis se resolvió en falso, con Lerroux formando un nuevo Gobierno que excluía a los agrarios y la C.E.D.A. Un Gobierno zombie donde 8 ministros ni siquiera tenían escaño.
Gil Robles montó en cólera y ordenó a los suyos que se prepararan para una campaña electoral. Anunció que haría caer al Gobierno en la primera votación parlamentaria. No quedaba otro remedio que ir a nuevas elecciones.
Lerroux se acogió al reglamento y obtuvo autorización de Alcalá Zamora para suspender las Cortes durante un mes. Era el máximo plazo legal que podía estar el Gobierno sin presentarse ante el Parlamento.
Fíjate bien. El Presidente de la República prefirió hacer un Gobierno interino, que solo tenía la vida asegurada para un mes, antes que dar el Poder al partido con más escaños del Parlamento.
Normalidad democrática premium.
Pues no te lo pierdas: aunque todo el mundo sabía que el nuevo Gobierno solo iba a durar un mes, los nuevos ministros anunciaron a bombo y platillo un programa de acciones urgentes para resolver los problemas de España.
Chúpate esa.
Y no terminó aquí la burla: lo más sorprendente es que la beligerancia de la C.E.D.A. se fue enfriando poco a poco.
Verás
Desde las altas esferas del partido empezó a difundirse que, con “mutuas concesiones”, aún era posible restablecer los lazos rotos.
Mientras el paro alcanzaba cifras récord, sus señorías dedicaron todo el mes de abril a reuniones y compadreos para repartirse ministerios. Lerroux incluso tuvo tiempo de tomarse unos finos en la Feria de Sevilla.
La prensa informaba con recochineo de las reuniones de "los cuatro”, como si se tratara de encuentros de alta política internacional.
Después de perder un mes repartiéndose Ministerios, Lerroux, Gil Robles, Martínez de Velasco y Melquiades Álvarez anunciaron que —una vez más— se habían sacrificado por España para llegar a un acuerdo.
Vale.
Volvían a estar juntos en el Gobierno los mismos que habían provocado la crisis el mes anterior y Gil Robles se olvidó del corte de mangas de su Excelencia.
Pelillos a la mar.
Los dos dirigentes socialistas fueron finalmente indultados, y, a cambio, la C.E.D.A. pasó de 3 a 5 ministros en el nuevo Gobierno.
Gil-Robles entraba por primera vez en el ejecutivo como Ministro del Ejército, y los ministros cesantes pasaron a cobrar pensión vitalicia a cargo de los contribuyentes.
Bien.
Gil Robles se lo vendió a sus seguidores como un nuevo paso en el camino hacia la presidencia del Gobierno, mientras la izquierda ponía el grito en el cielo por la invasión «fascista» del ejecutivo.
Lo de siempre.
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La cartera de Guerra iba a desgastar a Gil-Robles y un futuro ascenso a la presidencia era más que improbable dada la altanería de Alcalá-Zamora.
Así fue.
Cinco meses después, don Niceto lanzó un nuevo misil al Gobierno: el escándalo del Straperlo que se llevó por delante al partido radical y dejó a la C.E.D.A sin partido republicano en que apoyarse.
Es la historia de la siguiente crisis de gobierno, que se sale del objetivo de este artículo.
Mejor lo dejo para capítulo sobre el caso Straperlo. El caso de corrupción política más famoso de la II República.
Estupendo blog. Felicitaciones desde Lima Perú
ResponderEliminarMuchas gracias, un cordial saludo desde España
EliminarLa historia de la Segunda República es del todo tortuosa...
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